"Presentarse a un premio periodístico me ha parecido siempre un ejercicio imposible para mí. En más de treinta años jamás lo he hecho. Incluso ser jurado me ha resultado siempre un tanto incómodo. Juzgar el trabajo de otros compañeros y elegir el ganador entre varios, si se hace con honestidad, no es tarea sencilla. He de decir, sin embargo, que en esto de los premios no todos son iguales. Y sí, los de la Fundación son de los que merecen la pena. Por la esencia misma de la institución, desde su impulsor hasta el último miembro del equipo, y por la seriedad con la que creo trabajan los selectores y los jurados. Yo formé parte de uno de estos tribunales del mérito periodístico hace dos años y fue una experiencia deliciosa. Es verdad que trabajamos mucho y que ese viaje a Cartagena de Indias que parecia un sueño, en realidad se convirtió en muchas horas repasando sitios de internet encerrado entre las cuatro paredes de la habitación de un hotel. Un preso en el paraíso, si, pero al final del trabajo hubo tiempo para todo. Animo pues desde aquí, sobre todo a los jóvenes, a que aprovechen esta oportunidad y presenten sus historias, su trabajo, sus ilusiones. Si tienen la suerte de ganar o ser finalistas el mejor premio va a ser formar parte de la gran familia del oficio periodístico que es la FNPI".