No había redes sociales. No había Twitter, ni Facebook, ni WhatsApp. Pero había correo electrónicos, y teléfonos. Entonces así eran las convocatorias de los primeros talleres de la Fundación Gabo -antes, Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano-: mediante invitaciones que llegaban a la bandeja de entrada de los periodistas jóvenes de esa generación de mediados de los 90, y por llamadas a las redacciones de los principales medios de comunicación del continente. “¿Te interesaría participar en el Taller de Ética Periodística con Javier Darío Restrepo?”. Algo así debían preguntar en esas llamadas.
Bertha Teresa Bolaños, por entonces reportera del noticiero Cartagena T.V. dijo que sí. Acabó sentada, con 13 colegas más, en las instalaciones de la Cooperación Española, en 1995. Este fue en mayo.
“En esa época yo trabajaba con el Noticiero Televista de Telecaribe. Ellos (la Fundación) nos inscribieron para asistir. Claro, antes nos preguntaron si queríamos ir, porque había bastante personal y solo enviaron a tres de nosotros”: ese fue el sí de Boris Páez, de Barranquilla.
Milton Cabrera también jugaba de local: era el elegido del diario cartagenero El Universal para cursar el taller.
Y así empezaron cuatro días junto a Javier Darío Restrepo. La idea del maestro que era ya estaba instalada en los alumnos. “Siempre había visto a Javier Darío Restrepo como un señor del periodismo, como un maestro; y durante el taller esa idea se fortaleció aún más”, recuerda Milton. No eran nada bajas las expectativas. No lo eran las de Milton, ni las Boris. Tampoco las de Bertha: “Lo imaginaba como un hombre claro, como escribía; cálido, como efectivamente lo fue, y un señor”.
Era fácil hacerse una idea de Javier Darío por sus libros, pero especialmente por sus salidas en noticieros nacionales: un rostro familiar. Y “así como narraba sus historias en televisión, en el taller también lo hizo con mucha claridad”, precisa Boris.
Expuso casos, desentrañó ideas. No dejó a nadie indiferente. Ni a Boris: “Nos puso a pensar sobre el tema ético, siempre controversial, sobre todo en los medios de comunicación. Ni a Milton: “Cada caso que analizaba era expuesto de una manera que dejaba enseñanzas profesionales robustas, porque sus reflexiones estaban soportadas con mucho contexto y soluciones o sugerencias muy bien argumentadas”. Ni a Bertha: “Creo que difícilmente alguien se quedó sin participar en ese taller. Nos resolvió muchas dudas, que fue muy importante. Y dudas ciertas, porque llevábamos ejercicios o inquietudes para resolver pero en un panorama real: el panorama de Cartagena, el político, cómo resolverlo, cómo entenderlo”.
Un invitado inesperado
Llegó el primer día, cuando estaban presentando al maestro Javier Darío, e inevitablemente se llevó todas miradas. Prometió ser breve, porque tenía muchas cosas que hacer esa mañana -rememora Boris a la perfección-, pero se quedó cerca de una hora hablando de todo. Ya era Nobel de Literatura, así que costaba muchísimo no detenerse en la figura de Gabriel García Márquez, no concentrarse en él, eludir todo lo demás.
Regresó el último día de taller, y dijo lo mismo: “Hoy vamos con una intervención corta”, y para beneplácito de todos, estuvo cerca de dos horas, hablando de varios temas, entre ellos el libro que estaba escribiendo en ese momento: Noticia de un secuestro. “Todo como si fuera de mentira, todo un poco surreal. Un ser fuera de serie”, remata Boris.
Solo con Gabo podía Javier Darío Restrepo romper la norma del maestro que escucha para detenerse en diálogos más cerrados, pero memorables, como explica Milton: “A veces, Restrepo y Gabo se trenzaban en reflexiones extensas en medio del taller sobre lo que se debía o no se debía hacer en el ejercicio del periodismo, y los talleristas no nos percatábamos del tiempo. Eran diálogos tan interesantes, de los que aprendíamos tanto, que no queríamos que terminaran, incluso en horas de los recesos programados”.
Lo aprendido
Es casi seguro que cualquier estudiante de periodismo, cualquier reportero en ejercicio, o cualquiera que ejerza este oficio, si alguna vez vio a Javier Darío Restrepo compartiendo sus enseñanzas, dando una charla, entregando un consejo, lo recuerde. Su voz, como la de los profetas bíblicos que tanto leyó cuando era sacerdote, es autorizada, reconocida y respetada. Y es la voz que aún reverbera en sus alumnos, 25 años después.
“La mayor lección que me dejó este taller es que el periodismo si no se conversa, si no se habla de él, se vuelve un ejercicio muy aburridor. El periodismo es para compartir, socializar nuestras ideas, contar nuestras experiencias. El periodismo en sí es una historia”, subraya Bertha.
Milton agrega un par de ideas aprendidas: Que el periodista siempre debe pensar en la gente, en el destinatario de sus mensajes, porque lo que transmite se convierte en una verdad en la que muchas personas basan sus decisiones. Y la necesidad de hacer el trabajo con respeto por todos los actores del proceso informativo, tanto por las fuentes, como por la audiencia.
Veinticinco años después, Milton sigue enseñando lo que algún día él aprendió a sus alumnos de periodismo de la Universidad de Cartagena. En la Cartagena donde comenzó la historia de Javier Darío Restrepo como maestro de la Fundación Gabo. Una historia que se sigue escribiendo, que continúa vigente, y que no acabó con la muerte, en 2019, del autor de más de 30 libros sobre ética periodística. Una historia que se sigue leyendo y que es indisoluble, inseparable. Como el zumbido al moscardón.
'Pensamientos', el primer libro póstumo de Javier Darío Restrepo
“Como no tendrán ya la fortuna de escuchar al maestro Javier Darío en persona, lo primero que quisiera decirles es que, cuando tengas dudas sobre este oficio que hoy navega como barco de papel en medio de tempestades, acudan a este texto para iluminarse. Encontrarán aquí la sabiduría del maestro".
Así se refiere María Teresa Ronderos, maestra de la Fundación Gabo, a Pensamientos, libro que recoge los mejores discursos que marcaron la trayectoria de Javier Darío Restrepo (1932-2019).
Publicado por Fundación Gabo, gracias a la colaboración de la familia de Reestrepo, y editado por Tragaluz Editores, el libro puede adquirirse directamente a través de la tienda de la Fundación Gabo. Los recursos recaudados ayudarán a la Fundación Gabo a cumplir su misión de promover el periodismo ético, innovador, riguroso y de excelencia en Iberoamérica.
En un momento de crisis provocada por la pandemia por COVID-19 y de convulsión social por la desestabilización de las democracias, estas reflexiones indispensables sobre la ética son un respiro en medio del ajetreo del día a día y te ofrecen una mirada clara y profunda sobre la forma de enfrentar los retos que propone la profesión.