Las investigaciones de Daniel Lizárraga parten del planteamiento de una hipótesis. Después de delimitarla en el tiempo y el espacio, pasa a desglosarla en sus elementos. Esta segmentación permite ahondar en el microcosmos de cada elemento para posteriormente buscar la forma en que estos se relacionan; un método que analiza para luego volver a sintetizar. La cuarta sesión del Taller Investigar la basura en torno a las hipótesis de investigación de cada uno de los participantes, contó con la presencia de una recicladora líder de la Asociación Nacional de Recicladores y de la Asociación de Recicladores de Bogotá, cuya experiencia permitió ver cada caso desde otra perspectiva.
Aunque los escenarios de estos proyectos alternan entre playas, baldíos, megabasureros y zonas urbanas, y los protagonistas incluyen recicladores, comunidades indígenas, especies marinas y peces gordos, existen ejes transversales y dinámicas que se replican en una y otra situación. En líneas gruesas, Adrián Camerano, uno de los participantes del taller, mencionó “dos rutas por las que se pueden recorrer estas historias: una es la del dinero y otra la ambiental neta. El maestro Daniel Lizárraga coincide parcialmente con esta discriminación, pues para él siempre está detrás y es posible rastrear la ruta del negocio, la pregunta por quién se está beneficiando con esas decisiones que impactan sobre el medio ambiente puede ser el camino para una comprensión sistémica de cada uno de los temas.
El testimonio de la invitada Nohra Padilla ayudó a ilustrar estas tensiones de poder y el lugar que en medio de ellas ocupan los recicladores, no solo en Colombia sino en buena parte del continente. Recicladora desde los 7 años y líder desde hace casi treinta, Nohra fue una de las precursoras que impulsaron la necesidad de organización como respuesta al cierre de los botaderos a cielo abierto que ocurrió en Colombia en 1987. Su experiencia como activista le ha permitido conocer de primera mano las particularidades que toma la situación en los distintos países y la importancia del trabajo colaborativo. “Hay que ayudar a los recicladores a organizarse. No podemos dejarlos solos. Nosotros les ayudamos a gestionar apoyo institucional, a tocar puertas de empresas privadas legales a acudir a fundaciones”.
El gran negocio de las basuras acaba determinando la consolidación de monopolios legales y despertando el interés de pandillas y mafias que encuentran en la escasa visibilidad de este sector y en la gran vulnerabilidad de sus actores un terreno propicio para ejercer el control. Esta dinámica se presenta por igual en versiones micro, como es el caso de vertederos específicos de barrios puntuales, o en las altas esferas, donde la connivencia entre autoridades y empresas llega incluso a definir la aprobación o el bloqueo de cruciales políticas públicas. Al respecto, Daniel Lizárraga subraya que estos poderes emergentes son sintomáticos de la ausencia del poder oficial: “Las ramas que se abren en todos lados revelan el adelgazamiento del Estado, la falta de voluntad para poner orden a favor de la gente”.
La descripción que hace Nohra del contexto confirma los mecanismos de ilegalidad y competencia desleal. “En Colombia y en muchos de estos países, la corrupción está desbordada. En el caso de las basuras, los actos de corrupción son pasados por alto y cuando acusan a alguien las penas son irrisorias: un tipo se roba 100 millones de dólares y pasa por mucho 2 o 3 años en la cárcel, aunque le toque pagar una parte de lo que se robó, sale libre y le queda un montón de plata. Resulta muy rentable robarse esos recursos”. En el caso de Centroamérica, región de origen de varios participantes del taller, hizo referencia a la fuerte incidencia del crimen organizado: “El problema en esos países, desde México hasta Panamá, es que las pandillas en Centroamérica son entes más estructurados que muchas de nuestras organizaciones”.
Ese nivel de organización empresarial de las distintas cooperativas se ha afianzado a lo largo de tres décadas y ha permitido valiosas conquistas. Por ello, Nohra recibe con prevención las iniciativas que pretenden abrir camino a otro tipo de empresas. “El discurso del empresarismo no nos emociona, nosotros sabemos cómo hacer nuestro trabajo, y respecto a la competencia desleal, lo que hacemos para combatirla es ser cada vez más eficientes; aunque algunos interesas favorezcan a empresa fachada”. Por otro lado, a pesar de la eficiencia alcanzada, existe un límite para la participación de los recicladores en el negocio. “Nuestras cooperativas no tienen la capacidad técnica ni económica para vender directamente al comprador final, multinacionales en países como Alemania o China que pagan el mayor precio. Existen intermediarios que cuentan con esa infraestructura y tenemos que venderles a ellos. No tenemos manera de hacer una inversión de ese tamaño para acceder a esa parte del negocio”.
Nohra responde a las preguntas de los participantes con voz firme y sin pelos en la lengua. Daniel Lizárraga ha advertido sobre la importancia de cuidar a estas fuentes que “conocen mejor que nadie al monstruo que está enfrentando cada región”. Sin embargo, Nohra está plenamente consciente del riesgo que su liderazgo y sus reiteradas denuncias supone. “Este gremio tiene muchos líderes amenazados y hemos sido muy juiciosos al interponer las denuncias colectivas. Lo importante es que si a uno le pasa algo se sepa que fue por nuestro activismo y no que vaya a salir en la prensa que uno andaba con un amante y lo encontraron y le hicieron algo por eso y no por esta lucha”.
Recicladores y líderes como Nohra están presentes como fuentes y protagonistas de las 14 investigaciones que vienen adelantando los participantes en este taller. El diálogo entre ambas partes abre el flujo de información entre reporteros y voceros, que estos últimos consideran tan urgente para visibilizar su situación y alcanzar mayor incidencia en la agenda pública.
Sobre el taller 'Investigar la basura'
El taller Investigar la basura es realizado por la FNPI- Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo (IRR) y la Alianza Latinoamericana para la Tecnología Cívica ALTEC, con el apoyo del Centro Ático de la Pontificia Universidad Javeriana.