“El periodismo es muy gregario, pero la escritura de libros es un oficio muy solitario”, dice Martín Caparrós, el maestro del Taller de libros periodísticos cuya quinta edición comenzó el 31 de julio en Buenos Aires. Para iniciar el diálogo, Caparrós se pregunta qué es un libro periodístico y lee un artículo que publicó en el diario El País: Esos libros (la verdadera historia de las historias verdaderas).
“Esos libros son un laboratorio”, lee Caparrós, “porque arman un espacio de libertad, sin reglas previas ni límites de páginas ni editores que supuestamente saben lo que el público quiere, en ellos se experimentan formas distintas de contar, que, después, a veces, se volcarán en los periódicos —o en las novelas—”.
Se recibieron 59 postulaciones para participar de este taller. Los nueve elegidos son Mori Ponsowy, María O’Donnell y Cristian Alarcón, de Argentina; Hernando Flórez, Maribel Abello y Ana Karina Delgado Díaz, de Colombia; Cristina García Casado, de España; Paola Ugaz, de Perú; y Ana Teresa Toro, de Puerto Rico. Todos están escribiendo un libro.
Encontrar el foco es decisivo
Durante la primera jornada del taller, en una sala amplia de la Fundación PROA, Mori Ponsowy fue la primera en presentar su trabajo. Se trata de una crónica sobre migrantes africanos en Roma. Quien dispara la búsqueda es Bilal, un mauritano que hace mucho tiempo, cuando tenía nueve años, fue vendido como esclavo. Veintiún años más tarde, logró escapar.
Pero ahora Ponsowy no sabe si regresar a Italia o no. Le parece que buscar a Bilal de nuevo podría ser violentarlo. No está demasiado segura con eso y se pregunta: “¿Qué coño hago yo, una latinoamericana, casi sin patria, escribiendo sobre migrantes en Europa? ¿Quién soy yo para hacerlo? Pero a la vez no puedo dejar de escribir estas historias”.
Caparrós le responde con otra pregunta: “¿Qué querés contar? En síntesis, en 10 o en 20 palabras”. Explica que parece una pregunta sencilla, pero que en verdad esa es la pregunta básica: qué quiero contar. A un proyecto le puede faltar un poco de foco y definición general. “Es decisivo encontrar eso”, dice Caparrós. “Si no, uno acumula cosas. ¿Cómo encontrar el foco cuando lo perdés? Durmiendo mal, desesperándose, pensando todo el tiempo… Una de las formas más sencillas que yo solía tener, a principios de los años ‘90, era hablar por teléfono y contar en 5 minutos las cosas en las que estaba poniendo el foco, para interesar a mi interlocutor en el trabajo que estaba haciendo. Me parece una buena manera de saber a dónde está el foco”. Caparrós le dice a Ponsowy que en su caso, quizás el foco sea: “La historia trata acerca de un hombre que fue esclavo” y en tal caso habría que trabajar más sobre lo que significa la esclavitud.
Cuando, la primera vez, Ponsowy escuchó la historia de Bilal, se obsesionó. Ayer volvió a una pregunta que hay muy por detrás: ¿por qué y para qué escribir?
Si fuera a escribir sobre refugiados africanos en Italia, Caparrós dijo que aprovecharía la ventaja comparativa de vivir en un país que está lleno de emigrados italianos: Argentina. “Trataría de contar una cantidad de historias duras de emigrados italianos a la Argentina. Y las yuxtapondría con la de los africanos en Italia. Esa sería mi respuesta a esta cuestión y así le daría una diferencia. ¿Para qué hacer este libro si ya hay otros libros sobre el mismo tema, con muchas ventajas, más acceso y más información?”.
Él mismo se respondió: “Es raro trabajar un tema que no se haya trabajado, y ahí hay que buscar cuál es la ventaja comparativa que uno tiene. En este caso es esa: vivís en un país que fue hecho básicamente por migrantes italianos. Lo que quiero decir es que hay que buscar cual es la diferencia que uno le puede aportar a un asunto que ya fue hecho”.
¿Periodismo o literatura?
Luego de la pausa para un café, el maestro se concentró más en las palabras escritas, en el texto mismo de Ponsowy.
Cada vez más me parece que las palabras sobran”, le dijo Caparrós. “Estoy en un proceso de despojamiento. Cuando era más chico, escribía con más palabras y esa floridez me gustaba. Pero fui convenciéndome de que la belleza no está en la abundancia, sino en la necesidad: es bello un texto que te puede convencer de que cada palabra es absolutamente necesaria. Y es difícil que te convenza de eso. Para sacarle todo lo que le sobra, yo suelo someter a cada palabra a la prueba de la necesidad: ¿qué pasa si esta palabra no está? ¿Sigue fluyendo, se sigue entendiendo? Incluso el color, el ritmo, la imagen; no sólo el sentido. No es un problema funcionalista. Una palabra debe defenderse y justificar su presencia”.
Un participante le preguntó entonces: ¿estamos haciendo periodismo o literatura?
“Nunca creí en la diferencia entre uno y otro”, respondió Caparrós. “No hay nada en el periodismo que le impida ser buena literatura, salvo la capacidad de quien lo escriba”.
Sobre el Taller de libros periodísticos con Martín Caparrós
Es organizado por la FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y la Fundación PROA con el apoyo de la Fundación Tomas Eloy Martínez - FunTEM, con el objetivo de promover el libro como formato de trabajo periodístico, alternativa de lectura y de mercado editorial.