Relatoría de la Beca Gabriel García Márquez de Periodismo Cultural 2018

Relatoría de la Beca Gabriel García Márquez de Periodismo Cultural 2018

La VI edición de la Beca Gabo tuvo lugar durante el Festival Internacional de Cine de Cartagena, con 15 periodistas de 11 países.

El cine fue la otra gran pasión de Gabriel García Márquez además de la escritura literaria y el periodismo. Crítico de cine, reportero, guionista, incluso montador, actor y director, Gabo fue también —y más que todo— un activista del filme, al que impulsó no solo como arte, sino también como un oficio y una industria cultural.

No es coincidencia que la beca que lleva su nombre haya transcurrido durante el evento cinematográfico más antiguo de Latinoamérica.

15 periodistas de todo el mundo se congregaron, entre el 28 de febrero y 6 de marzo de 2018, para la sexta edición de la Beca Gabriel García Márquez de Periodismo Cultural, organizada por la FNPI, el Ministerio de Cultura de Colombia y la Fundación Cartago, que por segunda ocasión tuvo lugar en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI), este año en su edición 58.

Con el FICCI, los salones del Centro de Formación de la Cooperación Española y la ciudad de Cartagena como escenarios, los participantes asistieron a un taller de seis días dirigido por los maestros Jonathan Levi (Estados Unidos) y Héctor Feliciano (Puerto Rico), quienes fueron acompañados por los maestros invitados, el cineasta y periodista David Trueba (España) y la crítica de cine Stephanie Zacharek (Estados Unidos).

Por las mañanas los becarios se dedicaron a profundizar en la carpintería de los géneros con los que se construye cotidianamente el periodismo cultural, principalmente el reportaje y el comentario de opinión. En las tardes acudieron a las funciones del Festival y mantuvieron diálogos con los protagonistas del evento cinematográfico, con el fin de producir dos piezas periodísticas, una de ellas una crítica cinematográfica, que se se comprometieron previamente a publicar.

Un bosquejo de 400 palabras, basado en una prospección previa, que cada becario debió enviar previo a su arribo a Cartagena, se fue alimentando con las reporterías diarias y esculpiendo bajo el intenso escrutinio de los maestros, a quienes debieron presentar cada mañana un nuevo borrador de sus trabajos hasta que fueran terminados.

Los maestros fueron, durante una semana, un cuarteto de editores para los becarios, provenientes de un total de 11 países. “Ese es un lujo que no tendrán en ninguna sala de redacción ni en ninguna escuela de periodismo”, advirtió Jonathan Levi al iniciar la primera sesión del taller.

Concibiendo el periodismo cultural

Antes de corregir la primera coma, el maestro Levi quiso dejar claro qué era exactamente el ‘periodismo cultural’ que ha convocado durante los últimos 6 años a decenas de participantes de todo el mundo a esta actividad organizada por la FNPI y el Ministerio de Cultura de Colombia.

No es la página de cultura en la parte de atrás de los periódicos, donde se alojan las reseñas musicales y cinematográficas, dijo. El periodismo cultural es también una puerta trasera que permite entrar a los temas más importantes de los que este oficio se puede atrever a hablar.

“El periodismo investigativo va directo al punto y arremete contra la entrada como un hachazo. Eso a veces puede asustar a la gente y no permitir que se cuente la verdadera historia. Sin embargo, con el periodismo cultural, al hablar sobre las películas de un país, al ver cuáles son los tópicos que abordan y cómo la gente lidia con ellos, tenemos una oportunidad como periodistas de llegar a una historia más profunda”.

Los primeros borradores de los participantes de la Beca Gabo todos se relacionaron con el periodismo cultural, más específicamente, las incidencias del FICCI. Abordaron tópicos tan diversos como el impacto cultural de películas de diferentes países y del mismo festival, el cine de barrios, los directores preferidos de los participantes, personajes seductores, historias familiares, críticas de películas y experiencias personales.

Pero una propuesta interesante no se traduce necesariamente en una historia interesante, y por ello los dos maestros directores ofrecieron una serie de recomendaciones para concebir un buen trabajo de periodismo cultural. Partieron de una máxima: el gran reto al escribir sobre una persona o un objeto es lograr que el público entienda por qué es tan fascinante y por qué vale la pena emplear el tiempo leyendo su historia. La clave de Jonathan Levi para superar ese desafío está en encontrar cuál es el detalle de ese sujeto que hace la historia despegar. “Siempre debemos buscar los detalles, las cosas poco obvias que hacen que las historias exploten”.

