Relatoría del taller para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas (Tercera edición)

Relatoría del taller para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas (Tercera edición)

Durante cuatro sesiones virtuales, 18 periodistas de Latinoamérica conversaron y reflexionaron junto con expertos sobre cómo investigar y construir nuevos relatos sobre el fenómeno de drogas en la región.
Aranzazú Ayala

En el marco de la tercera edición del Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas (FINND), 18 periodistas de Latinoamérica obtuvieron un estímulo económico de hasta 6.000 dólares y participaron en un taller virtual y en mentorías para capacitarse y reflexionar sobre cómo se aborda la temática de las drogas desde el periodismo, para hacerlo de una manera diferente, sin estigmas ni criminalización. 

Ramón Campos Iriarte (Colombia), director académico del Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas, y los expertos invitados Guillermo Garat (Uruguay), periodista y editor freelance; Adriana Muro (México), fundadora de Elementa DDHH, y Chris Post (Estados Unidos), experto en seguridad, compartieron durante cuatro sesiones tips para hacer coberturas más seguras, con el propósito de desintoxicar la narrativa oficial cuando se habla de drogas y, sobre todo, para cambiar los paradigmas que tienen las audiencias en torno a la violencia y criminalización del fenómeno.

Una nueva narrativa

Al dar la bienvenida a las y los integrantes de la tercera generación de este fondo, Diego García-Devis, oficial sénior del programa de política de drogas de Open Society Foundations, mencionó que la política prohibicionista de las drogas ha sido un fracaso y ha provocado, entre otras cosas, que el discurso y perspectiva en torno a este fenómeno sean binarios, enfocados en la ilegalidad y violencia, sin ver todas las aristas ni analizar sus orígenes y consecuencias.

Dijo que el periodismo tiene un rol clave para contar de manera distinta todos los fenómenos sociales relacionados con las drogas e impulsar un debate informado que se salga de la narrativa tradicional estigmatizante.

Guillermo Garat suscribió esta idea, recordando que lo que se considera una nueva narrativa sobre drogas es algo que está actualmente en debate, que se está construyendo y que rompe con el abordaje anterior donde todo era sumamente polarizado.

La narrativa tradicional respecto al tema divide, señala culpables y refuerza la criminalización tanto de las sustancias como de quienes las producen y consumen, insistiendo en los estereotipos como los “traficantes malos” o los “consumidores problemáticos”. 

Sin embargo, destacó que una nueva narrativa periodística se centra en romper con este discurso y es necesaria para hablar de las políticas de drogas desde una perspectiva de derechos humanos.

Garat dijo que un abordaje no tradicional de este fenómeno debe tener múltiples fuentes, debe estar informado y centrado en las personas y la comunidad: en esencia, no busca confirmar prejuicios, sino explicar un fenómeno.

Desde Elementa DDHH, organización que dirige Adriana Muro, también se han sumado a la búsqueda de narrar desde un nuevo ángulo el complejo fenómeno de las drogas. La propuesta de la organización para cambiar el discurso desde el periodismo– disponible en el documento “Desintoxicando narrativas: kit de herramientas en política de drogas”– es narrar desde los efectos de la prohibición. 

La abogada puso como principal ejemplo la visión sobre el narcotráfico como un efecto de la prohibición, en lugar de verlo desde el origen. “Se ha hablado del narcotráfico como un monstruo abstracto que tiene a nuestros países sumidos en violencias, pero no hay una reflexión previa de qué genera el narcotráfico, qué genera el mercado declarado ilícito de drogas y el sistema de prohibición”.

Tanto Muro como Garat coincidieron en que es importante que las y los periodistas identifiquen desde dónde se ha hablado de drogas durante las últimas décadas, y desde dónde quieren hablar ahora para ampliar la perspectiva de las audiencias.

