Julio Rojas, escritor de Caso 63 –la audioserie de ficción de Emisor Podcasting– dictó un taller de cuatro horas en la mañana del 23 de octubre, el último día del 10º Festival Gabo.
Llegó sonriente al colegio Gimnasio Moderno de Bogotá para su cita con los 19 participantes del taller: periodistas, estudiantes, docentes, historiadores, podcasteros, blogueros, químicos e, incluso, una excomisionada de la verdad. Portaba blazer, camiseta negra, pantalón ocre y tenis. Pero al fijarse en su persona, cualquiera podría destacar sus dientes. Tendría que saber que este novelista, escritor de series, guionista y maestro estudió odontología.
La actividad llevó por nombre ‘Te cuento una historia: Las claves de la audioficción’ y estuvo dirigida a personas interesadas en fortalecer competencias para el ejercicio del periodismo sonoro y la exploración del pódcast de ficción. Fue convocado por la Fundación Gabo y RTVC, como parte del Festival Iberoamericano de Pódcast ‘Al Oído’, realizado en el marco del Festival Gabo.
“Lo último que vamos a hacer, antes de que se acabe el mundo, es escuchar un sonido”
“Hoy vamos a contar y a escuchar historias al oído. Escuchar con su mente. Escuchar una historia, en una inmersión tan impresionante que uno puede luego recordar imágenes”, dijo Rojas para iniciar el taller, que constó de hora y media de teoría y más de dos de ejercicios prácticos.
“Luego pueden pasar años y uno recuerda eso y recuerda una imagen y esa imagen nunca estuvo, nunca fue real: fue una imagen que yo prefiero llamar una ‘recreación mimética’. Que pasa también en el cine. Pasan los años, y uno la ve en la pantalla o en el streaming, y uno tiene una propia imagen sobre esa imagen. Uno genera una imagen propia de esa imagen. Luego, cuando uno la vuelve a ver, hay una especie de acomodación propia”.
“Lo mismo pasa cuando nos cuentan una historia. Hacemos una imagen. La audioficción es una revolución y una evolución. Una revolución del audio que empieza después de la pandemia a emerger con fuerza. Hay varios factores, entre ellos una saturación de las pantallas. En la pandemia solamente podíamos ver pantallas. Estábamos ya demasiado saturados. Qué bueno era escuchar. Cuando hay una emoción grande y cuando uno tiene un evento maravilloso, uno quiere sentir la sensación de ese momento perfecto: uno no abre los ojos, uno cierra los ojos y recuerda”.
“Es como si fuéramos una cámara y quisiéramos capturar una imagen, un sonido. Lo que vamos a ver en este taller es esta cosa mágica de ondas. Qué raro un movimiento mecánico que se genera en un vehículo llamado ‘el aire’ y que impacta una membrana y los lóbulos parietales. Algo pasa ahí. Se genera algo extraño, tan ancestral, tan genéticamente olvidado con la predominancia de las pantallas, que volvió a salir. De eso vamos a hablar. De cómo generar los recursos ancestrales del sonido y de contar una historia ahora, ahora, a 2022, antes de que se acabe el mundo. Lo último que vamos a hacer, antes de que se acabe el mundo, es escuchar un sonido”.
El episodio de audioficción
La audioficción se desenvuelve entre visualidad sonora, el equilibrio entre información y pérdida informativa y la construcción de emociones. El escritor trata de generar una balanza de acuerdo con sus intenciones. Los personajes, que se dividen entre quienes perciben –la empatía sucede más naturalmente en estos– y quienes se mueven, aparecen a través de diálogos (descriptivos, de teoría personal y metasintagma). Cada uno de ellos se contrasta con otro. Todos conviven en un universo narrativo y sonoro de tres actos (cada episodio debe durar en promedio 12 minutos).
