Somos Mari Pepa

Somos Mari Pepa

Alex, un guitarrista de quince o dieciséis años, tiene un grupo de punk llamado Mari Pepa, con sus cuatro mejores amigos. Él quisiera participar en el concurso “La guerra de las bandas”, pero hay un problema: necesitan un repertorio de por lo menos dos canciones originales, y sólo han compuesto una.
Sebastián Escalón

Alex, un guitarrista de quince o dieciséis años, tiene un grupo de punk llamado Mari Pepa, con sus cuatro mejores amigos. Él quisiera participar en el concurso “La guerra de las bandas”, pero hay un problema: necesitan un repertorio de por lo menos dos canciones originales, y sólo han compuesto una.

Los cuatro chicos se ponen a ensayar. Salvo Alex, todos carecen de técnica y talento musical. El bajista no sabe tocar de pié su instrumento, el baterista pierde el ritmo cada dos medidas y el vocalista no logra aprenderse las letras. Además, los instrumentos están rotos y los amplificadores silban. Con todo, logran armar una canción a partir del estribillo “Ya no te acompaño a misa si tú no me la das”.

Samuel Kishi Leopo, artista visual de quien este es el primer largometraje, adopta el punto de vista de los adolescentes. El director se divierte filmando a los cuatro muchachos en el garaje donde ensayan y en la calle, jugando, insultándose unos a otros, hablando de chicas y sexo, bromeando siempre. Las interpretaciones de los muchachos impresionan por su naturalidad y energía. La vitalidad y sentido del humor de los chicos son contagiosos. La risa brota tras sus improvisaciones ante la pequeña cámara de fotos de Alex. Es tan fácil la felicidad: sólo requiere que no hayan adultos cerca. Pero el desenfado y la risa son una trampa ya que detrás de cada uno de ellos, hay un drama escondido.

De repente, el tono de la película cambia. Dejamos de reírnos. Alex, vive sólo con una abuela senil. Bolter, el vocalista, tiene un primo narco y se prepara a seguirle los pasos. El padre del baterista, Moy, es alcohólico, está desempleado, y el joven debe vender su batería y empezar a trabajar en una heladería.

La banda se disgrega y el desconcierto de Alex se vuelve patente: es un chico solitario, sin novia, sin dinero. Sus padres están ausentes, y a él le toca hacerse cargo de su abuela, quien ya no puede valerse por ella misma. La trampa se ha cerrado sobre cada uno de los miembros de Mari Pepa. Por separado, se encaminan hacia el mundo de los adultos, un mundo feo y tramposo como los clasificados de los diarios en los que Alex se busca un futuro. De los adultos solo puede aprenderse el fracaso, la violencia y la mentira. Poca esperanza deja Samuel Kishi Leopo a su personaje. Acaso, aferrarse a la guitarra y seguir ensayando.

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