I Congreso Iberoamericano de Cultura de México
México D.F., Octubre 3 y 4 de 2008
Organizado por:
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano
Ministerio de Cultura de España
Relator: Ximena Ospina Hurtado
Editor: Jairo Echeverri García
LA CRÍTICA DE CINE, POR TERRENOS MOVEDIZOS
Orígenes y Motivaciones
Consciente de la necesidad de establecer un diálogo constructivo entre quienes ejercen la reportería y la crítica de cine, la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano con el apoyo del Ministerio de Cultura de España organizó el Seminario “Crítica y cubrimiento periodístico del cine como industria cultural y espectáculo”, realizado el 3 y 4 de octubre de 2008 en el marco del “I Congreso de la Cultura Iberoamericana de México”.
Con la coordinación académica de Héctor Feliciano, periodistas culturales, críticos de cine e investigadores de once países de Latinoamérica y de España se reunieron a debatir cuáles son los retos y las dificultades que implica el cubrimiento de la industria cinematográfica y el devenir de la crítica de cine en los medios de comunicación de Iberoamérica.
Como en muchas áreas del periodismo, el cubrimiento del cine tiene la presión de los distintos agentes que trabajan en el sector. Esto supone una gran problemática, en especial para aquellos medios pequeños que siempre resultan más vulnerables a caer en prácticas corruptas y contrarias a la ética profesional.
Simultáneamente, los medios de comunicación escritos están dejando por fuera la crítica y se limitan a hacer reseñas de las películas que están en cartelera. Surgen entonces los blogs y demás espacios de internet para ofrecer una alternativa de crítica más informal y cercana a los lectores que le haga contrapeso a los intereses de los medios tradicionales.
En un futuro, la crítica se perfila como una comunicación más directa con los lectores para invitarlos a ser partícipes de la cultura fílmica, que cada vez es más fuerte y relevante en la explicación de las transformaciones sociales.
1. Cubrimiento del cine en los medios de comunicación
Moderador: Alberto García Ferrer.
Ponentes: Carlos Monsiváis, Rocío García, Pablo Scholz, Luis Martín López, Orlando Mora y Juan Manuel Badillo.
La internacionalización del gusto cultural y la importancia de la cultura fílmica
El espacio audiovisual iberoamericano es cada día más diverso y complejo. A la vez que experimenta grandes retos para consolidarse como opción frente a la desbordada oferta de Hollywood, está buscando la manera de adaptarse a las corrientes mundiales que imponen fusiones en las tecnologías de producción y cambios en la manera de hacer llegar los contenidos al público.
Este hecho se enmarca dentro de otro más universal: ha habido un cambio cultural inesperado, o esperado de otra manera, gracias al cual la cultura visual se ha vuelto dominante. En palabras de Carlos Monsivái "la cultura fílmica es tan -o más- importante en este momento como la cultura literaria, con la ventaja de que, además, la primera cuenta con el consenso, la avidez y el fanatismo de las nuevas generaciones”.
Simultáneamente con la implantación de la cultura fílmica, los canales por los que habitualmente le llegaban al público los productos audiovisuales están cambiando y se están diversificando para darle paso a una relación más directa de la persona con la película. Estos cambios suponen que los espectadores tienen cada vez más el control de lo que ven y de cómo lo ven. Unos cambios de consumo tan radicales que, incluso, sería posible decir que el cine murió cuando entró el video.
Aunque esta idea pueda ser rebatible, es innegable la importancia que tienen las videotecas en la actualidad. Sólo un 30 por ciento de los consumidores habituales de cine lo sigue consumiendo en las salas de cines. Los DVD y especialmente las versiones piratas se han vuelto parte de las necesidades del espectador. Hoy en día una persona puede hacerse a una cultura fílmica clásica a través de películas en DVD. “Es una nueva internacionalización del gusto cultural”, asegura Monsiváis. Incluso, muchos sostienen que el DVD pirata está reemplazando al cine de barrio.
Pero más allá de que las narrativas y la exhibición en gran formato, propias del cine, estén siendo relegadas, lo cierto es que la cultura fílmica es esencial en la conformación de la vida social.