El episodio de audioficción (o pódcast de ficción, entre el que están las audioseries) pretende responder una gran pregunta y son los personajes que perciben quienes buscan resolver el enigma. Los personajes intentan llegar a su meta, cumplir su deseo. En ello desarrollan su vector narrativo o dramático contra objetos, personajes y espacios; vector que luego choca contra otros. Para ello, el escritor de audioficción trabaja con puntos de vista, universos sonoros, de conflicto, morales y de soporte. Pretende propiciar patrones para luego, por medio de conflictos y cambios, irrumpir en ellos. De esta manera, antes de escribir un guion, primero se hace un esquema para organizar todos estos elementos.
Emoción, visualidad e información: una enseñanza de lo ancestral para la revolución sonora
Antes de escribir audioficción vale la pena hacerse estas tres preguntas: ¿qué emoción pretendo transmitir?, ¿qué universo visual voy a generar?, ¿qué información voy a incluir y qué información voy a omitir? Desde los tiempos ancestrales, tiempos en que solo se narraban historias alrededor de la hoguera, se contaban historias por medio de la emoción, la visualidad y la información. Llegar al final de la jornada y reunirse para contar historias era demostrar que se logró sobrevivir; era mostrar qué se necesita para sobrevivir. Estamos aquí porque alguien se atrevió a contar historias alrededor de la hoguera. En ese tiempo, “la hoguera era el Netflix”.
Todo se trata de visualidad auditiva, de información y de emoción, en sus justas proporciones. Hay que pensar en un equilibrio, dependiendo de las intenciones del proyecto. Hay series demasiado informativas. La mayor dificultad para un periodista es saber diferenciar entre contar y mostrar, entre describir e informar, y también qué información dar en qué momento, pues no toda la información puede ofrecerse de inmediato.
Con la audioficción sucede un contraste: aunque evoca la ancestralidad de contar historias al oído para aprender cómo podemos salvarnos de los peligros, ocurre su auge en momentos posteriores de las pantallas y sus ficciones, pantallas que imponen en sus espejismos negros sus propias construcciones de imágenes (los relatos pertenecen al mundo físico, las pantallas no: siempre hacemos el ejercicio de que creemos que es verdad cuando vemos ficción). La audioficción vuelve a pasar después de las ficciones de videojuegos y ficciones streaming, algunas de ellas en que el espectador tiene la posibilidad de decidir o participar.
Aún más, la ficción en sonido vuelve a surgir en paralelo con los desarrollos preliminares de las inteligencias artificiales y de los metaversos. Incluso, en un futuro, será posible oír audioficciones en los metaversos: mientras nuestro cuerpo terrenal está acostado sobre la cama ajeno al fin del mundo, estaremos digitalmente en verdes prados oyendo una historia del fin del mundo. Entre tanto, la audioficción se multiplica en géneros y formatos, y comienza a ser parte de los círculos de cadena de valor entre series visuales, películas, libros y demás posibilidades que se vuelven espejos entre sí.
Había una vez: los personajes de percepción y movimiento
Los personajes de las audioficciones gravitan entre el movimiento y la percepción. Moverse es producir sonidos; percibir es oír sonidos. La percepción está relacionada con la supervivencia; el movimiento, con la muerte. Por ejemplo, en el campo de juego de un partido de fútbol, la hinchada es gente que percibe; los jugadores son gente que se mueve. En el cuento de Caperucita roja, caperucita percibe y el lobo se mueve. Los personajes de percepción necesitan registrar el movimiento del universo; los personajes de movimiento se mueven de acuerdo con sus deseos e impulsos.
En las narraciones de audioficción ocurre más empatía por los personajes que perciben que por los que se mueven. Cada audioserie se desarrolla para resolver una pregunta. Son los personajes que perciben quienes la plantean cuando observan el movimiento y quedan atrapados allí. Por eso, el escritor deberá ofrecer la suficiente información, sin excederse, para lograr que el oyente tenga la empatía suficiente y continúe oyendo en busca de esa pregunta. Debe reconocer el escritor que para el oyente es fácil aburrirse, y es fácil escoger otro pódcast.
