“El periodismo como narración, una mirada distinta a la realidad”
22 y 23 de julio de 2011, Riohacha (Colombia)
Organizadores: Promigas, Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI)
Relator: Jairo Echeverri García
Maestro: Alberto Salcedo Ramos
Considerado uno de los mejores periodistas narrativos latinoamericanos, forma parte del grupo Nuevos Cronistas de Indias. Es comunicador social y periodista. Sus crónicas han aparecido en diversas revistas, tales como SoHo, El Malpensante y Arcadia (Colombia), Gatopardo y Hoja por hoja (México), Etiqueta Negra (Perú), Ecos (Alemania), Diners (Ecuador), Marcapasos (Venezuela) y Courrier International (Francia), entre otras. Sus crónicas han sido traducidas al inglés, al francés y al alemán. Es autor de los libros “El Oro y la Oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé”, “De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho”, “Diez juglares en su patio” y “La eterna parranda”. Salcedo Ramos ha ganado, entre otras distinciones, el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Premio de la Cámara Colombiana del Libro al Mejor Libro de Periodismo del Año, el Premio al Mejor Documental en la II Jornada Iberoamericana de Televisión, celebrada en Cuba y el Premio a la Excelencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), por su crónica "Un país de mutilados". En 2004, gracias a su perfil 'El testamento del viejo Mile', publicado en El Malpensante, fue uno de los cinco finalistas del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI.
Introducción
La actividad comenzó con unas palabras por parte de representantes de Promigas (http://www.promigas.com) en las cuales se destaca el compromiso tanto de esa institución como el de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (http://www.fnpi.org) con los periodistas del departamento de La Guajira (Colombia). De hecho, es esa una zona que ha inspirado las obras de escritores como Gabriel García Márquez o el mismo director del taller, Alberto Salcedo Ramos. No obstante, también es una realidad que La Guajira es un departamento marginado en este tipo de eventos que permiten el desarrollo cultural y profesional, según contaron Salcedo Ramos y los mismos periodistas que asistieron al evento.
El maestro empezó llamando la atención acerca de cómo nunca hay que perder el respeto ni la pasión por el oficio. También mencionó que estas regiones del caribe colombiano no tienen una tradición de periodismo narrativo, sin embargo, tienen una tradición oral narrativa rica, muy ligada también a la música, y que eso se ve reflejado en la población y sus aptitudes. Dicho esto, Salcedo Ramos aprovecha para hacer un llamado a los asistentes a que no desaprovechen esos talentos y a que los pulan constantemente.
Dice que la lectura es uno de esos secretos para convertirse en mejor periodista y cita a su colega y miembro del consejo rector de la FNPI, Alma Guillermoprieto, que insiste que hay que “amoblar el cerebro”. Salcedo Ramos propone “amoblar el cerebro” con todo lo que hay disponible, desde la prensa, hasta los clásicos de la literatura e incluso los contenidos chatarra. “Hay que conocer lo malo para apreciar lo bueno”, justifica.
El poder de las historias
El maestro pone como ejemplo la historia real del periodista Juan José Hoyos, quien publicó una crónica sobre el tambor de un jaibaná o curador indígena. El jaibaná se disgusta con la publicación, porque como consecuencia de ella le roban el tambor. Unos investigadores europeos que vieron el reportaje en el periódico fueron a visitarlo y le cambiaron el tambor por cucharitas, exactamente como en la época de la Colonia. El periodista, preocupado, publica otra crónica con el título “Devuelvan el tambor, carajo”, y el tambor termina apareciendo. Entonces el jaibaná concluye que el periodista es más poderoso que él porque sus rezos no habían sido los que habían devuelto el tambor, sino la iniciativa del periodista.
“¿Cuál es el poder de nosotros?” pregunta Salcedo Ramos, y se responde a sí mismo, “el poder de las historias, el poder de la palabra”. Para fortalecer su argumento aún más el maestro cita la obra “Las mil y una noches” (http://es.wikipedia.org/wiki/Las_mil_y_una_noches), en la cual el sultán le perdona la vida todas las noches a Sherezade por las historias que ella cuenta. También menciona una cita del escritor rumano Mircea Eliade, según la cual en los campos de concentración rusos había más sobrevivientes en aquellos barracones que tenían contadores de historias.
La subjetividad y la elipsis en el periodismo narrativo
Salcedo Ramos explica que la crónica es literatura de no ficción y reitera que en la misma son pertinentes las “pinceladas subjetivas del cronista”. Afirma también que la crónica vale como información periodística y también como visión personal del autor.
El maestro continúa explicando como la palabra “crónica” hace referencia al tiempo y dice que el secreto del arte de contar historias está en la elipsis y que sin ésta no se podrían contar. Para exponer el concepto cita al cineasta Alfred Hitchcock quien decía que “el cine es la historia sin las partes aburridas” y dice que la elipsis es una especie de supresión de lo innecesario en la narración y para esa supresión el criterio que se sigue es la relevancia de los datos y momentos narrados.
