Existe la conciencia de que la información periodística, ni se compra ni se vende. Es una regla general que tiene el riesgo de todas las teorías generales. Tiene su fundamento en hechos como estos: a) Pagar por una información, la convierte en una mercancía, contrario a su naturaleza de bien social. Sería, por tanto, una forma de reconocer la expropiación de un bien que es de todos. b) Tener o no tener una noticia, debe depender del trabajo profesional del periodista y no de las leyes del mercado. El trabajo profesional incluye la garantía de que el receptor no será engañado y de que la noticia es socialmente oportuna. El alto o bajo costo de la noticia no garantizan esto y sí expone al receptor al engaño o ligereza de quien no busca el beneficio social de la noticia, sino la satisfacción de su avidez. c) En el trabajo profesional está incluida una visión ética de la noticia que obliga a contextualizarla, que la provee de antecedentes y proyecciones y que la hace comprensible. Todo esto desaparece cuando el interés del periodista se limita al negocio de la mercancía noticiosa. En el caso propuesto es evidente que la propuesta económica de la fuente llegó al cabo del trabajo periodístico y en el momento en que los hallazgos del reportero necesitaban una confirmación. La noticia en el caso se debe al trabajo profesional y no a la ayuda en dinero que recibe la fuente. Esta diferencia entre pago por una mercancía y ayuda a una fuente es la que el periodista debe precisar en cada caso con una valoración honesta de las circunstancias. Documentación En el periodismo norteamericano todavía se acostumbra pagar por información o por los derechos exclusivos a una entrevista. Se trata de un método de reportaje desaprobado por los norteamericanos, y su práctica es más común en Gran Bretaña donde hasta los funcionarios públicos piden que se les pague por las entrevistas. En este país, el contrargumento en adición a los costos, es que invita a los informantes a mentir por dinero, a comerciar con los hechos. El periodismo de chequera que ha recibido más atención en los Estados Unidos tiene que ver con las jugosas sumas de dinero que los grandes medios han pagado por los derechos exclusivos de la noticia de algún VIP: los US 100.000 que la CBS News pagó en 1975 por las entrevistas exclusivas a H.R.Haldeman, el asistente más importante de Nixon en la Casa Blanca. Nunca fue revelada la suma que la revista Life pagó por los derechos exclusivos a las declaraciones personales de los astronautas. Así se ocultaron las fallas del programa espacial que solo se revelaron cuando Tom Wolfe se propuso desenterrar material para su libro The Right Stuff. Una voz que disiente de los puntos de vista prevalecientes contra el periodismo de chequera, proviene de Jack Landau, un abogado que dirigió el comité de reporteros para la libertad de prensa. Dice: "el periodismo de chequera puede parecer una práctica cuestionable económicamente hablando, pero no puedo percibir la diferencia legal de la información que compran las publicaciones a cierta clase de personas, pero que no parece extenderse a otras" En cualquier caso Landau se cuenta entre aquella pequeña minoría de periodistas que se permiten una palabra amable para el periodismo de chequera. Eugene Goodwin, Por un Periodismo Independiente. Tercer Mundo, Bogotá, 1994. Pp 267, 268, 269.