Analizamos en profundidad el caso de Mala Espina, medio que nace a partir del estallido social de Chile y que, a raíz también de la crisis sanitaria de la pandemia por la Covid-19, se ha convertido en uno de los medios de verificación de referencia en Latinoamérica
Una de las evidencias que nos dejó la pandemia, sin duda, fue el aumento de la demanda de información por parte de los ciudadanos. En contra de lo que se podía pensar, en relación a la tónica de los últimos años, por el menor consumo de medios de comunicación y mayor exposición y tiempo en plataformas y otras ofertas en dispositivos móviles, la irrupción de una crisis global sanitaria como la de la covid-19 trajo consigo la demanda real de información veraz de lo que estaba pasando, porque fueron tiempos de mucha inquietud e incertidumbre generalizada. Y todavía hoy lo sigue siendo. Tiempos de aumento considerable en la demanda informativa pero también de la oferta existente, con distintos intereses que provocaron un aumento también considerable del ruido informativo con la aparición, de manera muy notoria y evidente, de bulos, noticias falsas y la consiguiente desinformación para los lectores.
Ha sido precisamente esta época, estos últimos años agravado por la pandemia, cuando más se ha necesitado la labor de verificar la información que circula por la red, y cuando más se han puesto en marcha proyectos editoriales dedicados a ello, al fact checking, a la comprobación de la veracidad de los contenidos que se consumen en internet por parte de los usuarios. Uno de esos proyectos es Mala Espina Check, en Chile.
Mala Espina nace en noviembre de 2019, poco antes de la irrupción general de la pandemia. Y con un motivo de peso incluso mayor que el de la propia situación sanitaria que ya comenzaba a hacerse notar en nuestras vidas: el medio nace en pleno estallido social en Chile, como apuesta personal en ese momento del periodista Tomás Martínez. Su objetivo era ser un aporte a la ciudadanía chilena para luchar contra la desinformación, que aumentó desde el inicio de la crisis. “Mi principal motivo fue combatir la gran cantidad de desinformación que surgió a partir del estallido social en el país en octubre de 2019”, destaca su fundador. “La desinformación iba en aumento y en esa época no estaba tan explorado el área de verificación. Había secciones de chequeo como El Polígrafo de El Mercurio, pero el fact-checking era una necesidad que se podía observar en redes sociales y en conversaciones”.
En efecto, el medio busca ser una herramienta para aclarar las dudas de la comunidad respecto de informaciones incorrectas que aparecen, sobre todo, en las redes sociales. “Lo que buscamos es primero dar certezas a las personas que nos leen y que buscan aclarar sus dudas, pero también poder explicar temas y no solamente noticias. Es decir, poder entregar soluciones a la gente sobre temas que no se entienden bien o que requieren una explicación más sencilla”, explica Martinez.
Hoy, menos de tres años después, el medio es un notable caso de éxito y de apuesta por la innovación, con un equipo editorial compuesto por cinco profesionales. Mala Espina, además, forma parte de la red Latam Chequea, la red de chequeadores de toda Latinoamérica, Estados Unidos, España y Portugal que actualmente reúne a 36 medios de 17 países y cuyo objetivo es “compartir experiencias y herramientas que contribuyan a mejorar la calidad del debate público y fomentar procesos de colaboración entre todos estos medios de la región para aumentar el impacto del fact-checking y la lucha contra la desinformación”.
También, desde finales del pasado año, el medio fue verificado por la International Fact Checking Network, la Red Internacional de Verificación de Datos (IFCN) de Poynter puesta en marcha en 2015 para reunir a la creciente comunidad de verificadores de datos de todo el mundo y defensores de la información fáctica en la lucha global contra la desinformación, y que reúne a más de 100 organizaciones en todo el mundo con el objetivo de “ofrecer recursos a los verificadores de hechos, contribuir al discurso público y brindar apoyo para nuevos proyectos e iniciativas que promuevan la rendición de cuentas en el periodismo”.
“Se ha conseguido mucho más que el objetivo inicial. Este proyecto partió sin tener una expectativa muy alta, como una cuenta de Twitter, y hoy día es reconocido como un gran aporte a la ciudadanía chilena en momentos de incertidumbre”, destaca Martínez.
La labor de verificación en un medio
El foco principal de Mala Espina es trabajar tanto en desinformaciones y verificaciones difundidas a través de las distintas redes sociales como en publicar notas explicativas sobre temas de interés para su comunidad.