Un texto digno de ser leído, para Héctor Feliciano, debe retratar las peculiaridades del personaje en cuestión. Si existe la oportunidad de entrevistarlo varias veces hay que hacerlo hasta obtener esa gran cita que describa qué tipo de artista es. “Debemos buscar cuál es su particularidad. Esa tiene que ser la primera foto instantánea. No necesito saber lo que piensas de él; muestra cómo es él. ¿Qué ropa usa? ¿Escogió el lugar donde hacer la entrevista o permitió que tú lo escogieras? Estos detalles no parecen ser importantes, pero le dan un fondo al personaje”.

Escribir sobre películas se rige bajo el mismo principio. Un redactor debe buscar cuál es el detalle que le atrapa de la misma, estrategia esencial para evitar que la reseña cinematográfica se convierta en una sinopsis del filme. “Escribe sobre aquello que te atrapa, no sobre los premios que ganó, sino de por qué esta película debería ganar un premio y valer el precio de la entrada”, recomendó Feliciano, quien indicó que un crítico de cine debe esforzarse por ser el corresponsal de su lector.  “Piensa que el lector te ha enviado al cine y debes traerle algo. Debes buscar un pequeño incidente que suceda en la película que te permita tener una columna vertebral. Si no la tienes, vas a terminar haciendo solo un comentario ligero”. En este sentido, Feliciano aconsejó nunca hacer una reseña con un inicio abstracto; esta debería empezar con una escena de la película que encapsule el sentido general del comentario. 

Finalmente, una lección que dejó Levi, útil para todos los periodistas, culturales o no, es preguntar, siempre preguntar. “Cuando eres periodista, es mejor cuando estás equivocado y tienes que hacer preguntas”.

Para ejemplificar esto, relató la historia de su amigo Joseph Lelyveld, editor ejecutivo de The New York Times entre 1994 y 2001. Cuando era un joven reportero, Lelyveld partió hacia el sur de Estados Unidos en 1964, uno de los años más convulsos de la historia norteamericana. “Había mucha violencia durante las elecciones en el sur, y él se fue para allá y habló con un granjero sobre todos esos problemas. Y el granjero le dijo al final: 'eres un joven muy brillante, sabes muchas cosas. Acá vino otro tipo a hacerme preguntas; no sabía de nada, solo me preguntaba y me preguntaba'”, contó Levi.

“Bueno, el otro tipo ganó el premio Pulitzer por su reportaje. A lo que voy es que ustedes deben ir con sus ideas como una guía, pero prepárense para ser sorprendidos. Esa sorpresa es la que les puede dar el hilo conductor para su historia".

Estableciendo una estructura

Una historia debería tener un principio, un intermedio y un final, pero no necesariamente en ese orden. Esta frase del director de cine Jean-Luc Godard, retomada por Jonathan Levi, fue el preámbulo de una de las jornadas del taller, en la que los maestros ofrecieron sus apreciaciones acerca la estructura de un texto periodístico, ante el oído atento de los 15 periodistas becarios.

Múltiples combinaciones de los mismos elementos narrativos pueden ser adaptados, dependiendo del sentido de la narración, para conformar una estructura. El maestro invitado David Trueba explicó que, por ejemplo, el final de la historia puede dictar cómo comienza la la misma. “Cuando alguien te dice ‘te voy a contar sobre el día en que murió mi padre’, te está diciendo el final de la historia, o el clímax para comenzar la historia. Si alguien te dice ‘te voy a contar lo que me pasó ayer’, está haciendo lo contrario. Está ocultando la situación. No quiere explicar el desenlace antes de contar toda la historia”.

“Las combinaciones de estos elementos son infinitos”, indicó Trueba. Y ese es el caso de Jean-Luc Godard, quien favoreció la discontinuidad en sus historias y obligó al espectador conectar por sí mismo las partes del relato.  Esto lo inmortalizó porque fue una desviación de las fórmulas narrativas clásicas del séptimo arte. 

Trueba ofreció como consejo primario tener en cuenta el contexto de la audiencia que leerá el trabajo. Esto, según el cineasta y periodista, va a permitirle al redactor decidir qué armas puede usar. “No es lo mismo cuando cuentas una historia a una audiencia que espera que le hables, que cuando repentinamente levantas la mano en esa audiencia y empiezas a hablar. Las expectativas son completamente diferentes. Así mismo sucede en nuestros textos: podemos arruinarlos si no prestamos atención al contexto”.

