Con su libro de historias inauditas sobre Cuba, el escritor y traductor británico J.S. Tennant buscará deleitar e informar en igual medida sobre una isla con muchos secretos que, a raíz del embargo comercial y económico que sufre, poco ha sido contada en inglés por escritores con verdadero conocimiento del país.
En esta entrevista, el primer ganador anglohablante de la Beca Michael Jacobs de crónica viajera habla sobre este género y sobre sus viajes a lo largo de 15 años a un país diverso y fascinante, en los que ha conocido historias sobre gorilas criados en mansiones, campesinos con ojivas nucleares en sus granjas, cavernas con grafitis y otros temas.
Esta no fue la primera edición de la Beca Michael Jacobs a la que postulaste. ¿Qué te motivó a seguir haciéndolo?
Principalmente porque no hay un premio como este. Sentí que mi proyecto realmente se ajustaba a lo que el premio estaba buscando. En mi vida profesional he estado encargado de dos premios literarios internacionales y soy muy consciente de la suerte que se necesita para ganar un premio. Quiero alentar a las personas que aún no han tenido suerte a que sigan escribiendo y sigan enviando su trabajo: no se desanimen.
En lo personal, me gustan los premios porque me ponen plazos para trabajar. Soy una persona perezosa.
¿Qué fue lo que te atrajo hacia Cuba inicialmente?
Cuando tenía diecinueve años, antes entrar a la universidad, viajé por mi cuenta durante seis meses por América Latina. Cuba fue el primer lugar que visité. Fue el país que encontré más confuso y era un lugar en el que no podía dejar de pensar cuando regresé. Cuando era estudiante universitario, en Irlanda, fui nombrado ‘Cronista viajero del año’ por mi primer artículo sobre Cuba. Pero realmente fue por un texto terrible que dice más sobre mí que sobre Cuba. Espero que ya no existan copias de ese texto.
¿Por qué has seguido volviendo a Cuba a lo largo de tantos años?
Tenía que seguir regresando a Cuba porque cada vez que iba veía lo equivocadas que habían sido mis primeras impresiones, al punto en que sentí que tenía que ir a vivir allí durante cinco meses. Realmente fue, y sigue siendo, una historia de amor. Lawrence Durrell decía que existe el lugar donde naciste y luego están los que él llama ‘lugares de predilección’, aquellos que se sienten como el hogar de uno. Cuba es uno de esos espacios para mí; más específicamente: la Plaza de Armas en Habana Vieja.
¿Por qué consideras que el trabajo producto de esta Beca va a funcionar como una especie libro de introducción sobre Cuba para el viajero de hoy?
Cuba tiene una historia única y una tradición cultural larga e influyente, y la escritura contemporánea sobre la isla rara vez brinda una visión amplia. Cuba ha sufrido continuamente a manos de las potencias mundiales, y ha contraatacado. Es un lugar incomprendido, que polariza, y que ha tenido un impacto desproporcionado en la historia y la cultura del mundo. Su reciente aislamiento cultural y político poco le ha ayudado a los extraños a comprender Cuba. Espero que mi libro lo permita, aunque sea un poco.
¿Por qué dices que Mrs Gargantua no será un libro de viajes tradicional?
Yo no creo mucho en la idea de géneros en la escritura, que generalmente son etiquetas útiles solo para hacer ‘marketing’. Este libro es entretenimiento principalmente, pero un entretenimiento que cuenta historias desconocidas, desde la época de Colón hasta el presente. Es un libro sobre monos y simios -el primer chimpancé nacido en cautiverio nació en La Habana-, un matrimonio arreglado entre dos gorilas de circo -de donde proviene mi título, la Sra. Gargantúa-, racismo, misiles nucleares soviéticos y Ubre Blanca, la vaca favorita de Fidel Castro.
¿Cuál crees que es la importancia del viaje en la creación literaria o en el quehacer del cronista?