Francisca Paola Toledo es una de las verificadoras del equipo de Mala Espina. “Lo que buscamos es darle una vuelta a los temas que se están buscando o los que están siendo informados por medios tradicionales. Buscamos explicar el contexto de ciertas noticias”, explica. Por ejemplo, “cuando la viruela del mono fue catalogada como Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII) nosotros igualmente lo informamos, pero también explicamos en qué consistía esta emergencia decretada por la Organización Mundial de la Salud”.
Hace un año republicamos este artículo de @maldita pero nuevamente circula la teoría de que a las personas les introdujeron grafeno y es Falso
No hay ninguna vacuna contra el COVID-19 aprobada que contenga óxido de grafeno - Mala Espina https://t.co/mZJ2cRVau7
— Mala Espina (@malaespinacheck) August 23, 2022
Toledo detalla su rutina diaria. “Lo primero que hacemos es revisar las tendencias de Google. Así conocemos qué temas están buscando los chilenos y los que podrían servir como eventuales notas. Además, revisamos la prensa con tal de buscar los temas que podrían generar mayor interés en la población. Pero no siempre decidimos hacer notas relacionadas con la actualidad”. En definitiva, concreta, “explicamos conceptos a la ciudadanía que muchas veces no son abordados por medios más grandes”.
“Cada uno de los miembros del equipo propone los temas que le gustaría trabajar. Y para definir el tema en el que cada uno se va a enfocar hay distintos criterios como la relevancia de la información y, en el caso de las desinformaciones a verificar, la viralización de la misma en redes sociales”, señala Camila Ramírez, otra de las integrantes del equipo, quien añade como el uso de fuentes abiertas y de herramientas como InVid son fundamentales en su trabajo diario, tanto para recopilar información disponible como para ayudar al chequeo de imágenes y videos que circulan en las redes.
Pero ¿qué es lo que distingue realmente a Mala Espina con respecto a otros verificadores? ¿Cuál es su propuesta de valor?
“La principal diferencia es que nuestro trabajo no se centra solo en las desinformaciones, sino que abordamos otros temas que necesitan ser explicados”, destaca Francisca Paola. Temas explicativos como “los síntomas que caracterizan cierta enfermedad o las recomendaciones que han hecho expertos al respecto si se trata de un tema sanitario”, aporta Camila.
En cuanto a tu metodología de trabajo, lo explican abiertamente en su propia web. Mala Espina realiza sus verificaciones en base a la información que les hacen llegar los lectores a través de sus perfiles oficiales en redes sociales, email o WhatsApp, por cada una de esas vías, y a partir de un trabajo de investigación del equipo para detectar desinformación en las diversas redes, además del discurso público.
La posible viralización del contenido y la relevancia pública del tema son criterios esenciales para la selección del material con el que se trabaja, contactando siempre con las fuentes originales y oficiales, además de fuentes alternativas como expertos o especialistas para una mayor profundización en los temas. En Mala Espina las fuentes que se utilizan son siempre citadas, “no trabajamos ni publicamos temas en off-the-record”.
El sistema de calificaciones que utilizan para la verificación es el siguiente:
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Verdadero, cuando la frase o el hecho demostró ser real tras contrastar fuentes y datos.
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‘Verdadero, pero…’, cuando el hecho o frase tiene consistencia, pero omite datos, elementos importantes o parte del contexto.
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Impreciso, cuando el hecho tiene consistencia con la información disponible, pero omite datos o descontextualiza.
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Engañoso, si el hecho o la afirmación puede tener consistencia, pero demuestra que pudo haber sido manipulado para engañar.
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Y falso, cuando el hecho o la afirmación resulta ser falsa o mentira tras contrastar distintas fuentes y datos.
Tal y como se apuntaba, cada vez es mayor la aparición de medios que actúan como verificadores de la información que reciben los ciudadanos. Una nueva función social de estos nuevos proyectos informativos. “Desde que las redes sociales tomaron fuerza en la población, la información compartida se volvió más inmediata y accesible. Pero con la inmediatez también llegó el aumento de información disponible. En internet y redes sociales hay mucha información, pero no toda es verídica. Ahí reside la importancia de la verificación en el periodismo, en que actuamos como un filtro para esta cantidad de información. La verificación ayuda a entregar información de calidad a los lectores de medios”, señala Francisca Toledo. “Trabajamos para contribuir a que las personas tomen sus propias decisiones con la información que le entregamos”, resume Camila.
La financiación y la audiencia
A lo largo de su corta historia, parte de los gastos necesarios para la financiación de Mala Espina han sido sufragados por su propio fundador. Se realizó una recaudación de fondos como campaña de crowdfunding como primer intento para obtener ingresos de sus lectores. Y meses después se adoptó Reveniu con el fin de crear un programa de membresías que ayudara al medio a formar una comunidad de seguidores.
