Alex Ayala, ganador de la Beca Michael Jacobs para periodistas de viajes 2015, relata como fue su experiencia en Frailes, Andalucía (España) donde Michael Jacobs escribió sus últimos libros. El ganador de la Beca Michael Jacobs 2016, como Alex Ayala, quien será jurado en esta edición, tendrá la oportunidad de pasar seis meses en Frailes. Las inscripciones están abiertas hasta el 22 noviembre. El ganador de la Beca se conocerá en el Hay Festival Cartagena de Indias, del 28 al 31 de enero. Clic aquí para postularte
El Santo Custodio, Michael Jacobs y mi cartera
En una ermita a pocos kilómetros de Frailes, el pueblo andaluz que enamoró al escritor y periodista italiano Michael Jacobs (1952-2014), hay una pequeña cueva 'que en realidad es un hoyo' en honor al Santo Custodio. Mientras estuvo vivo, el Santo Custodio fue un pastor de cabello corto, orejas pequeñas y cejas profundas que además ejercía de curandero sin pedir una peseta a cambio. Muchos años después de su muerte, entró a formar parte de la realidad de Jacobs casi sin que él se diera cuenta. Y hace poco también entró en la mía: desde hace un mes llevo su imagen "milagrosa" en una cartera. Llegué a Frailes el pasado julio y me topé enseguida con el mundo macondiano del que habla Paul Preston en la contratapa de La fábrica de la luz, una genial crónica de 358 páginas en la que Jacobs arma un retrato del lugar y de sus increíbles personajes. Manolo y Merce, mis anfitriones, me sacaron de excursión por todo lado. A la casa de Jacobs, donde me entraron ganas de utilizar una bañera pegada a las piedras del cerro. A la de Manolo el Sereno, un peculiar vecino de Frailes que falleció hace algunos años; el creador de la fue bautizada como "almazara más pequeña del mundo"; y el héroe que rescató a la actriz Sara Montiel, la Saritísima, después de que esta quedara encerrada en un coqueto baño oculto tras las puertas de un armario. A un bar muy animado en el que trabaja Fran, un amigo que hice un tiempo atrás en Facebook. Y a conocer las fuentes de agua, que son una de las señas de identidad del pueblo. Me llevaron también a degustar tapas durante una actuación flamenca. Me llenaron la cabeza de miles de anécdotas. Me contaron que estas calles quedan dentro de una franja conocida como el "Triángulo de los suicidios". Y me hicieron sentir como una especie de hijo predilecto. Me fui de allá con la idea de regresar en cualquier otro momento y, como decía antes, con el Santo Custodio en la billetera. Quizá porque con su foto al lado me siento más cerca de Jacobs.