El oyente va descubriendo los personajes que perciben y los que se mueven. La audioficción tiene a favor el hecho de que no se construyen los estereotipos de inmediato, como acontece con las imágenes, sino que cada quien va reconstruyendo a los personajes conforme los descubre. En la medida en que se oye, se va creando la representación visual o la “recreación mimética”: aquellas imágenes que propiciamos en la cabeza a partir de un estímulo; imágenes que, aunque emergen por el estímulo, son diferentes en la medida en que son propias.
El diálogo: el vehículo para la narración de la audioficción
El principal vehículo para la narración de audioficción es el diálogo. Para que se pueda ver lo invisible son necesarias las conversaciones. Hay, por lo menos, tres tipos. En primer lugar, el diálogo descriptivo, que es inocente y casual, pero en él hay infiltrada una gran cantidad de información. Un diálogo en el que se construye un universo de información. La clave es hacerlo tan sutilmente que no se sienta que se está dando información. Generalmente sobre la descripción se pone la información.
El segundo tipo es la teoría personal. Un personaje abre su mente y comparte un análisis de realidad personal, una visión ideológica del mundo, o un sistema de creencias. Expresa su ética y con ello se termina de construir la percepción completa de los personajes. El tercer tipo es el metasintagma. Este recuerda el pasado. Genera una imagen que compite con el presente y relata un flashback visual con todas sus características. Allí sucede una recreación del universo físico y de recreación mimética del pasado.
Estos tipos de diálogos pueden ser complementarios entre sí y pueden estar incluidos en uno. En audioficción se trabaja sobre todo con pérdida informativa, que es su gasolina. Allí surge el misterio, el afán por querer resolver. No se puede dar toda la información sino lograr un equilibrio entre visualidad, emoción e información. En la primera escritura del diálogo, se establece la gran pregunta base que se hace el personaje de la percepción. De ahí vienen después la descripción de movimientos y el piso de topografía real, que ubica al oyente en un lugar; topografía hecha de sonidos.
Los diálogos se logran con la construcción del punto de vista. El oyente siente empatía por alguien que está mirando a alguien o a algo. El oyente se vuelve parte de un triángulo de percepciones. Ese personaje relata, y a través de sus palabras el oyente se pone en sus zapatos. Con él se descubren los objetos, el universo físico y otros personajes con los que interactúa, y los que tiene que sobrepasar para llegar a cumplir su propio objetivo. El escritor de guiones para audioficción tiene al alcance este tipo de herramientas y esquemas antes de sentarse a escribir con las palabras para luego trasladar a sonidos.
Vectores narrativos, arco de desarrollo y patrones
Con estos elementos, el escritor de audioficción pretende construir patrones con la finalidad de destruirlos. Los patrones son la suma de varios universos físicos y sonoros que se naturalizan en la narración y que, por cuenta del desarrollo de la historia, se superan. La estructura de esta audioficción se da en tres actos. En ellos, los personajes se contrastan entre sí. Los personajes tienen una meta (placer potencial futuro), que se convierte en un vector dramático. El universo del conflicto (en donde aparece también el universo moral) es el choque entre esos vectores dramáticos. De ese conflicto se trata el argumento de la audioficción.
En la audioficción, los personajes son guerreros intentando luchar contra objetos, universos físicos y personajes. El vector de avance dramático principal transita al igual que el vector de soporte: el colchón sobre el cual sucede la historia. Estos vectores no se superponen, pues hay que saberlos diferenciar. No hay razón para intoxicarse con la creatividad. Hay que saber jugar con estas ideas y no perderse en el intento.
El patrón se rompe con un evento inesperado. Un evento que supera el continuum, que hace que los personajes tomen decisiones y haya descubrimientos. Para ello, sirve pensar en los cambios internos y externos de los personajes. Cambios internos en su personalidad, cambios externos ajenos a su voluntad. En ese sentido, para que el arco de desarrollo surta efecto, se piensa en la coherencia del universo sonoro y del conflicto (que no es otra cosa que la verosimilitud, la facultad de lo creíble), y que los personajes generen empatía (comenzando incluso por el nombre: un nombre sonoro, auténtico y memorable).
