Muchas veces son las catástrofes ambientales las que advierten la urgencia de la prevención, mitigación y gestión de riesgos, así como la de un periodismo mejor formado en la cobertura de estos temas. Narrar un desastre ambiental implica contar no solo la crisis del mundo natural, sino también del mundo humano, entendiendo que son el mismo mundo, y que las consecuencias de una tragedia como las que ocurren en el descuido de una noche tienen un impacto que afecta la vida de ese mundo durante décadas.
Eduardo Suárez (España), ganador del Premio Gabo en 2014 con el reportaje Exxon Valdez: una mancha de 25 años, y Consuelo Dieguez (Brasil), finalista en 2017 con su trabajo A onda, conversaron y reflexionaron durante el ciclo de charlas virtuales del Festival Gabo en casa sobre cómo narrar tragedias ecológicas a partir de historias humanas, partiendo de sus experiencias en el cubrimiento de dos desastres ambientales: el vertimiento de 40,8 millones de litros de petróleo en el estuario del Príncipe Guillermo, al extremo norte del golfo de Alaska, un accidente ocurrido en 1989 que marcó a toda una generación, y el colapso en 2015 del gigantesco embalse de residuos mineros Fundão en el estado de Minas Gerais, Brasil, la peor tragedia ambiental ocurrida en este país y la más grave de la historia de la minería mundial.
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El caso del barco petrolero ‘Exxon Valdez’, considerado tanto por su impacto mediático, social y ecológico como “el Chernóbil del mar”, ha traído consecuencias que persisten después de 30 años, pues sigue habiendo petróleo en las playas del estuario del Príncipe Guillermo. El reportaje de Eduardo Suárez es un viaje a la localidad de Cordova (Alaska), que da voz a quienes sufrieron las consecuencias naturales y económicas del vertido: los habitantes detallan el impacto de aquella marea negra sobre la pesca, sobre los animales y sobre los pueblos indígenas, y alertan contra la influencia de las multinacionales petroleras en la política de Alaska.
En A onda, por su parte, Consuelo Dieguez cuenta la historia humana de la tragedia ambiental a través de los relatos de siete víctimas tras el rompimiento del embalse Fundão, que arrasó con la biodiversidad y afectó para siempre la vida de cientos de miles de personas localizadas en los 650 kilómetros recorridos por el lodo.
Aquí recopilamos algunas de las ideas y aprendizajes que surgieron de la conversación entre Eduardo Suárez y Consuelo Dieguez sobre cómo abordar y enfrentar estos fenómenos y mostrar su rostro más humano.
1. Contar los números es importante, pero también mostrar que detrás de cada muerte y de cada afectado, hay gente como nosotros. Hay que ponerse en la piel de la gente que sufre por una tragedia ambiental.
“El reporte A onda reconstruye los momentos tétricos que todas esas personas pasaron, los dolores y el sufrimiento desde que el lodo entra en el río. Es como si el lector estuviera viendo la película de la tragedia. La ciudad desapareció en media hora”. Consuelo Dieguez.
2. Además de mostrar el drama humano, también hay que poner al servicio público el periodismo: ¿cuáles son las lecciones de una tragedia?
“Lo que demuestra la tragedia es que debe haber regulaciones. A la empresa responsable le salió bastante gratis. Esa noche el capitán estaba borracho, pero el problema es que no deberíamos depender de un capitán borracho. Debería haber un sistema seguro que prevenga estas catástrofes. Debe haber una regulación adecuada, preparación y seguridad. El proceso judicial fue muy descorazonador, con una multa muy pequeña”. Eduardo Suárez.
3. Es fundamental transmitir empatía a través de lo que significa que una tragedia cambie la vida de tanta gente.
“Lo que intenté fue encontrar gente que le hubiese afectado la tragedia y transmitir esa empatía de lo que significa que tantas toneladas de petróleo vertidas cambien la vida de tanta gente”. Eduardo Suárez.
4. Hay que mostrar el impacto de lo ocurrido. El desastre de un día nos acompaña por décadas.
“Los peces empiezan a morir y en pocas horas deben cerrar la entrada de agua del río. Luego empieza una crisis humana porque no hay agua, las personas no tenían qué beber. En ese pequeño lugar tuvieron que irse a una ciudad más próxima y el rumbo de la vida de la gente cambia para siempre”. Consuelo Dieguez.
5. Los ataques y las amenazas a la prensa son inevitables. Tenemos que denunciar y buscar ayuda, incluso internacional.
“En Brasil la situación es muy complicada porque el presidente señala a la prensa y a las organizaciones no gubernamentales, pero tenemos que denunciar y buscar ayuda, incluso internacional”. Consuelo Dieguez.
Sobre Consuelo Dieguez
Periodista de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. Ha sido reportera de Economía en la sucursal de los periódicos Globo y Jornal de Brasil, en Brasilia. Fue subdirectora de Economía del Jornal de Brasil en Río de Janeiro y editora de Política de Globo. Se desempeñó como jefe de redacción de TV Globo, editora asistente de la Revista Veja y jefe de sucursal de la Revista Exame. Es reportera en la revista Piauí, donde escribe reportajes investigativos y perfiles de personajes de la vida política y económica de Brasil y Latinoamérica.
Sobre Eduardo Suárez
Licenciado en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Fue corresponsal de El Mundo en Londres, Estados Unidos y Bruselas, así como comentarista en programas de CNN, Univision, BBC, NY1 Noticias o Sky News. Es autor de los libros La carrera y El rastro del Exxon Valdez. Actualmente es Director de comunicaciones del Instituto Reuters para el estudio de periodismo de la Universidad de Oxford.