Por Pedro Noli (Argentina), periodista. Fue alumno de Miguel Ãngel Bastenier en el taller de la FNPI en 2006 en Cartagena. Una vez que te pilla el efecto Bastenier no se vuelve atrás. Me atrapó hace nueve años, cuando, por demora del avión, llegué tarde al inicio del taller en Cartagena. Fuera del aula, mis nuevos compañeros tomaban café y comían palitos de queso. Y yo, apurado y avergonzado, pasé adentro, derechito, donde estaba el maestro. "Acá le dicen break, pero eso se llama receso", renegó Bastenier con su marcado acento español, luego de saludarme con un abrazo y pedirme que saliera a conocer a los demás participantes del curso. La corrección fue tan oportuna y desafiante que aún la oigo cuando alguien pronuncia la palabra inglesa, intrusa entre las nuestras. Esa voz forma parte de un universo de voces que el maestro, con su humor ácido, sus críticas irrefutables y su cigarrillo permanente, incorpora en la cabeza de quienes pasan por su aula. Situación que deriva en el mecanismo mental que la periodista salvadoreña Clara Villatoro denominó "El efecto Bastenier", con inmediato festejo del aula completa del curso de 2006. El efecto Bastenier es el conjunto de dudas e interrogantes sobre precisión léxica, síntesis y puntuación correcta, que emergen en sus reporteros discípulos cuando escriben un artículo y que necesariamente tienen que ser investigadas y resueltas para continuar. Es un efecto que inconforma, que causa dudas sobre lo escrito. Que obliga a pensar, a buscar en diccionarios, a preguntar de nuevo, a borrar y a volver a escribir. Bastenier cree mucho en los jóvenes, por eso los quiere tanto. Quizás la muestra más clara de su cariño se la percibe en ese taller, cuando uno siente que el maestro le abre el pecho con una pala y, a fuerza de correcciones públicas, vuelca kilos de profesionalismo adentro del torso, pegadito al corazón. Bastenier no te quiere sentado en una silla llenado páginas de comunicados de prensa. Bastenier te quiere afuera, en la calle, detrás de ese blanco móvil que es la noticia. Quiere que la información sea tuya, que suceda ante tus ojos, oídos y temperatura corporal. Bastenier quiere que seas el reportero que siempre quisiste ser. Me parece que por eso, hay muchos periodistas que lo queremos un montón. Quedan advertidos, entonces: El efecto Bastenier exige un sacrificio que incomoda a los mediocres, pero que apasiona a quienes sienten que el periodismo es el mejor oficio del mundo y que debe ser tratado como tal. Mientras aparecen los primeros síntomas del efecto en Cartagena, uno duerme, come y rumbea con periodistas de toda América Latina que encontraron su pasión, en el mismo lugar y momento. Nace una conexión intensa, que no se corta por la distancia ni por tiempo, sino que se actualiza con cada reencuentro. Es muy bueno tener amigos esparcidos por todo el continente, pero es maravilloso cuando la misma pasión los une. Ya está abierta la convocatoria para el taller que Bastenier dictará este año. Y aparece, entonces, de nuevo, otro matiz del Efecto: un sentimiento ambivalente; regocijo por quienes asistirán y nostalgia y un agradecimiento eterno a mis compañeros del taller y a la FNPI, por los días más maravillosos que me dio el periodismo. AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN PARA POSTULARSE AL TALLER "CÓMO SE ESCRIBE PARA EL PERIÓDICO IMPRESO O DIGITAL", CON MIGUEL ÁNGEL BASTENIER, QUE SE REALIZARÁ DEL 27 DE JULIO AL 21 DE AGOSTO DE 2015 EN CARTAGENA, COLOMBIA. LA CONVOCATORIA ESTÁ ABIERTA HASTA EL 24 DE JUNIO.