Foto: David Estrada
Para Maribel Verdú la frustración no existe en el vocabulario. Dicho por alguien que ha sido nominada 10 veces al Goya, ganándolo en dos ocasiones, suena sencillo. Lo cierto es que en otras ha visto a compañeras de reparto como Victoria Abril y Blanca Portillo alzarse con galardones en categorías donde también ha estado nominada. Sin embargo, Verdú es la única española en recibir el Premio Ariel, otorgado por la Academia Mexicana de Cine, por su rol en El laberinto del fauno (2006), del hoy nominado al Oscar Guillermo Del Toro, a quien no tardó en adjetivar de “generoso”, “perfeccionista” y “muy preocupado” por la técnica del cine, al igual que ella. Así que, comulgando con la filosofía del fallecido Theo Angelopoulos, Maribel hizo un llamado a festejar los triunfos de los colegas como si fueran propios, en un gremio que tiene fama de todo lo contrario.
“Un mundo libre de competencias, de categorías y premios. Libre de festivales”, dice, para luego detenerse y aclarar con mucha gracia: “que sí tenga festivales, por supuesto, pero que sólo muestren las películas y no las pongan a competir”, a lo que los aplausos del público no se hicieron esperar durante la Master Class que la diva del cine español ofreció en el 58 Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, Ficci.
Se declara prendada de la Heroica y de su festival, que también en la víspera le rindió un tributo: “Viendo el teatro (Adolfo Mejía) tan lleno, llegué a pensar que todo era fruto de una cariñosa convocatoria de la Embajada de España y de los organizadores. Que érais todos unos extras aplaudiendo e interpretando sus papeles lo mejor posible. Pero me dije que unos extras no pueden hacerlo tan bien, y ahora estoy segura al veros a vosotros tan guapos acompañándome”.
Además, alardeó de su India Catalina como Invitada ilustre del certamen, y del audiovisual proyectado en dicha gala que compila diferentes momentos de su filmografía a lo largo de 33 años de carrera: “Es que me tenéis que dar ese video, tan bien editado y musicalizado que te pone, ya sabes cómo. Y es que de lo más importante en el cine es el montaje. Lo sabremos los actores.”
Destaca su profundo respeto por el oficio: “No soy un florero, soy una creadora. Hay directores que te marcan tanto que sólo puedes pedir algo de libertad para proponer. Es como un ring de boxeo. Me puedes sacar de las cuerdas y aconsejarme, pero déjame dentro batallar sola”. Proclama a los ensayos como piedra fundacional de su trabajo: “Hay películas que lucen tan naturales e improvisadas como Y tu mamá también (2001) en donde todo está calculado y ensayado al milímetro, precisamente para que no se note”.
Motivada por los espectadores y por el dramaturgo Juan Pablo Félix, su entrevistador, Maribel subrayó en el poder del cine para cambiar la vida de maneras que pocas manifestaciones humanas pueden lograr. También citó a su colega Susan Sarandon (anterior invitada del Ficci) al decir que “la diferencia entre el teatro y el cine es la misma que entre hacer el amor y masturbarse”, para enfatizar que en pantalla no se puede entregar lo máximo en todo momento.
“Dosificar el sentimiento es importante. Eso me lo enseñó Cuarón”. No obstante, es imposible para ella graduar a cuentagotas su emotividad. También lo fue para un público que celebró su candor con esa complicidad que sólo se concede a las estrellas que saben orbitar con los pies en la tierra.
*Este texto también fue publicado en El Heraldo.