Una vez se conoce al público, se debe ser muy cuidadoso con el primer párrafo. Este, para la maestra invitada Stephanie Zacharek, crítica de cine de Time Magazine, fue y sigue siendo la llave que todo lo abre en un texto periodístico, desde los días de la prensa hasta la era de internet. “Comenzar un texto siempre es lo más difícil. Yo, como muchos lectores, me aburro con mucha facilidad, especialmente ahora que hay tantas cosas por leer peleando por mi atención. Si el primer párrafo no me atrapa, no me molesto en seguir”.

El inicio usualmente da una pista del final del texto, sea repitiendo la misma oración o una variación de ella. Trueba comparó esto con el final de Casablanca, a su juicio “uno de los mejores finales de una película popular en la historia”. “Es genial porque te devuelve al principio, pero resuelve todo lo que se contó en la hora y media de intermedio. Estás en el mismo lugar pero con un espíritu diferente.  Cuando escribes tu inicio, por instinto estás poniendo el primer ladrillo para el final“.

Para Zacharek, tener claro el final del texto facilita la tarea de escribir, permite enlazar el principio y ayuda a mantener un hilo lógico. “Aunque mis pensamientos se desvíen un poco durante el camino, esta estructura asegura que no lo haga de tal forma que me confunda", indicó.

Destruir para construir: el arte de ser tu propio editor

“La mitad del día la paso construyendo mis textos y la otra mitad del día destruyéndolos”. Así resumió Jonathan Levi la labor de edición propia que va detrás de la producción de un escrito, sea este de índole periodística o literaria.

Gran parte de la Beca Gabo 2018 se centró en este ejercicio. Diariamente los cuatro maestros buscaron en los dos borradores que entregaban los periodistas palabras y frases que pudieran mejorar, o pidieron reescribir textos enteros, todo en aras de alcanzar la precisión, concisión y claridad que exige el periodismo.

“La parte fácil de escribir una novela es el primer borrador”, añadió Levi. ”Lo difícil son los 35 borradores que tienes que hacer después”. Revisar, modificar o rehacer el mismo texto seis días seguidos, por supuesto, no es un lujo que todos los periodistas tienen. El periodismo en su día a día exige inmediatez, más aún cuando se trata de periodismo digital. Usualmente, ese primer borrador, con mucho por mejorar, es el que llega a los lectores.

Es por ello que enseñarle a un periodista a ser su propio editor es crucial. En palabras de Héctor Feliciano: “debes ser tú mismo tu editor portátil. Es algo que debes integrar en ti para ser escritor. Un escritor es siempre un editor. Sé consciente de ello y lleva eso contigo a todas partes”.

“Es un gran ejercicio editar, porque es como el pasto: cuando lo cortas crece mejor y más saludable. Es importante podar tu texto porque ahí puedes ver que es realmente lo importante de tu historia, tu argumento principal”, agregó el maestro puertorriqueño.

Para Levi es primordial encontrar el hilo conductor de la historia y ceñirse al mismo. Un periodista debería preguntarse: ¿cuál es mi historia? ¿Cuál es el arco que me llevará por la historia? ¿Es una historia de amor? ¿Qué es lo que está buscando? “La edición que haces busca que todo cuelgue de ese hilo para que todo esté pegado a ello como las ramas de un árbol. Todo debe estar atado y no puede estar flotando en el espacio exterior”, dijo el escritor estadounidense.

Cada uno de los elementos que se ata a ese árbol debe tener sentido. Hay que hacer que cada palabra valga. Y seleccionarlas es, para Levi, como escoger colores para una pintura: una elección que considera artística, puesto que supone haber desarrollado un criterio no solo en la forma de escribir, sino también en la manera de mirar. “La diferencia entre periodistas y artistas es a veces imaginaria”, remató.

El valor de cada palabra aumenta entre más corto sea el artículo, lo que incrementa la minuciosidad con la que se hace cada escogencia. “Piensa como si fueras un poeta", dijo. "La clave de la poesía es la economía del lenguaje; por ello, la poesía es la mejor herramienta para ser un escritor”.

Esto, por supuesto, implica ser riguroso e implacable en la escogencia de las imágenes que se pintan con palabras en el texto, y conlleva desechar lo innecesario. Por ejemplo, cortar un texto 1300 palabras a 800 palabras, según Levi, hace necesario deshacerse de los párrafos largos. “Busca cuál es la carne del asunto y qué es solo grasa o condimentos”.