Mala Espina lanzó su programa de membresías a principios de 2021 generando un flujo de caja mensual que permite cubrir gastos operativos. “La membresía como modelo en este caso es mejor que un muro de pago, ya que esa alternativa restringe los contenidos y resulta contraproducente combatir la desinformación y cerrar los chequeos. Por eso la membresía genera más bien un aporte de quienes reconocen algo positivo en este trabajo”, destaca Tomás Martínez.
El programa de membresía funciona más “desde la perspectiva de generar comunidad o engagement con la gente que nos sigue y que quiere aportar al proyecto. Todos los contenidos que tenemos son abiertos pensando en que nuestro objetivo es combatir la desinformación”.
Otras vías de financiamiento para el medio son becas y fondos de organizaciones ya que, por ejemplo, se reciben aportaciones por la labor realizada en Latam Chequea, donde se combate fundamentalmente la desinformación sobre coronavirus y los procesos de vacunación.
Para el feedback con la comunidad, se utilizan igualmente las redes sociales. “Contamos con una línea de WhatsApp donde se nos sugieren chequeos y enviamos contenidos. Además siempre están abiertos para recibir inquietudes o solicitudes nuestras redes sociales y correo electrónico. Y también contamos con un newsletter semanal”.
Sobre su independencia editorial, lo dejan bastante claro, a nivel de transparencia, desde su propia web, donde se destaca que el medio “no tiene ninguna relación comercial, financiera o institucional con el Estado, partidos políticos, ni dirigentes políticos, ni tampoco recibe financiamiento de estos”.
El proyecto Lupa Constitucional
En paralelo y de manera complementaria al proyecto de Mala Espina, se ha desarrollado dentro del medio otro proyecto: Lupa Constitucional, para cubrir el reciente proceso constituyente en Chile, recibiendo el apoyo financiero de Google News Initiative para esta iniciativa informativa.
“Se trata de un proyecto que se extendió por poco más de un año y tuvo como objetivo combatir la desinformación sobre el proceso constituyente en el país, además de para poder explicar de forma fácil y en distintos formatos lo que se estaba discutiendo en la Convención Constitucional. No solo tuvo un sitio web sino además un podcast semanal durante un año, videos para redes sociales y en su recta final un grupo de WhatsApp donde se enviaron casi 30 audios acerca del plebiscito y el proceso constituyente”, señala Tomás Martínez.
“¿Quieres recibir audios con información útil y chequeada para el plebiscito? Pídelos a nuestra línea de WhatsApp +5674473146”. Así promocionaba Mala Espina su proyecto #En1Minuto, con información práctica para el plebiscito del pasado 4 de septiembre.
Únete a nuestro chat de WhatsApp y recibe audios y contenidos útiles y chequeados sobre el #PlebiscitodeSalidahttps://t.co/3XlB3E9fGA pic.twitter.com/8RHJYTYbbk
— Mala Espina (@malaespinacheck) August 19, 2022
“La idea era resolver dudas que iban desde el rol de los vocales y apoderados de mesa o qué tipo de lápiz se debe usar. Últimamente nos preguntaban mucho si el voto no era obligatorio para mayores de 60 años. Los que desinforman se agarran de ese tipo de datos para confundir”, destacaba Martínez.
“Durante el proceso constituyente enfocamos la búsqueda en las desinformaciones que constantemente aparecieron sobre los constituyentes o sobre los artículos de la nueva propuesta constitucional. Sumado a esto, nos preocupamos que la información que estamos verificando no fuera una mera opinión, sino que se abordara como un hecho”, destaca Francisca Toledo sobre el proyecto. “También realizamos una serie de documentos explicativos sobre la normativa, la llamada Ley Seca, y respecto del mismo proceso”, suma Camila Ramírez.
A poco más de un mes para el plebiscito por la Nueva Constitución, entre el sitio principal de Mala Espina y el de Lupa Constitucional se llegaba a las casi 250.000 visitas mensuales.
De esta manera se contó en Lupa Constitucional el resultado del pasado 4 de septiembre, con la participación histórica de más de 13 millones de electores, y con el resultado de la opción Rechazo, que obtuvo en torno al 61,86%, mientras que el Apruebo consiguió un 38,14% de los votantes. Un par de semanas antes de los comicios, ya habían adelantado el panorama ante un eventual triunfo del Rechazo y los pasos a seguir en ese escenario para las próximas semanas.