En el último día del taller de libros periodísticos con Martín Caparrós, que se realizó entre el 5 y el 9 de junio, en el marco de la Feria del Libro de Madrid, se abordó una de las cuestiones que más frustración suele generar en los periodistas: el impacto de sus publicaciones. ¿Sirve de algo el trabajo que hacemos? ¿Valen la pena todos los riesgos que se corren a veces para contar una historia? ¿El periodismo puede cambiar la realidad?
Para el periodista y escritor argentino Martín Caparrós, preguntarse acerca de la utilidad de los trabajos periodísticos “es la mejor forma de desanimarse”. “Esa es una trampa fácil”, dijo, en la medida en que puede acabar desmovilizando a los periodistas.
La periodista mexicana Eileen Truax agregó que el trabajo de los periodistas “no es cambiar el mundo, sino ayudar a entender a la gente para que lo cambie”.
“La cosa más frustrante que me ha pasado fue ver ganar a (Donald) Trump. Luego de 15 años escribiendo sobre la frontera, sobre migración, fue como sentir que eso no había servido de nada”, contó, en relación al proceso electoral que llevó al empresario estadounidense a la presidencia de su país en enero de 2017.
Truax confesó que en ese entonces le pasó por la cabeza dedicarse a hacer entretenimiento en la ciudad de Los Ángeles, donde residía, por la frustración que sintió. No obstante, a cinco años de ese momento, piensa que “sin el trabajo que se hizo antes y durante el gobierno de Trump no hubiera ganado Biden, o no hubiera perdido Trump”.
La venezolana Ronna Risquez, otra de los ocho periodistas de España y América Latina que se reunieron en el taller, comentó que en su país también se vuelve muy frecuente el sentimiento de frustración por las características del gobierno de Nicolás Maduro, que es fundamentalmente autoritario.
Risquez dijo que, en ocasiones, luego de la publicación de denuncias de corrupción en el gobierno, los funcionarios acusados resultaban ascendidos. No obstante, destacó que el periodismo sí ha servido para nutrir con información, referencias y testimonios el trabajo de organizaciones internacionales defensoras de derechos humanos que ejercen presión sobre el régimen.
Otro de los ejemplos referidos fue el de Cuba, donde impera un régimen similar al de Venezuela, aunque su historia de represión es mucho más larga, pues cuenta ya con más de 63 años. En este caso, el periodismo independiente al Estado ha servido no tanto para cambiar la realidad reflejada en las distintas historias como para reivindicar los derechos de la ciudadanía a ejercer las libertades de prensa y expresión.
“Solo hay ese camino, somos periodistas al final por naturaleza”, dijo el español Agus Morales.
¿Por qué asistir a un taller de libros periodísticos?
Superado el tema del impacto del periodismo, los participantes hablaron acerca de su experiencia en el espacio y el significado que había tenido en sus proyectos y carreras.
Agus Morales no dudó en afirmar que cambió su vida. “Me ha cogido este taller justo en el momento en que tenía que acabar de definir hacia dónde iba”, explicó. Y el taller le permitió enrumbar la narrativa de su libro.
El chileno Pato De La Paz dijo que, luego de las sesiones de trabajo, seguía convencido de que “el libro que quiero hacer es la memoria desde la vejez, desde lo que las vidas largas acumulan y la manera en que lo acumulan, independientemente de la estructura en la que se den”.
“Desde la vejez se narra de otra manera, los recuerdos son de otra manera, y me gustaría que ese fuera el tono”, explicó. Para Pato supuso igualmente “un impulso” al cual le toca ahora darle vida y forma.
La escritora argentina Marianela Jiménez se refirió a su experiencia como “un privilegio indescriptible”. “Todavía estoy decantando todo lo que se dijo y lo que pude agarrar que no era sobre mi trabajo. Me causa mucha sorpresa y alegría sentir de cada uno cosas muy potentes sobre el trabajo”, dijo. “Siento que se han movido las placas tectónicas de la escritura a un nivel muy vital”, aseguró.