Creo que viajar te abre los ojos al mundo y te ayuda a ver las cosas desde la perspectiva de otras personas. Para mí eso es inspirador al momento de crear y me permite aprender sobre mí mismo en el proceso.
¿Qué es y qué no es la crónica viajera para ti?
No creo que haya una regla que diga lo que la escritura de viajes no puede ser, pero sí disfruto de una buena escritura que me haga sentir que proviene de un lugar de profundo conocimiento, empatía y originalidad. Un escritor debe involucrarse con el lugar sobre el que escribe, geográfica o espiritualmente, no solo ir de paso.
¿Qué personas han sido tus grandes influencias en tu vida profesional?
Mi abuelo, que era un capitán de navío escocés. Gerald Brenan, el hispanista, que fue el primer escritor de viajes que leí, y que todavía sigue siendo una influencia. Lo leí porque asistió a la misma escuela que yo, y la biblioteca estaba llena de sus libros. Ni siquiera sabía que era tan conocido. Admiro a Raymond Roussel, Sybille Bedford, Jan Morris y Leila Guerriero. Y sobre todo, antes que nadie, a Sergio Pitol.
¿De qué manera estudiar una lengua extranjera y ser traductor ha influido en tu escritura?
Aprender a pensar en otro idioma y tratar de transportar esas expresiones a tu propio idioma es la forma más cercana de lectura y comprensión posible.
Dices que en tus viajes nunca falta tu cámara. ¿Qué valor tiene para ti la fotografía como herramienta para contar historias?
No soy muy bueno como fotógrafo, pero siempre llevo una cámara cuando viajo. Las fotografías me inspiran. Para mí, las fotografías son solo documentos de la realidad porque nos hacen conscientes de lo que queda fuera del marco. Las buenas fotografías te enseñan a mirar, de la misma manera que la buena escritura te enseña a sentir.
¿Qué anécdotas tienes de tus encuentros con Michael Jacobs?
Me siento muy afortunado de haber conocido a Michael, hecho que hace que este premio sea mucho más especial para mí. Él era un hombre de una curiosidad y generosidad infinita. Lo conocí en un festival literario en Xalapa y, aunque apenas nos conocíamos, me llamó más tarde, en Londres. En parte fue para agradecerme por mostrarle el trabajo de Pitol, a quien habíamos conocido en México, pero principalmente era para recomendarme un restaurante italiano donde podría comer sanguinaccio (un paté dulce de sangre de cerdo y chocolate). La madre de Michael era italiana y a él le apasionaba la comida. Pero nunca supe cuál era la conexión entre Sergio Pitol y el sanguinaccio.
Tengo recuerdos difusos de una noche muy larga bebiendo con él en Cartagena, durante el Hay Festival, en la cual me contó historias graciosísimas. Hubo una sobre el momento en que se topó con Ryszard Kapuscinski en un bar de Tombuctú. Otras sobre Sir Anthony Blunt, el famoso historiador de arte que tenía a su cargo la pinacoteca de la familia real inglesa y supervisó el doctorado de Michael. Mientras Michael terminaba su doctorado, Blunt fue expuesto como un espía soviético, lo cual fue un escándalo enorme, y una historia que Michael disfrutaba muchísimo.
Sobre la Beca Michael Jacobs de crónica viajera 2020
En 2014, tras el fallecimiento de Michael Jacobs, la Fundación Gabo y el Hay Festival Cartagena de Indias, como parte de una alianza de más de una década, tomaron la iniciativa de organizar, como homenaje al escritor inglés, la Beca Michael Jacobs de crónica viajera, reconocimiento que este año cuenta con el apoyo de The Michael Jacobs Foundation for Travel Writing.
Con el propósito de incentivar la crónica viajera, en su sexta edición la Beca premió con 7.500 dólares un proyecto de libro o artículo de viajes sobre Hispanoamérica o España, a publicarse en español o inglés. El ganador fue el británico J.S. Tennant.