En este panorama, el periodismo juega un papel muy importante. No se va a entender la transformación de las sociedades si los medios no le dan al cine la importancia que tiene. “Sin una valoración del peso de la cultura fílmica, el peso del periodismo cinematográfico está muy diezmado”, asegura Monsiváis.
Desafíos en el cubrimiento de noticias de la industria cinematográfica
Escribir y cubrir la fuente de cine supone varios retos para los periodistas. Al igual que en todos los campos del quehacer periodístico, en éste los periodistas no están exentos de tener las presiones de los distintos agentes del sector.
Esto es especialmente palpable en los medios más pequeños, donde muchas veces incluso existe una complicidad entre éstos y las películas de las majors o grandes casas productoras de cine.
Si se analizan las estructuras de los magazines sobre cine, se descubre que generalmente hay publicidad encubierta dentro de la información. Es decir, la información que se le está dando a la audiencia es sesgada. Por eso es necesario poder analizar y tratar de mantener la independencia, que es la base para tener credibilidad. Si el periodista la pierde, pierde su sustento.
Con frecuencia, esto pasa porque el reportero no piensa primero en los intereses de sus lectores, sino en los del productor o del actor. Se cae entonces en el juego de encubrir promoción y publicidad como contenido periodístico, con el objeto de no perder la fuente –que en muchos casos es el mismo anunciante- o también de acceder a los estímulos que éstas ofrecen. Se sabe de distribuidores que incluyen dentro de sus presupuestos de publicidad un monto para motivar a los periodistas con camisetas, lapiceros y hasta dinero en efectivo. Esta práctica atenta contra el objetivo del periodismo, que es hacer un servicio social.
Pero las relaciones con las fuentes siempre son más complejas. Es necesario ir más allá de la discusión maniquea sobre los buenos y los malos. En este contexto la figura del editor toma preponderancia. Es él quien tiene la responsabilidad de poner freno a las dinámicas corruptas, para equilibrar la información y mantener la independencia. Esto es más posible en los medios grandes, donde la publicidad no va atada a los contenidos periodísticos, como sucede en periódicos tan influyentes como El País de España o El Clarín de Argentina.
No obstante, incluso para ellos es cada vez más difícil evitar el control que quiere tener la industria cinematográfica sobre la forma como se cubre la fuente. Es común, entonces, encontrarse con el hecho de que la dinámica industrial limite a seudo-entrevistas y a seudo-noticias el quehacer de productores, directores y actores.
Según Rocío García “uno de los problemas es que el poder de las distribuidoras es tan grande que cada vez es más difícil publicar información diferenciada. En los festivales internacionales de cine es prácticamente imposible hacer entrevistas a solas”.
Ante la presión, urge el profesionalismo
A pesar de que existen problemas y tensiones comunes, el cubrimiento del cine es distinto en cada país dependiendo de cuán desarrollada sea su industria local o qué tanto penetre la foránea. Así como para algunos medios, la propaganda de las distribuidoras puede ser la única información disponible para publicar; en diarios como El País, es mucha la información que hay por canalizar. Bajo esta premisa, surge la duda de: con qué criterio se selecciona lo que se publica y lo que no. Para ello, no parece haber más de una respuesta: el único criterio que debe primar es el de la calidad.
Independientemente del tamaño o poder del medio, lograr la calidad en el cubrimiento del cine como industria cultural y espectáculo demanda la profesionalización del oficio. Juan Manuel Badillo, explica que “profesionalizar significa dotar a los periodistas con los conocimientos mínimos necesarios para recomendar, orientar e informar. Para muchos periodistas tener a Arturo Ripstein o a otro director da lo mismo. El nivel de calidad es muy bajo”.
Además, es deseable que exista un interés por el tema y, especialmente, que todos tuvieran que ver las películas antes de hablar de ellas. A juicio de Badillo “los reporteros deben ser parte de la industria del cine, hay que incluirlos en la cadena para que se crean parte de ella, sólo así podrán participar de manera activa y responsable”.
Según Pablo Scholz, la clave para hacer un buen cubrimiento periodístico es tener independencia para criticar abiertamente todas las películas. “No sólo se trata de informar, lo que les da un plus a los lectores es la crítica”.
