Las conversaciones de La Habana: un reto para la ética periodística
8 de Febrero de 2013

Las conversaciones de La Habana: un reto para la ética periodística

La agenda propiamente dicha tiene temas cruciales que,  tratados con profundidad en los medios, enriquecerían sin duda el debate.
Foto: Geralt en Pixabay / Usada bajo licencia Creative Commons
Marta Ruiz

En este blog crearemos un espacio para reflexionar acerca de los retos y dilemas éticos que las conversaciones del gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, representan para los periodistas que cubren este proceso. La idea es crear un punto de encuentro que nos sirva para lograr una cobertura útil y responsable de una coyuntura que resulta clave para el país.

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En Cuba, donde se desarrollan los diálogos entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc,  los periodistas están atrapados entre dos posiciones áridas para informar: la del gobierno, cuya estrategia es de confidencialidad absoluta; y la de una guerrilla que habla a diario, de tantos temas, y con tantos voceros que ha banalizado su propio discurso.

Es así como la información que se está transmitiendo en los medios es poca y casi siempre de registro. Los periodistas, apostados en las puertas del recinto en el que transcurren las conversaciones, esperan durante días y semanas un comunicado que revele algo nuevo, una rueda de prensa que altere la coyuntura, una entrevista que tenga algún gancho novedoso.

Pero si bien La Habana no arroja luces sobre el rumbo de las negociaciones, el contexto sí lo brinda, y la agenda que se está trabajando también.  Es en Colombia donde hay más información sobre el proceso de paz, si es que se aborda de manera diferente su cubrimiento.

La agenda propiamente dicha tiene temas cruciales que,  tratados con profundidad en los medios, enriquecerían sin duda el debate.

Por un lado, el tema agrario.

Las Farc dieron a conocer los 10 puntos que ellos consideran claves para una reforma agraria integral en el campo.  La mayoría de ellos coinciden con lo que técnicos de organizaciones nacionales e internacionales han esbozado como reformas realistas y pertinentes, y que el gobierno también ha incorporado en su Ley de Desarrollo Rural.

Las diferencias, como siempre, están en los detalles, en los matices, y en el lenguaje.  ¿Cuándo hablan de latifundio improductivo gobierno y Farc se refieren a lo mismo? ¿Cuándo se habla de democratizar las relaciones en el campo qué camino tomarían uno u otro?  Respecto a ponerle límites a la ganadería ¿Cómo se lo imaginan los guerrilleros y como el gobierno? ¿Cuáles son los límites posibles a la extranjerización de la tierra?

Y ya que no hay participación en la mesa de miembros de la sociedad civil, ¿cómo han caído estas propuestas en los sectores afectados por ellas?

La agenda tiene otros temas cruciales que aunque no se han discutido en la mesa de negociaciones, sí pueden ser materia de información por parte de los periodistas.

Las tierras despojadas por las Farc es uno de estos asuntos porque alude a las víctimas.

El gobierno ya ha expuesto una cifra: el 40 % del total del despojo del país, lo que suma unas 800.000 hectáreas, lo ha cometido esta guerrilla, según los registros de solicitud de restitución. ¿Dónde, cómo y con qué fines fueron despojadas? ¿Se puede diferenciar esta modalidad de despojo de la que hicieron los paramilitares?

El otro punto crucial es el de las zonas de reserva campesina. Las Farc buscan que estas se amplíen, y que tengan autonomía política y administrativa. ¿Qué quiere decir eso? ¿Conocemos las 12 zonas de reserva campesina que existen el país? ¿Qué piensa el gobierno al respecto?

El tema de los cultivos ilícitos y el narcotráfico está contemplado en la agenda para más adelante, pero los medios podrían anticipar los hitos del  debate.  Por ejemplo, los precarios resultados de las políticas de sustitución de cultivos, el hecho de que se mantengan políticas de erradicación de alto costo y bajo beneficio (como la erradicación manual en la que han muerto o resultado mutilados más de 250 civiles); o la dimensión real del narcotráfico en algunos frentes de las Farc.

Ahora las Farc han propuesto legalización de algunos de estos cultivos y todo un plan de reordenamiento territorial. ¿Será posible esta idea?

Estados Unidos ha apoyado por dos décadas la lucha antidroga en Colombia con un enfoque represivo y militar con el argumento de que las Farc son el gran cartel. ¿Es realmente tanto el peso de ellas en este negocio? Desmovilizadas ellas, ¿queda el narcotráfico reducido a su mínima expresión?

Por fuera de la agenda hay otros asuntos que merecerían atención del periodismo, más allá de las declaraciones oficiales que se dan al respecto, y que hasta ahora no han sido investigados.  ¿Qué tanto apoyo tiene el proceso en los sectores empresariales? ¿En las regiones donde operan las guerrillas?

Total, los temas son muchos, y no dependen de que las delegaciones de La Habana hablen o den declaraciones. La información está sobre todo en Colombia, hay múltiples fuentes oficiales e independientes que pueden ponerla a circular.  Como siempre está el gobierno, pero también infinidad de centros de estudio, de organizaciones internacionales, de movimientos sociales que están en el terreno y pueden contar lo que ocurre realmente. Al fin y al cabo, las declaraciones de  La Habana están más en el terreno de la retórica política que en el del  mundo pragmático.

Creo que muchas de estas son las preguntas que el público se está haciendo antes de saber si puede montarse o no en la ilusión de la paz.

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