Al decidir qué se escoge hay que enfocarse en los momentos que atrapen. Salcedo Ramos pone un claro ejemplo de lo que hay que evadir y es una frase como: “Era un día como cualquier otro…”. “¿Cómo así que era un día como cualquier otro? Si era un día como cualquier otro mejor no me cuentes nada”, dice el maestro en forma jocosa. Alega también que el ser más asertivos en esa escogencia de lo que se cuenta es algo que se va dando con la experiencia, que siempre es bueno trabajar con editores y que esa relación con el editor siempre debe pensarse como una relación fructífera, de ninguna forma antagónica.
Para poner ejemplos de párrafos iniciales cargados de fuerza, Salcedo Ramos acude a varios de los grandes de la literatura:
- “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Gabriel García Márquez, Cien años de soledad
- “Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne”. Ernesto Sábato, El túnel
- “Una mañana, tras despertar de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se encontró convertido en un monstruoso insecto". Franz Kafka, La metamorfosis
- “Esta aldea es tan pequeña como el cementerio de Kentucky, pero muchísimo más aburrida”. Ernest Hemingway describiendo un pueblo de África.
El maestro explica que estos son ejemplos de buenas primeras oraciones porque atrapan instantáneamente. En todos los párrafos anteriores queda implícito que el narrador sabe algo que el lector ignora y eso es, sin duda, una invitación para seguir leyendo. “Todas estas entradas tienen en común la contundencia, la brevedad, el no saturar el párrafo de datos informativos sino elegir una idea y expresarla de manera sugerente”, dice. En ese momento Salcedo Ramos enlaza su explicación con la teoría del iceberg de Hemingway, según la cual más importante que lo que se cuenta, es lo que no se cuenta. Especifica también que hay que procurar que ese gran comienzo sea acompañado por un gran final y un buen desarrollo del tema.
Algunos apuntes y recomendaciones
Por otra parte, el maestro señala que en una crónica no se vale la ficción. “Gustavo Colorado, un cronista antioqueño radicado en Pereira, dice que un periodista debe acercarse a la literatura cuando aborda el tema y alejarse de ella cuando lo escribe. Lo literario es lo formal; lo periodístico es el fondo”, afirma Salcedo Ramos. Aclara que esas interpretaciones subjetivas de las que hablaba al principio complementan la narración, mas no la reemplazan, y que es mejor una crónica sin metáforas que una con metáforas malas. Dice que hay que evitar aquellas metáforas desgastadas de tanto uso y lo sustenta con una frase célebre de de Montaigne: “El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo, un imbécil”.
Revela también que la crónica narra una historia que se enmarca en un tiempo determinado, es decir, se debe contar cronológicamente. Con respecto a lo último, precisa que cronológico no necesariamente significa lineal y que existen diferentes formas de narrar los sucesos. Para decidir si la historia se narra de forma lineal o no es importante llevar a cabo un análisis sobre qué es lo más conveniente para la historia, teniendo en cuenta que hay que procurar atrapar al lector desde el inicio hasta el final.
El cronista puede comenzar por la parte de la historia que considere más conveniente para sus necesidades narrativas. Por ejemplo, “puede incluir al principio la muerte del personaje y luego devolverse a contarnos cómo fueron las primeras horas del día en que sucedieron los hechos”, dice Salcedo Ramos. Sin embargo, aunque los acontecimientos no se narren en el mismo orden en que se presentaron, el lector debe tener claro qué fue primero y qué fue después.
Salcedo Ramos también especificó que es válido narrar en primera persona o incluirse en la crónica cuando eso enriquece el tema central. Pone de ejemplo la crónica de Juan Villoro, escritor y director de talleres de la FNPI, titulada“8.8: el miedo en el espejo”. En esa crónica Villoro nos brinda su narración personal del sismo que ocurrió en Chile en el 2010. El maestro explica que si el autor de un texto ha sido protagonista de un hecho noticioso, entonces el uso de la primera persona es válido y prácticamente obligatorio.
La metodología en adelante estuvo centrada en la lectura en voz alta de textos de los cuales se podía derivar un aprendizaje o un debate académico entre los asistentes y el maestro. Estos son algunos de esos ejemplos:
- “El testamento del viejo Mile”, por Alberto Salcedo Ramos
- “8.8: el miedo en el espejo”, por Juan Villoro
- “Los pies de Fataumata” de Mario Vargas Llosa
De esas lecturas se concluyó que en algunos casos es bueno contar la historia a través de pequeños detalles. Esos detalles le otorgan más credibilidad a la historia porque, después de todo, las historias salen de la cotidianidad. El maestro pone un ejemplo específico en la crónica del terremoto de Chile hecha por Villoro, en la cual el autor cuenta cómo le llamó la atención que muchas de las personas que estaban en las calles usaban piyamas y que él pensaba que era una prenda en desuso.
Tal crónica es una clara muestra de la mirada subjetiva del autor presente en la crónica y de esos detalles que le otorgan credibilidad al texto periodístico. El maestro también menciona que cuando se escribe sobre las personas hay que describirlas no sólo físicamente sino incluir sus gestos y ademanes. Hacer eso, agregó, es ser amable con el lector. Además, declara que se requiere de una agilidad especial para lograr que el entrevistado se sienta a gusto al hablar con el periodista, y esa habilidad muchas veces yace en el interés genuino del entrevistador por el entrevistado. El etnógrafo polaco Bronislaw Malinowsky lo llama: “la capacidad de sumergirse sin prejuicios en la cultura de los otros, con el fin de comprenderla y aprehenderla”.