2.El futuro de la crítica de cine
Ponentes: Alfredo Mora, Fernanda Solórzano, Javier Cortijo Bernardos, Alejandro Martín y Mario Alegre.
La crítica, las dinámicas de los medios y sus consecuencias
Es posible que no se comprenda la razón del ejercicio de la crítica cinematográfica en países donde no hay industria, como los latinoamericanos, y en momentos en que cada vez hay menos espacios para publicarla.
En general, se podría decir que en los medios de comunicación la crítica cinematográfica es ejercida tanto por críticos, como por periodistas que, por lo regular, escriben sobre diversos temas culturales.
Desafortunadamente, las dinámicas de los medios modernos hacen que la crítica tenga cada vez menos espacio. Concretamente, en los periódicos no tiene cabida porque se privilegian los chismes y otras informaciones con más rating. Para Orlando Mora se trata de un fenómeno de banalización de la sociedad que los medios reflejan y “esa banalización nos ha dejado a los críticos por fuera de los medios. La cultura ha dejado de interesar a no ser que sea el espectáculo”.
A su juicio, esa es la razón para que los suplementos literarios y las revistas de cine estén en vía de extinción. “Hay un efecto cultural nocivo, que es el efecto de la televisión, cuyo esquema gira en torno a la publicidad y al rating… Por eso, la crítica de cine ha perdido todos los espacios en la prensa escrita”.
Esto representa que la mayoría de los medios cada vez más se limitan a hacer sólo reseñas de las películas. Es decir, textos muy cortos con gran despliegue de imágenes. “Es como si las publicaciones consideraran que la crítica es un aviso de lo que el espectador puede ver en la cartelera” (Monsiváis).
La consecuencia natural de todo este proceso es que haya más reseñismo que crítica. Pero, igual, no hay que desconocer que las reseñas cumplen el papel, también necesario, de informar sobre los estrenos de la cartelera y, en general, sobre el movimiento del sector cinematográfico.
La crítica busca nuevos espacios, el caso de los blogs
La transformación de los medios tradicionales ha hecho que el ejercicio de la crítica de cine busque nuevos espacios. Internet ha abierto significativamente el espectro de opciones para leer críticas y también ha cambiado la forma de escribirlas. Esa es la opinión de Alejandro Martín[1], quien pone el ejemplo de sitios en Internet como Internet Movie Data Base (IMDB) o Rotten Tomatoes, que devienen en espacios para visibilizar y compartir el gusto por el cine.
Dentro de esa oferta, se pueden diferenciar los web sites que básicamente son completas bases de datos de películas, de aquellos que permiten ver distintos puntos de vista de los cinéfilos.
El caso concreto de los blogs supone dos lecturas: una como tecnología que le permite a cualquier persona escribir lo que quiera y dos como género. En general, el tipo de blog que ha tenido más éxito es el de diario personal, en el que se reflexiona sobre algún tema en particular. Es una comunicación en primera persona, que no pretende tener un alcance masivo. Un tipo de comunicación distinta, porque aunque se está conversando con cien, se llega a millones.
Ochoymedio, explica Martín, funciona como un blog de blogs. De una parte ofrece una base de datos de películas y de otra las reseñas escritas por diferentes colaboradores. Un internauta cualquiera puede entrar a la página y ver una película y todas las reseñas que se han escrito sobre ella o, por el contrario, entrar a cada blogger y ver lo que ha escrito. Cada colaborador tiene su cuenta y su clave con lo cual sube directamente sus escritos. La mayoría son ejercicios de escritura sobre las películas que ven.
Pero lo que para unos es una ventaja -la amplia oferta de contenido de Internet que está para el que lo quiera leer- para otros es motivo de preocupación. Es una gran avalancha -dice Fernanda Solórzano, que arrastra tal cantidad de información que rebasa cualquier límite. “Sería deseable emprender la tarea de discriminar y seleccionar lo que se difunde”.
En palabras de Javier Cortijo, “ahora los lectores están más informados que nunca y también tienen el riesgo de estar más desinformados que nunca”. A su juicio, en los blogs cabe de todo y ese es el peligro.
