Por qué un periodista de salud debe tener una agenda propia

14 de Noviembre de 2018

Por qué un periodista de salud debe tener una agenda propia

El profesor José Luis Terrón Blanco, Director del Observatorio de Comunicación y Salud en la Universidad Autónoma de Barcelona, resalta la importancia de aprovechar adecuadamente las fechas clave para periodistas de salud.

Fotografía: LUM3N en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons
José Luis Terrón Blanco

 

El sistema productivo de los medios de comunicación precisa que la mayoría de las informaciones que se elaboran estén previstas con anticipación. Es la única manera de adecuar los recursos humanos y tecnológicos a las necesidades productivas del medio. Esa planificación, que es una rutina productiva  a la par que un elemento decisorio para elegir una información –previsibilidad, estar en la agenda-, choca con la idea un tanto mítica, por romántica, del periodista tras la novedad de última hora.

Como todas las rutinas de producción, es común a los medios convencionales de todo el mundo. Ahora bien, esa previsibilidad es ahora menor, no en el número de noticias que se rigen por esta ley, sino en el tiempo que se ha de prever para que esas noticias puedan planificarse por los medios, y esto se debe a los avances tecnológicos. Pero claro, esas facilidades tecnológicas ni pueden eludir la necesaria planificación de los recursos humanos ni el mayor tiempo que se ha de dedicar a elaborar ciertas informaciones, por su dificultad discursiva o porque se enmarcan en géneros periodísticos más complejos.

El día de…

El periodismo sobre salud, como es lógico, no escapa de la previsibilidad, con las ventajas y los inconvenientes que esta comporta. Si les parece, detengámonos unos instantes en algunas de esas ventajas y dediquemos un poco más de espacio a los posibles inconvenientes, de los que se suele hablar menos. Para lo cual enmarcaremos esa previsión en una práctica usual de esta especialidad periodística: el día de…, del asma, del paciente, del cáncer, de los enfermeros, etc, del sida (1 de diciembre).

El día de… es un recordatorio, cuya finalidad no es otra que la de recordar o dar a conocer a la sociedad algún tipo de mal o dolencia, pongamos por caso. Y esa finalidad tiene en los medios un instrumento primordial.

El día de… permite, por un lado, que el medio de comunicación se convierta en cierta medida en agente de salud y, por otro, que ese mismo medio planifique las informaciones, reservando un espacio y dando tempo para elaborar piezas periodísticas más complejas, que en el caso del periodismo sobre salud tienen, a mi parecer, dos vertientes: la profundización científica y la humanización de las informaciones, o sea, darle voz a los protagonistas y a sus allegados.

Claro está que el día de… también es aprovechado por administraciones, sociedades científicas, grupos de investigación, asociaciones de pacientes o revistas científicas para que, pongamos por caso, nos ofrezcan datos epidemiológicos, se reivindiquen políticas públicas de salud o de cuenta de un último tratamiento o de una investigación biomédica prometedora.

De esta manera, los medios de comunicación podrán desarrollar piezas informativas (hacerse eco de) junto a otras más interpretativas (profundizar en). Las segundas, planificadas con bastante anterioridad por el propio medio, las primeras, respondiendo a la actualidad –relativa, como hemos visto- informativa.

Infoxicación

Pero aquí empiezan a surgir ciertas disfunciones, porque generalmente el medio va a tener que seleccionar entre las informaciones que provienen de fuentes externas, y estas que lo saben van a desarrollar estrategias para que su información sea escogida y no otra; en definitiva, se da una disputa por ganar la atención del medio. A la vez, el medio que sabe de ello, puede decidir que para qué dedicar tiempo a elaborar piezas más complejas (ahorro también económico), pero muy necesarias, si el espacio reservado ya se lo van a cubrir las notas o ruedas de prensa de entidades u organizaciones.

Pero cabe recordar cuál es el objetivo último de esas informaciones: dar cuenta al destinatario, informarle, explicarle. ¿Por qué decimos esto?, porque no debemos olvidarnos jamás de esa pieza fundamental, el destinatario, y que este recibe informaciones de numerosos medios de comunicación, que, a su vez, compiten entre ellos para ganar su atención, todos ellos hablando del día de… Y así, ese loable recordatorio puede convertirse en ruido, dado que se puede llegar a cierta infoxicación (ahora aún mayor merced a la viralidad que propician las redes).

Para desarrollar esta idea, si se me permite, les pondré algunos ejemplos que se desprenden sobre mis estudios sobre el tratamiento que hacen los medios del VIH/sida.

El Día Mundial del VIH

Tras seis años de investigación vimos que en España, en torno al día 1, aumentaba ostensiblemente las informaciones relacionadas con el VIH/sida. Cojamos como ejemplo 2010: un 20,14% del total de informaciones de un año de concentraban en la semana del 1 de diciembre, pero es que la semana anterior y la posterior a esa semana también concentraban más información que el resto de las semanas del año.

Este mismo fenómeno lo pudimos comprobar en República Dominicana (entre el 26/11/2012  y el 02/12/2012 55 informaciones sobre un total de 181) o en México (97 sobre 768, en 2012). Hablamos, por tanto, y como escribíamos al inicio, de una ley universal. Vean si no esta imagen que extraemos de Google Trends.

Cada pico se corresponde con el día 1 de diciembre. En rojo los resultados a la búsqueda con la entrada sida y en azul las búsquedas con el término VIH.

Este último ejemplo nos retrotrae a lo que les decíamos del destinatario: la información la está recibiendo de numerosos medios y estos, en un espacio de tiempo pequeño, hablan de un mismo tema, en este caso del VIH, por lo que puede darse una cierta sobreinformación, que va en contra de la finalidad pretendida: ganar la atención. Sobreinformación, sobreexposición que puede hacer que nuestro destinatario deje de prestar atención no solo a nuestras informaciones sino a las informaciones sobre el día de

Por otro lado, en las redacciones se da un cierto agotamiento informativo. Imagínense la situación: semanas después del día 1 de diciembre el periodista sobre salud va a su responsable y le propone un reportaje sobre la discriminación laboral de las personas que viven con VIH. No me negarán que el tema es importante. Y para el jefe de redacción también, pero, y siempre hay un pero: “¿otra vez me vas a hablar del sida, no le dedicamos un montón de espacio hace unos días, ¿por qué no te lo guardas para el próximo día 1?”. Y ahí acaba el diálogo.

Y es que, como hemos comprobado, después de dedicarle mucho espacio a un tema de manera concentrada en el tiempo se tarda bastante en volver a tratar ese tema.

Para ir acabando y a modo de conclusión: si bien es cierto que los día de pueden buscar y tener efectos positivos, no debemos obviar los negativos. Es imposible que un redactor pueda ejercer su trabajo sin tener en cuenta la agenda, pero sería deseable que el redactor tuviera, en lo que pudiera, una propia y que no viviera a expensas de lo que le viene dictado por ser novedad o por estar previsto. Pero no se puede tener agenda propia si no existe especialización periodística. Aunque este es otro tema…

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