En el segundo día del taller de crónica 'La mirada extrema' con Martín Caparrós, los talleristas empezaron a contar qué encontraron entre los ruidos, el caos y los personajes de San Salvador. Después de que los 15 asistentes al taller provenientes de diversos paises de Iberoamérica reportearan por la ciudad, la sesión del segundo día del taller inició con preguntas para el maestro. Surgió entonces la pregunta de los talleristas sobre cómo iniciar un texto. "Cuando estoy trabajando estoy todo el tiempo pensando: ¿cómo lo voy a empezar? Y aparece uno y me quedo más tranquilo, y de repente aparece otro y si encuentro varios, ya estoy contento", comentó Caparrós. El viernes es el último día que los talleristas tienen para salir a buscar escenas y personajes para sus crónicas y frente al hambre de recopilar tantas historias como sean posibles, el maestro recomendó uno de sus métodos para contar. "Voy trabajando con un guión que va cambiando con el tiempo. En ese guión hay una muestra de lo que ya tengo y de lo que podría conseguir. Y a la noche reformulo ese guión", dijo. Durante la tarde, la revisión día a día del trabajo de un periodista fue comparado al trabajo de un pintor. Un pintor que puede dar un paso hacia atrás y apreciar los colores con los que va pintando para poder corregir y saber qué resaltar. Y ahí se puede elegir si darle más fuerza a un personaje, al ambiente o a los datos. Ante las dudas que los talleristas presentaron sobre cómo introducir datos dentro de una crónica, Martín Caparrós explicó cómo el trabajo de un cronista difiere del de un cuentista porque el cuento narrado es verdadero. La sesión del segundo día terminó con un recuento de historias reporteadas que bien podrían ser inverosímiles, pero que al final solo construyen la realidad desigual, tierna e irónica de El Salvador.