Los vectores narrativos perviven por la construcción desde el punto de vista del personaje (por la visualidad, la emoción y la información). El silencio es el recurso a través del cual se ubica al oyente en un determinado lugar. Aparece un misterio por la pérdida informativa. La progresión del vector narrativo se da por la adhesión y el misterio, en la interacción con personajes, objetos y universos físicos. El oyente, con base en su propio conocimiento, va reconstruyendo la historia en su cabeza, con admiración y competencia, con predicción y decepción; se antepone a la historia que oye en paralelo.
“Estamos en un borde irreversible”
Al final del taller, Julio Rojas compartió un experimento de escritura con la interacción de una inteligencia artificial. Era un programa, una especie de Siri más avanzada (Siri es su prima boba), que puede descargarse de Internet y que tiene la capacidad de responder indicaciones por escrito para, por ejemplo, continuar una historia o escribir un poema. Para Rojas, todo va a cambiar dentro de unos años; estaremos en situación de inmersión completa, en un “borde irreversible”. Cada vez vivimos más cerca de una metaficción y una ficción híbrida. Es un borde “muy interesante y muy terrorífico al mismo tiempo”. Los adelantos tecnológicos traerán debates éticos, culturales y legislativos. No es posible saber con certeza hacia dónde nos dirigimos; lo más probable es que será hacia nuestra destrucción. En algún momento los seres humanos seremos obsoletos: como australopithecus al lado de un niño jugando Nintendo.
Sobre Julio Rojas
Julio Rojas, autor, guionista y escritor, es uno de los guionistas más premiados de Chile. Ha sido creador, escritor, story editor y consultor de múltiples series de TV , largometrajes y audioseries trabajando para plataformas como Amazon, Apple, Spotify, entre otras. Julio Rojas ha escrito más de una docena de largometrajes (La vida de los peces, entre otros, premio Goya a mejor película extranjera) y ha trabajado en series como El Refugio (Starz), Familia de Medianoche (Apple TV+), y audio series como Caso 63 (Premio Ondas mejor podcast 2022) Trabajos y premios: Su guión “La vida de los peces” ganó el Goya 2012 Mejor Película Iberoamericana. Entre sus guiones de largometrajes se destacan “Sábado”, “Mi Mejor enemigo”, “En la cama”, “La Memoria del Agua” todos con múltiples premios internacionales. Como escritor, su novela, el thriller policial de época El Visitante Extranjero (Penguin Random House) ha sido publicada en España y Chile. Además es el autor entre otras de la reconocida audioserie de ciencia ficción Caso 63 (Spotify), la audioserie de habla hispana más escuchada en Latinoamérica, adaptada a india, Brasil y USA, reconocida por el New York Times como una de mejores audioficciones del 2020 y ganadora premio Ondas del mejor podcast de ficción del 2022. También ha escrito las audio series de terror Creepyhunters, Quemar tu casa, (Spotify) El thriller Cisne Rojo (Amazon Music) y la trilogía de ciencia ficción Borrado, Turing y Confluencia para Emisor Studios. Acaba de estrenar la audioserie española de ciencia ficción sobre Marte Retornados (Sonora) y actualmente trabaja en Selección Natural, (Emisor Studios) la primera audioserie coescrita con una IA.
Sobre el Festival Gabo
El Festival Gabo es convocado por la Fundación Gabo, que inspirada en los ideales y la obra de Gabriel García Márquez, busca promover espacios de reflexión y debate y exaltar el periodismo ético, riguroso, innovador y de servicio público.
Este año la 10º edición del Festival Gabo, además de volver a la presencialidad, y debutar en Bogotá como punto de encuentro de los narradores de Iberoamérica, celebra los 40 años del Nobel otorgado a Gabriel García Márquez y se inspira en su discurso ‘La soledad de América Latina’.
El Festival Gabo es posible gracias a la alianza de la Fundación Gabo con los grupos SURA y Bancolombia, con sus filiales en América Latina, y la alianza de la Fundación Gabo con la Alcaldía Mayor de Bogotá.
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