La prohibición y sus consecuencias

Para hacer un periodismo que hable sobre drogas desde un lugar diferente hay que entender el contexto histórico del tema, y sobre todo la criminalización que ha permeado la narrativa durante al menos las últimas seis décadas. En palabras de la abogada Muro, hay que entender las lógicas de la prohibición y ver cómo éstas impactan en los derechos de todas las personas.

La política prohibicionista de las drogas inició en Estados Unidos con una justificación moralista y sin evidencia científica frente al uso de las drogas. Fue y sigue siendo utilizada principalmente para justificar y legitimar la persecución a ciertos grupos, como la comunidad afroamericana y los migrantes. Garat recordó también cómo el presidente Richard Nixon utilizaba el discurso de las drogas para criminalizar a la disidencia, algo que se ha usado como doctrina de seguridad en toda Latinoamérica.

Hay varios tratados internacionales que han prohibido las drogas de manera extrema, y generado un estigma respecto a ciertas sustancias psicoactivas. Muro dio como ejemplo un primer tratado firmado en 1961 que incluye al cannabis, la hoja de coca y a la amapola, plantas precursoras de sustancias psicoactivas que desde hace al menos 60 años han sido criminalizadas a nivel tanto jurídico como social.

Las políticas prohibicionistas dan pie a que exista un mercado ilícito de drogas, que a su vez origina fenómenos como el narcotráfico, el lavado de dinero, el tráfico de armas y el control del territorio mediante la violencia. Esto, porque para que el mercado ilícito funcione se crean y tejen redes de protección, no sólo dentro de la clase política y el servicio público, sino también dentro del sector privado. 

En palabras de la abogada, esto tiene costos altos como el aumento de las violencias, impactos en grupos históricamente marginados y la fabricación de culpables para sustentar que se “está ganando la lucha contra las drogas”.

“En general en los medios se dice que el narcotráfico es el causante de las violencias, y los gobiernos luchan contra esto, pero no se entiende que hay un ordenamiento jurídico detrás de esto, servidores públicos que lo mantienen”, mencionó.

Un punto importante a considerar es que durante los últimos años la política prohibicionista de drogas se ha convertido en un instrumento político-electoral, y puso como ejemplo el caso de México cuando el ex presidente Felipe Calderón declaró la “guerra al narcotráfico” para validarse después de una muy cuestionada elección presidencial, estrategia que al día de hoy ha dejado un saldo de cien mil personas desaparecidas en el país.

Este discurso público de prohibición ha generado políticas públicas basadas en criminalizar, que ven las drogas como un problema de seguridad y dejan de lado consecuencias como la violencia en todas sus formas, que escala y se reproduce en toda la región.

¿Cómo cambiar la forma en la que hacemos periodismo sobre drogas?

Durante el taller, las y los periodistas reflexionaron sobre cómo se aborda tradicionalmente el fenómeno desde los medios y cómo hacerlo de manera diferente, tocando ángulos que generalmente no se reportean, como hablar desde las personas usuarias, las cultivadoras, pueblos indígenas, diversidad sexual y el rastro del dinero.

Para Garat es importante tomar en cuenta que el asunto principal del trabajo es el periodismo, no un “periodismo de drogas”, para no seguir trabajando desde los lugares comunes y los estigmas que tradicionalmente se relacionan con este fenómeno.

Por su parte, Adriana Muro compartió una serie de puntos que desde Elementa DDHH sugieren a las y los periodistas tomar en cuenta para desintoxicar las narrativas al hablar sobre drogas:

  1. El desprecio por la evidencia: los estados siguen despreciando la evidencia de que el uso de drogas no es dañino en sí, 60 años después de la prohibición.
  2. Estigmas: quién cultiva, quién usa, quién trafica.
  3. Racismo y clasismo 
  4. Criminalización y uso del derecho penal: impide generar políticas y regulación.
  5. Lugares comunes: “combatir a punta de balazos, drogas son lo peor”. 
  6. Enfoque bélico: es el que todavía se mantiene desde el discurso oficial. 

