La agregaduría de contenidos no es una mala práctica si se hace con responsabilidad, ética y respeto a la audiencia.
Aunque se mezclen lo ajeno y lo propio, tal práctica no deja de ser un plagio porque es una apropiación del trabajo ajeno. Como se ha explicado otras veces, quien plagia se adueña de lo que no es suyo y obtiene lucro por ello.