Un formato como la entrevista, tan abusado a juicio de Levi, muchas veces requiere de una drástica edición. “Solo usa las mejores citas”, recomendó el maestro. “Si algo no necesita ser citado no lo cites, incluso si es el 70% de tu entrevista". Las entrevistas son como buscar oro, alegorizó Levi: "todo te parece oro al principio pero luego te das cuenta que mucho de ello es barro”.

‘Romper la piñata’ fue una de las grandes lecciones que brindó Héctor Feliciano al hablar de técnicas de autoedición. Con esto se refirió a aquellas frases o palabras muy grandes o cargadas que hacen el texto inaccesible. “Hay que hacer como si fuera una piñata y romperla, y que caigan todos los juguetes, los dulces; es decir, que se divida la frase en trozos que la hagan sonar más real”.

También urgió a los periodistas participantes a proscribir las oraciones muy largas en un texto periodístico. “Las personas cuando se sientan a leer periodismo no están en disposición de leer un texto académico o un ensayo. Te abandonarán”, sentenció.

La prueba infalible para Levi de darse cuenta por uno mismo de que un texto funciona es leyéndolo en voz alta. “Verás que hay palabras que a veces nos detienen abruptamente, pero también verás qué es lo que hace que la pieza realmente avance”.

Lecciones para un crítico de cine

El camino que lleva a ser crítico de cine puede ser variado e impredecible, pero comienza con el amor por este arte y por entender el proceso que lleva hacer una película. Una crítica no tiene como objetivo destruir al director o la película. Tampoco es una descripción del filme; es un puente entre este y el lector.   

Los críticos de cine son necesarios y una guía para los lectores, en el concepto de Héctor Feliciano. “Estamos allí para ayudar a que los lectores creen jerarquías, diciéndoles ‘esto puede ser interesante. Esta película vale la pena’”. 

Jonathan Levi compartió que, tal como los cineastas tratan de contar sus historias de diferentes maneras, los críticos de cine, que -a su manera de ver- también artistas, deben encontrar diferentes maneras de escribir sus críticas para hacer un comentario pertinente. “Cuando alguien critica algo, los mejores comentarios no son ‘tendría que haber hecho esto o aquello’. El crítico de cine no puede decir que habría sido mejor una película si en vez de retratar la vida de John Lennon, lo hubiese hecho sobre Paul McCartney. Eso no es interesante”.

La maestra Stephanie Zacharek, quien ha sido nominada al Premio Pulitzer,  dejó esta serie de consejos para hacer una crítica de cine a los participantes del taller:

  1. Necesitas empezar con un buen lead o sumario que invite a tus lectores a ver tu punto de vista como crítico.
  2. Explica de qué se trata la película, pero no ignores la cinematografía, la edición: cómo se montaron las escenas, cómo se conectaron. Habla de qué hicieron los actores. No digas que el actor fue aburrido, sino por qué, con una buena descripción.
  3. Aprende de lo que ha hecho el director anteriormente. Luego puedes hacer comparaciones con sus películas pasadas.
  4. Nunca digas me gustó o no me gustó. Describe el filme aplicando un perfume positivo o negativo al texto.
  5. Pregúntate qué está tratando de decir el director. Esto se ve a través de diálogos o colores. Por ejemplo, si los movimientos son lentos, qué elecciones de estilo tuvo.
  6. El último párrafo debe generar en lector un sentimiento que le ayude a decidir si quiere ver o no la película. Puedes volver a lo más importante que escribiste al principio de la reseña.
  7. Para inspirarte, lee periodistas y autores que escriban no solo sobre cine, sino también otras artes; por ejemplo, el trabajo de los críticos de música James Wilcott y Joyce Millman.
  8. Ten la mente abierta. Si estás cansado, espera hasta tener apertura mental. Aun si no te gusta la película, habrá algo que rescatar.
  9. No leas lo que otros críticos han escrito sobre la película que estás analizando.
  10. Trata de no hacerte amigo de las personas que entrevistas. Esto te compromete.
  11. No te compares con otros críticos de cine. Busca generar placer a la gente que lee tus ensayos.
  12. Sé una persona primero y luego un escritor. Mantén un sentido lo que es un cineasta: un ser humano y artista que ha hecho algo que requiere de habilidades y conocimientos especiales. Entiende los retos que enfrenta.

