La postal para la historia solo puede ser una: el muro de Berlín franqueado libremente por primera vez desde su construcción en 1961, y apedazado por los manifestantes de ambos sectores de la capital alemana. Era un 9 de noviembre en la RDA, cuando una orden de lo alto mal seguramente interpretada por los guardianes de la pared de piedra, abría el camino desde el sector comunista al liberalismo de Occidente. Lo que el día 9 era una vía de agua se convertía pronto en un 'tsunami' que anegaba el sistema. El último acto de la historia que comenzaba con el fogonazo de una fotografía, habría de ser la desaparición de la URSS en 1991, pero en 1989, su principal inductor, el ruso Mijail Gorbachov, podía aún creer que ordenaba el juego. Pero la tapia berlinesa no caía a solas. El 4 de junio se habían celebrado las primeras elecciones democráticas en un país comunista, Polonia. El jefe del Estado, general Jaruzelski había sido informado por sus indocumentados servicios que el PC ganaría al alimón con la anticomunista Solidaridad del electricista Lech Walensa, y que en un gobierno de coalición la derecha tendría que asumir su parte de los costes de una situación económica catastrófica. Y coalición si que hubo, pero de las fuerzas anti-régimen, porque el comunismo polaco de 250 escaños en juego solo obtuvo uno, y eso porque en la circunscripción no había candidato anticomunista. Cuando la noche de Berlín y Varsovia se hacía madrugada en Pekín, otro muro resistía, sin embargo, mucho mejor que el soviético. Policía y ejército arrasaban la plaza Tienanmen de la capital china, donde miles de manifestantes que reclamaban libertad y democracia, huían o eran aplastados por los tanques del posmaoísmo. Y si no un muro, sí un record alcanzaba el PSOE en España, donde Felipe González se hacía con su tercer mandato electoral. Y, por último, otro alto farallón se desmoronaba a fin de octubre. Tras el parcial repliegue de la dictadura pinochetista, el pueblo chileno era convocado a las urnas con limitaciones constitucionales, pero libertad de partidos. Y una coalición de la izquierda prudente y la derecha presentable llamada Concertación, inauguraba lo que serían dos fructíferas décadas en el poder, así como el enterramiento progresivo de un régimen dictatorial y militar, inaugurado con el golpe de Estado y muerte del presidente constitucional Salvador Allende, en septiembre de 1973.