Otro consejo que se compartió durante el taller fue tomar en cuenta la política actual respecto a prohibición y despenalización, no sólo a nivel local y regional sino también internacional. Aunque el discurso de los países más influyentes sigue siendo en contra de las drogas, otros estados han abierto el panorama y empezado a hablar, por ejemplo, de la reclasificación del cannabis. 

Es un hecho que hay un mayor protagonismo del discurso de derechos humanos, tanto desde la sociedad civil como de agencias en dicha materia, que han tenido más fuerza y logrado cambios en cuanto al abordaje del fenómeno a nivel social y jurídico.

Una lista de recomendaciones para periodistas:

  1. Tomar en cuenta que la política de drogas abarca muchas disciplinas y hay una variedad de fuentes y términos. Hay que buscar a especialistas en distintas áreas e informarse desde una mirada multidisciplinaria.
  2. Recordar que la política de drogas no es un asunto nacional, es internacional, impacta las relaciones entre países.
  3. El mensaje de la prohibición ha permeado, por eso es importante informar desde un tono realista, con matices, con grises. Muchas personas de generaciones anteriores e incluso de las actuales crecieron con la prohibición; no hay que hablarles en tono despectivo ni juzgarlas, sino resolver dudas y preocupaciones válidas e históricas.
  4. La memoria debe ser un elemento fundamental en el trabajo periodístico. Tengamos en cuenta que el narcotráfico ha tenido impactos negativos y fuertes en millones de personas en la región.
  5. Mostrar la fotografía completa, todo el panorama.

Finalmente, Muro compartió que desde Elementa DDHH proponen una lista de puntos a verificar antes de publicar una nota relacionada con el fenómeno de las drogas, para comprobar si las y los periodistas lograron la desintoxicación de su narrativa.

  • ¿La información es correcta?
  • ¿Se incluye el contexto de la temática a difundir?
  • ¿Se usan términos correctos?
  • ¿Los titulares y contenidos libres de discriminación y estigmas?
  • ¿Incluye información oficial y distintas fuentes?
  • ¿Consulta experiencia comparada y debate internacional?
  • ¿Incluye experiencia comparada?
  • ¿Usa imágenes correctas que no refuercen estereotipos?

Seguridad y planeación

En la primera sesión del taller, a cargo de Christ Post, del experto en seguridad para periodistas, se habló ampliamente de la seguridad al reportear e investigar temas no solo sobre drogas. 

Fue una invitación a las y los periodistas a repensar cómo disminuir riesgos, tanto físicos como digitales. En palabras de Post, hay una diferencia importante entre ser una persona reactiva, que reacciona cuando hay un problema, a una proactiva, que es la que se prepara previamente, puede manejar un escenario complejo y se asegura que ni el periodista ni sus fuentes resulten lastimadas.

Post recomendó hacer una evaluación de riesgos previa a iniciar el trabajo, enfatizando que eso no ayuda a eliminar los riesgos, sólo a reducirlos. Para ello, se deben tomar en cuenta las amenazas, que pueden ser de dos tipos:

  1. Físicas: robo, asalto, secuestro, asesinado, heridas, violación.
  2. Inmateriales: hackeo, public shaming, trolleo, doxeo, acoso, intimidación, filtración de información.

El periodista compartió el método PETE (por sus siglas en inglés People, environment, task, equipment, o gente, ambiente, asignación, equipo).

  • People, o quiénes están involucrados en la historia: periodistas, gente a favor o en contra, quienes no son periodistas, opositores, gobierno, nuestras fuentes. Ya sea un evento o incidente, quiénes están involucrados y qué riesgos pueden implicar.

  • Environment, o en qué ambiente estamos trabajando: por ejemplo si la zona es peligrosa, si hay focos rojos, si hay señal de teléfono o no, qué tan accesible es ingresar al sitio y cómo puede impactar eso en la cobertura o en una situación de riesgo.

  • Task, o asignación: definir si vamos a ver una fuente por primera vez, a grabar o no, tengo que cuidarla o no, si está en riesgo, qué estaré haciendo exactamente.