En opinión de Mario Alegre, “la dinámica del blog es bien distinta y se dirige a un público muy específico. No se escribe lo mismo para un medio impreso que para un blog, en el que el escritor es más subjetivo y utiliza un lenguaje más coloquial. A la vez, el blog es el mejor medio de tener retroalimentación con los lectores. La posibilidad de intercambiar opiniones permite mantener una relación de más largo plazo con el lector”.
Esto sería el indicativo de que existe una nueva relación de los críticos con el medio cinéfilo y con los lectores.
Pero ¿quién es el lector? Se podrían identificar dos tipos de lectores: uno con el que se tiene un nivel básico de comunicación que no traspasa el propósito informativo y dos, aquel con el que es posible tener una conversación de segundo nivel.
Qué es y hacia dónde va la crítica de cine
En primera instancia el reto de la crítica sería captar la atención de aquel que está buscando el programa del fin de semana. Pero indistintamente de cual sea el objetivo del lector, el crítico está llamado a tener una relación más cálida y cercana con él, en la que no se limite a decirle si una película es buena o mala, sino que el análisis crítico indague en qué dicen las películas sobre temas que mueven a los espectadores.
En otras palabras, una crítica propositiva que ayude a establecer un nexo entre el público, los cineastas y los procesos del sector. No hay que olvidar que hoy en día el lector está mucho más cargado de información, es un lector empoderado y, en el caso de Internet, más exigente.
Es posible que, como cree Fernanda Solórzano, no sea fácil explicar “qué significa ser crítico y cómo se vive esa suerte de condición – vocación - profesión”. En su concepto, la palabra crítico produce rechazo y hasta tiene connotaciones negativas: “se nos ve como personas que nos beneficiamos de los bienes ajenos, que no tenemos problema en echar por tierra todo el trabajo de un cineasta y que carecemos de autoridad para decir qué está bien y qué está mal”.
Esa desaprobación surge del desconocimiento de lo que hace un crítico. ¿Un crítico cuenta qué estrenos hay y recomienda qué ver de la cartelera? No, eso hacen las reseñas. La crítica va más allá, surge del deseo de prologar un diálogo con los lectores. La crítica no resuelve dudas específicas ni ofrece conclusiones definitivas; al contrario, muchas veces produce irritación e indignación. La crítica habla de todo lo que está por explorar o por volver a explorar con una nueva mirada, una más profunda. Puede darse el lujo de hablar de películas que no han llegado a una pantalla de cine, y tal vez nunca lo hagan, a pesar de que existen y de que han estado ahí todo el tiempo.
Y ¿qué pasa cuando la crítica es tan agotadora, tan pretenciosa, tan ilegible, tan auto referencial, tan dirigida a sus iguales, que despide a sus posibles lectores?
El crítico elitista y esnob debe dar paso a uno que atraiga a los lectores no especializados y les muestre todo un nuevo mundo de posibilidades. Una especie de formador de públicos, tarea necesaria para crear las industrias de cine locales que le hagan contrapeso a la hegemónica oferta de Hollywood.
El análisis de los problemas y retos que enfrenta la crítica podría conducir a concluir que ésta se acerca a un barranco -en el cual ya no habría quien la lea-, empujada por la incomodidad que les produce a quienes trabajan en el negocio del cine. Pero lo cierto es que es muy poca la influencia que tiene la crítica sobre éste. Una crítica negativa puede hacer poco frente a un aparato de mercado, así como una crítica positiva tampoco salva a una película de que la quiten el primer fin de semana.
También es imposible pasar por alto el hecho de que con la democratización del cine y a partir incluso de la piratería, se tiene la oportunidad de replantear la crítica como una manera de vincular el cine con la vida.
La función del crítico no es sólo hacer ver cómo las películas pueden ser relevantes para entender el cine, sino la vida misma. Su tarea es recuperar el interés del público por la crítica; hacerla relevante.
Sabiendo que no existe una enseñanza sistematizada de la teoría del cine, por lo que quienes ejercen el oficio de la crítica son aquellos interesados en la historia y la reflexión y con una gran certidumbre por lo que hacen, es necesario que se posibilite la profesionalización de ese oficio.
En un futuro, el crítico se dirige hacia la figura de historiador cinematográfico, que deje el registro de lo que ha pasado con el cine y cómo eso ha influido en la vida de los espectadores.