Como reflexión final, el maestro invitado David Trueba ofreció el siguiente pensamiento: "Es una necesidad tener críticos, no solo de cine, sino de teatro, de música, porque hay demasiada información. Necesitamos ayudar a la gente para que pueda llegar a lo que busca, para darles el placer de que puedan acercarse a lo que no conocen. Eso lo deben hacer ustedes, los profesionales, para ellos”.

Sobre el taller

Lugar: Cartagena, Colombia

Fecha: 28 de febrero al 6 de marzo de 2018

Organizadores:  FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, el Ministerio de Cultura de Colombia y Cartago Foundation, con el apoyo del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Ficci) y el Centro de Formación de la Cooperación Española.

Sobre los maestros

Héctor Feliciano

Es licenciado en Historia por la Universidad de Brandeis, tiene una maestría de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia y un diplomado doctoral en Literatura Comparada de la Universidad de París. Ha colaborado en El País, Clarín, The Washington Post, Los Angeles Times, y en las revistas Etiqueta Negra, Letras Libres y El Malpensante.

Es autor de El Museo desaparecido, una investigación periodística sobre el saqueo de arte realizado por los nazis, obra por la que la Universidad de Columbia le otorgó la beca del National Arts Journalism Fellowship Program (NAJP). También ha sido miembro del Comité de expertos de la Comisión Presidencial de Bienes del Holocausto en los Estados Unidos (Presidential Commission on Holocaust Assets in the United States) creada durante el mandato de Bill Clinton. En 1999 organizó el primer simposio sobre la propiedad cultural y el patrimonio en la Universidad de Columbia. En la FNPI ha dirigido talleres de periodismo sobre temas de cultura. Ha sido editor y coordinador de los libros Las mejores crónicas de América Latina II y Gabo periodista

Jonathan Levi

Después de graduarse de la Universidad de Yale, Jonathan Levi recibió una beca Mellon para  estudiar en la Universidad de Cambridge, donde en 1985, fue cofundador y editor en Estados Unidos de la revista literaria Granta, que según el Daily Telegraph fue “simplemente, la revista más impresionante de su tiempo”. Al dejar Granta, Levi dividió su tiempo entre la escritura y la producción. En 1992, escribió la novela A Guide for the Perplexed, reseñada por The New York Times Book Review, el Washington Post, el Newsday, entre otros medios internacionales.

Los textos cortos y artículos de Jonathan Levi han sido publicados en medios como Granta, Condé Nast Traveler, GQ, Terra Nova, The Nation y el New York Times. Desde 1997, Levi ha sido colaborador de The Los Angeles Times Book Review.
Actualmente vive entre Nueva York y Roma, donde escribe sobre artes y viajes para The International Herald Tribune y Condé Nast Traveler. También es asesor para el Festival de Música de Cartagena y el Zaubersee Festival en Luzern, Suiza.

Stephanie Zacharek

Es crítica de cine de la revista Time. Anteriormente fue crítica para Village Voice y Salon.com. Ha ejercido el periodismo cultural en medios como The New York Times, New York Magazine, the Los Angeles Times, Rolling Stone y Sight and Sound.

Es miembro del New York Film Critics Circle y la National Society of Film Critics. En 2015 fue finalista del Premio Pulitzer, en la categoría crítica. El jurado resaltó que sus textos combinan el placer de la exuberancia intelectual, la perspectiva de la experiencia y el poder transportador de la buena escritura.

David Trueba

Estudió periodismo y ha sido guionista de numerosas películas, entre otras Los peores años de nuestra vida, o La niña de tus ojos y Balseros, único documental español nominado al Oscar. Para televisión codirigió el show El peor programa de la semana y creó la serie ¿Qué fue de Jorge Sanz?.

Ha dirigido películas como La buena vida, Obra Maestra, Soldados de Salamina, Bienvenido a casa, La silla de Fernando y Madrid,1987. En 2013 presentó su última película estrenada hasta la fecha, Vivir es fácil con los ojos cerrados, que recibió seis premios Goya.

Ha publicado cinco novelas, entre ellas Saber Perder (2008), que le valió el Premio Nacional de la Crítica a la Mejor Novela. Paralelamente ha mantenido una labor como articulista de prensa en diferentes medios, entre ellos el diario El País y el dominical de El periódico de Catalunya, en los que mantiene una columna semanal.

 

 

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