Se trata de una declaración a favor de la defensa de la salud pública planetaria.
Fundada en 1823, por el cirujano Inglés Thomas Wakley, la revista médica The Lancet es una de las más tradicionales publicaciones especializadas en salud, que cuenta hoy en día con distintas ediciones dedicadas a temas como oncología, neurología, diabetes y endocrinología.
En 2014, The Lancet publicó el manifiesto titulado “De la salud pública a la planetaria”, escrito por Richard Horton, Robert Beaglehole, Ruth Bonita, John Raeburn, Martin McKee y Stig Wall con el objetivo de responder a las amenazas que afectan la salud humana, el bienestar, la sostenibilidad de nuestro planeta y civilización.
“Es necesaria una una urgente transformación de nuestros valores y prácticas basadas en el reconocimiento de nuestra interdependencia y la interconexión de los riesgos que enfrentamos. Necesitamos una nueva visión de la acción cooperativa y democrática en todos los niveles de la sociedad y un nuevo principio de bienestar para todas las personas”, afirma la declaración que fue firmada por 7.390 líderes sociales y especialistas médicos, la cual reproducimos a continuación.
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Este manifiesto es una llamada en favor de la creación de un movimiento social que defienda apoyar la acción colectiva a favor de la salud pública en todos los ámbitos, personal, comunitaria, regional, nacional, global y planetario. Nuestro objetivo es responder a las amenazas a las que nos enfrentamos, en defensa de la salud y el bienestar humano junto a la sostenibilidad ecológica de nuestra civilización, de los sistemas naturales y humanos que dan soporte a la vida. Nuestra visión es la de un planeta que alimenta y sostiene la diversidad de la vida, en la cual coexistimos y sobre la que dependemos. Nuestra meta es crear un movimiento a favor de la salud planetaria.
Nos dirigimos a la ciudadanía y grupos como son los profesionales de la salud y de la salud pública, políticos, funcionarios internacionales de la ONU y de agencias del desarrollo, y académicos que trabajan en favor de las comunidades. Sobre todo, es un llamamiento a cada persona que tiene un interés en su propia salud, en la salud de los seres humanos y la salud de las futuras generaciones.
La disciplina de salud pública es necesaria por sus valores de justicia y equidad social y por su orientación hacia las acciones de pueblos interdependientes y sus comunidades. Nuestros objetivos son proteger y promover la salud y el bienestar, evitar la enfermedad y la discapacidad, eliminar las condiciones que dañan la salud y el bienestar y fomentar las capacidades de resiliencia para la mejor adaptación, resistencia y flexibilidad. Para conseguir estos objetivos nuestras acciones deben responder a la fragilidad ecológica del planeta y partir de nuestra obligación para salvaguardar los entornos naturales y humanos en los cuales existimos.
La salud planetaria es un bien común y una actitud y filosofía hacia la vida. Se orienta hacia las personas en lugar de las enfermedades, hacia la equidad en lugar de las sociedades injustas. Intentamos minimizar las diferencias en salud por rentas, sexo, educación y lugar de nacimiento. Apoyamos el acceso al conocimiento como una fuente de transformación social y el derecho a realizar progresivamente el más alto nivel de salud y bienestar sin dañar los procesos biogenerativos del planeta.
Nuestros patrones de sobre-consumo pueden causar el colapso de nuestra civilización. Los múltiples daños que infligen a nuestros sistemas planetarios ponen en peligro nuestro futuro como especie. Las ganancias en salud y bienestar de los últimos siglos no son irreversibles, se pueden perder fácilmente, esta es una lección que no hemos aprendido de otras civilizaciones que se colapsaron por sobrepasar los límites ambientales. Hemos creado un injusto orden económico global que favorece a una pequeña y rica élite por encima de la gran mayoría.
La idea de crecimiento y progreso ilimitados en un planeta finito es una peligrosa ilusión humana: su éxito trae cada vez más amenazas y daños potencialmente peligrosos. También nuestra tolerancia del neoliberalismo y de las empresas multinacionales que persiguen fines muy ajenos a las necesidades de la mayoría, especialmente las personas más vulnerables y marginadas, aumenta los peligros a que enfrentamos. Vivimos en un mundo donde la confianza que tenemos en nuestros líderes y en nuestras instituciones ha caído a niveles incompatibles con sociedades justas y pacíficas. Así se contribuye a la creciente desilusión ciudadana con las instituciones de la democracia y con los procesos políticos de regulación.
Nos urge una transformación tanto en nuestros valores como en nuestras prácticas basada en el reconocimiento de la interdependencia y la conexión de todos los riesgos sociales y ambientales a los que nos enfrentamos. Necesitamos una nueva visión democrática y cooperativa a todos los niveles de la sociedad además de un nuevo principio planetario de bienestar ecológico y de todas las personas, un principio de supervivencia que afirma que debemos conservar, sostener y aumentar la capacidad de resistencia y recuperación de los sistemas naturales y humanos de los que nuestra salud depende. A menudo los gobiernos incumplen sus compromisos; hace falta un control independiente para revisar estos compromisos y para proponer medidas compensatorias.
Las voces de la salud pública y de la medicina como las de la conciencia de la salud ambiental planetaria pueden desempeñar un papel importante para conseguir esta visión. Junto a la acción de comunidades activas podemos enfrentarnos a intereses y fuerzas que hipotecan nuestro futuro. Un movimiento social potente puede defender la salud planetaria y al mismo tiempo apoyar un desarrollo humano acorde con la sostenibilidad.
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