Dos siglos después del fin del comercio de esclavos, sus consecuencias siguen vivas; de eso está convencido Diego Cobo, ganador de la Beca Michael Jacobs de crónica viajera 2017 por el proyecto Huellas negras, el rastro de la esclavitud, una serie de reportajes que inició en Jamaica, Gambia y Estados Unidos y que, con este estímulo de cinco mil dólares, logró adentrarse también en Cuba y Colombia.
¿Por qué decidiste seguirle el rastro a la esclavitud y cuál fue tu impresión en el primer acercamiento?
La serie comenzó por azar, ya que me crucé el tema poco antes de ir a Jamaica, un país inmerso en un proceso de reclamación de daños al Reino Unido. Trabajando el reportaje en el terreno, me sorprendió la mezcla de identidades y el subdesarrollo del país por causas concretas. Al independizarse hace medio siglo, lo hicieron en un punto de partida sin recursos.
¿Cómo escogiste los lugares que harían parte del recorrido?
La chispa que encendió esta serie fue el azar. Tras trabajar el rastro de la esclavitud en un país que albergó a más de un millón de esclavos, decidí que tenía que ir al puerto de salida de esos esclavos y al lugar donde comenzó la lucha por los derechos civiles estadounidenses. Colombia y Cuba, donde continúa el proyecto, creo que son países representativos de lo que supuso la esclavitud en América Latina.
¿Qué particularidades has encontrado en la manera como se manifiesta hoy el paso de la esclavitud por Jamaica, Gambia y el sur de Estados Unidos?
Sinceramente, me ha impresionado. En Jamaica me encontré una sensación generalizada de humillación por parte del imperio británico hacia ellos; en Gambia, durante dos siglos vaciaron el país de los hombres que podrían haber contribuido al progreso del país. “Todos nuestros problemas se deben a la esclavitud: todos”, me contó un historiador. Y en el sur de Estados Unidos existe una segregación de facto, que sigue marcando las relaciones de buena parte del país. La impunidad ante los asesinatos de afroamericanos a manos de la policía es un síntoma de ello.
¿Para hacer crónica de viajes escoges primero el lugar o la historia?
Generalmente me atrae algo de un lugar, que está relacionado con un hecho o un personaje. Jack London me llevó a viajar por Alaska y Moby Dick a la isla de Nantucket, por ejemplo. Después voy al lugar y empiezo a olfatear, sin demasiados planes rígidos.
Michael Jacobs decía que "la literatura sobre viajes puede enriquecer nuestra comprensión del mundo en una forma única". ¿Cómo crees que esta serie de reportajes puede ayudar al lector a enriquecer su visión del mundo?
Si se sorprende quien se adentra en esos lugares, es difícil que no lo haga quien lee esos textos. Las crónicas vivas transmiten el olor, el ambiente. Son textos que van más allá de las meras palabras. Si se consigue todo eso, y además con rigor, puede romper cualquier prejuicio que tengamos de lugares, habitantes o acontecimientos.
¿Qué esperas que pueda representar la Beca para tu proyecto?
Lo que supone la beca para este proyecto es reafirmar los trabajos hechos en Jaimaica, Gambia y Estados Unidos y animarme a continuar esta investigación, esta exploración, esta puesta en contexto de las consecuencias que la esclavitud tiene hoy. Supone también una señal en el camino para seguir cultivando el periodismo narrativo, las crónicas un poco más largas y de más exploración aunque a menudo no encuentren el espacio en muchos medios. Lee el acta de juzgamiento de la beca Michael Jacobs de crónica viajera 2017.