  • Equipment, o revisar qué equipo se necesitará para la asignación, que puede ser desde casco y chaleco antibalas hasta vehículos especiales o equipo de comunicación especial.

Respecto a la seguridad digital, Post explicó que esta no sólo está en el ámbito virtual, sino que también puede haber amenazas desde los espacios físicos. “Tenemos que pensar la seguridad digital como la forma en que alguien quiere usar nuestra información para hacernos daño, o también proteger la información que tenemos en caso de que no tengamos respaldo”, dijo el especialista.

Sobre Ramón Campos Iriarte 

Documentalista y periodista bogotano que ha enfocado su trabajo en conflictos sociales y medioambientales en las américas. Se formó en ciencia política en la Universidad Nacional de Colombia, y tiene maestrías en Media Studies de New School, y Politics de New York University. Ha trabajado con publicaciones, canales y organizaciones como Univision, Aljazeera, Americas Quarterly, VICE y Avocats Sans Frontiers. Con frecuencia escribe crónicas para el periódico El Espectador. Desde 2019 es el director académico del Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas convocado por la Fundación Gabo y Open Society Foundations.

Sobre Guillermo Garat

Periodista uruguayo y editor freelance. Colaborador de The Associated Press en Uruguay. Sus artículos han sido publicados en Le Monde Diplomatique, Gatopardo, revista Anfibia, Vice, New York Times y Washington Post en Español, El País, el Malpensante, EFE (Berlín) y otros. La mayoría de ellos sobre drogas y sociedad. Ha producido para Al Jazeera (EEUU), SBS de Australia o Deutsche Welle en Español. Autor del ensayo periodístico Marihuana y otras yerbas: regulación y uso de drogas en Uruguay (Random House, 2012). Ha editado artículos en la revista de periodismo narrativo Lento. También editó el libro Al otro lado: crónicas y reportajes sobre drogas y personas en Ecuador y Fármakon, el blog de drogas en América Latina de La Diaria.

Editor de Nuevas Narrativas latinoamericanas sobre drogas (Fundación Gabo, 2021). Alumno del Internationale Journalisten-Programme de Alemania.

Sobre Adriana Muro Polo

Abogada mexicana por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México con Maestría en Derechos Humanos y Democratización de la Universidad Externado de Colombia. Tiene más de 10 años de experiencia en organizaciones de la sociedad civil en México y Colombia. En 2014 fundó Elementa DDHH, una organización con sede en Bogotá y Ciudad de México que busca, a través del uso creativo del derecho, aportar a la garantía de los derechos humanos en la región. Específicamente en el área de política de drogas, coordina proyectos de la mano de colectivos, organizaciones e instituciones del Estado para la creación de escenarios jurídicos viables y el desarrollo de investigaciones y estrategias de incidencia nacional e internacional para visibilizar los efectos de la guerra contra las drogas y transitar hacia una política respetuosa de los derechos de las personas. Desde el año 2017, es la directora ejecutiva de dicha organización.

Sobre Chris Post 

Es un periodista visual estadounidense, ganador del Emmy y entrenador especializado en seguridad tanto física como digital. Es también integrante de la National Press Photographers Association y de la Radio Television Digital News Association de Estados Unidos.

Sobre el Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas (FINND)

El Fondo para investigaciones y nuevas narrativas sobre drogas (FINND) es un programa de la Fundación Gabo y Open Society Foundations (OSF) que apoya y fomenta trabajos periodísticos innovadores que aborden con rigor, ética y calidad los desafíos, retos y oportunidades relacionados con las políticas de drogas en Latinoamérica.

En su tercera edición, el fondo entregó 18 becas de hasta 6.000 dólares cada una, a periodistas de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Paraguay y Perú, quienes accedieron a   un taller de la Fundación Gabo sobre nuevas narrativas sobre drogas y a mentorías durante tres meses. 

 

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