El maestro recomienda elegir un tema que sea de interés humano y que “afecte al mayor número posible de personas”, es decir, escoger historias universales. El factor de la actualidad también es primordial para darle importancia a los temas y hacerlos más atractivos. También hay que tener en cuenta la jerarquía de quien protagoniza la historia o la relevancia de esa persona en la sociedad. Otro factor para tener en cuenta al escoger temas es que debe haber un conflicto. “Todas las grandes historias que consumimos en el cine o la literatura narran los conflictos esenciales del ser humano”, dice el maestro. “Así también es la vida, y por eso el poeta Juan Manuel Roca afirma que no hay paraíso sin serpiente”. Hay que procurar además que haya espacio para las emociones. También es válido tocar temas curiosos o insólitos, lo importante es entrenar el olfato y sentir pasión por lo que se está escribiendo.
Lanzamiento del libro “La eterna parranda” y conclusiones
Parte de la actividad también estuvo centrada en hacer el lanzamiento oficial en ese departamento del último libro de Alberto Salcedo Ramos llamado “La eterna parranda”. El libro reúne 27 crónicas realizadas por el maestro en los últimos 14 años. Según sus propias palabras, es una mirada al país desde muchos frentes, desde la cotidianidad, desde el conflicto armado, desde sus ídolos populares, como el cantante Diomedes Díaz hasta el ex campeón mundial de boxeo Rodrigo Valdés. Todos los textos hablan de un compromiso individual de Salcedo Ramos a través del tiempo.
Tras una ronda de preguntas y comentarios con respecto a la carpintería en la realización de las crónicas del maestro, se consumaron varios puntos clave. Salcedo Ramos revela que en su trabajo de campo, considera a la grabadora como una herramienta esencial. Dice que hay que saber usarla de una forma que no intimide al personaje. Para el maestro, una libreta de apuntes deja escapar muchas cosas y, además, con el apoyo de la grabadora en la captura de las voces, el cronista se puede dedicar a enfocar otras cosas del entorno. En este punto llama la atención acerca de la importancia de ver al personaje actuando en su medio. También recuerda algunos de los mandamientos del periodismo referentes a la rigurosidad en su práctica como contrastar fuentes y siempre verificar la información.
Al hablar de su crónica “La eterna parranda de Diomedes”, Salcedo Ramos menciona como el trabajo de contar historias tiene un componente ético y dice que es un deber pensar hasta dónde llega uno con lo que cuenta. El maestro narra varias anécdotas en las cuales vive encrucijadas morales a raíz de la información que recaba y termina diciendo que en esos casos siempre hay que discernir bien entre qué necesita hacerse público sin cruzar al terreno de lo privado, dependiendo de cada caso.
Después de todo, la fidelidad del periodista está con sus lectores, recuerda. Sin embargo, el respeto hacia el entrevistado debe permanecer siempre, así sea un criminal. ¿Debe esto ser contado, estoy vulnerando algún derecho? Son preguntas que siempre hay que hacerse. Las constantes interrogaciones hechas en este punto por parte de los participantes de la actividad y las diferentes explicaciones que dio el maestro para sustentarlo pusieron en evidencia que esa línea entre el amarillismo y lo que se debe contar no es tan fácil de reconocer por todo el mundo, el maestro reiteró que hay que alimentarse todo el tiempo con buenos ejemplos, volver eso una disciplina.
Después se dio inicio a la parte práctica del evento, en la cual se pidió a los participantes que escribieran una crónica. Los temas, seleccionados por el maestro, de los cuales se podía escoger eran: un susto que hubieran pasado, la pérdida de un ser querido, historia del primer amor, un episodio de un enfrentamiento resuelto gracias a un palabrero, la semblanza breve de un personaje de mar, una historia de un vallenato clásico o la semblanza de un hacedor de sombreros wayuu.
A partir de ese ejercicio, se realizó después la lectura en voz alta de las crónicas hechas. La mayoría de las personas escogió el tema de la muerte de un ser querido, por lo que varias de esas lecturas fueron muy emotivas y hasta acompañadas con lágrimas. A partir de las lecturas, Salcedo Ramos hizo varias recomendaciones, como no olvidarse del contexto, dar siempre los nombres enteros de las personas, ser claros y precisos en el uso del lenguaje, algunas aclaraciones de puntuación y ortografía, y otros elementos básicos del buen periodismo.
Para finalizar, los organizadores del evento hicieron énfasis en que no hay que esperar a que haya talleres como estos para escribir. El maestro, además, aprovecha para mencionar al difunto periodista y también maestro de la FNPI Ryszard Kapuscinski que hablaba de la “doble agenda”, es decir, la del compromiso laboral y la del compromiso con uno mismo. Después de unas palabras de agradecimiento tanto de los participantes como de los integrantes de las instituciones organizadoras, abrazos de despedida y apretones de mano, se dio el cierre de la actividad.