La colombiana Juanita Vélez también coincidió con Pato en la idea del impulso: “lo que más me ha regalado este taller es impulso, ya llevo dos años haciendo esto y me llega en un momento muy bueno de acomodar cosas finales”.
“Una sale con una idea muy distinta del libro y sus posibilidades y la vigencia que pueda tener el tema. Y se quita muchos miedos también. Todos tuvimos el mismo miedo de la vigencia y se dieron respuestas muy interesantes, como de que si uno se pone a pensar en qué va a pasar en 30 años, no escribe”, contó.
Ronna dijo que el taller cambió su percepción de la escritura y representó “una ayuda inmensa”.
“Para mí, algo muy importante fue que me ayudaran a entender que una cosa son las fuentes y otra los personajes, que necesitaba un texto más vivo. Para mí eso fue una luz”, dijo.
Truax, quien ha pasado antes este mismo taller, añadió: “la fórmula es mágica, funciona tanto que publicamos”.
“También el nivel de vulnerabilidad que se alcanza, aceptar que otras siete personas te digan cosas, crea un vínculo. Y es un vínculo duradero. Porque te has mostrado vulnerable ante otros y los otros se han mostrado vulnerables ante ti. Con quienes yo estuve en el primer taller de libros seguimos en contacto”, dijo la escritora.
La española Miriam Castro precisó que ella ha disfrutado tanto o más cuando le tocaba hablar a cualquiera de los demás que a ella misma. “Me he contagiado de ver cómo se hace una historia”, dijo.
“Para mí es importante lo que saco de mi texto y lo que saco del de los demás. Me parece tan interesante compartir lo de los demás como lo de una. Me apunté en el taller por Martín, pero agradezco lo que me han aportado todos”, reconoció.
Por último, el argentino Ernesto Picco dijo que lo primero que se lleva es seguridad con su tema de investigación: “porque he tenido varios lectores informados y que el tema prenda es un plus, me voy con más confianza con eso”.
Martín Caparrós, luego de escuchar a los talleristas, concluyó que “estos talleres son ejercicios de generosidad, de pensar para los otros”. Y con este mismo sentido se acordó la creación de un “comité de títulos”, un espacio virtual donde los asistentes no solo intentarán encontrar en colectivo los títulos de sus historias, sino también mantener el vínculo del que hablaba Truax.
Sobre Martín Caparrós
Es un periodista, novelista y ensayista (Buenos Aires, 1957). Ha practicado periodismo cultural, político, policial, deportivo, gastronómico y taurino en prensa, radio y televisión. Comenzó en 1973 en el diario Noticias de Argentina. Vivió en París, donde se licenció en Historia, y más tarde en Madrid, donde colaboró con el diario El País y distintos medios franceses. De regreso a su país dirigió los mensuarios El Porteño, Babel, Página/30 y Cuisine & Vins. Ha publicado más de treinta libros traducidos a más de treinta idiomas. Uno de los más conocidos es El Hambre, que narra y explica esta problemática mundial a través de la no ficción, y ha tenido una gran repercusión internacional. Además, como novelista ganó el premio Planeta Latinoamérica 2004 por Valfierno y el premio Herralde 2011 por Los Living. Recientemente recibió el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes (España) y el Premio María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos). En estos momentos reside en Madrid y publica con el diario El País. Es maestro de la Fundación Gabo desde 2001 y miembro de su Consejo Rector desde 2013.
Sobre el taller de libros periodísticos con Martín Caparrós
Con la guía de Martín Caparrós, ocho periodistas y escritores iberoamericanos someterán a análisis y discusión un proyecto de libro periodístico en el que se encuentren trabajando, con el fin de lograr contar la mejor historia posible. El taller tiene lugar entre el 5 y el 9 de junio, en Madrid, España, como parte de la programación de la 81ª Feria del Libro de Madrid. También coincide con el aniversario 40 de la entrega del Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez.