Hacer una buena entrevista parece fácil, pero no lo es. En el ámbito de la ciencia y la salud la proporción de entrevistas es tanto o más intensa que en otros campos del periodismo. Todo el tiempo tenemos que hablar con una gran variedad de expertos, conocedores como pocos de unos temas muy especializados, pero con frecuencia poco hábiles para transmitirlo de manera sencilla al gran público. Algunos son simplemente tímidos o acostumbrados a las abstracciones.
Hacer una buena entrevista parece fácil, pero no lo es. En el ámbito de la ciencia y la salud la proporción de entrevistas es tanto o más intensa que en otros campos del periodismo. Todo el tiempo tenemos que hablar con una gran variedad de expertos, conocedores como pocos de unos temas muy especializados, pero con frecuencia poco hábiles para transmitirlo de manera sencilla al gran público. Algunos son simplemente tímidos o acostumbrados a las abstracciones.
Si a esto se le suma, como en cualquier otra situación humana, que puede o no haber química entre entrevistador y entrevistado, el tema puede complicarse aún más. Pero no todo está perdido, hay algunos trucos que pueden ayudar a que una entrevista sobre temas científicos y de salud salga bien.
Sea amable
Algunas veces el entrevistado puede ser algo molesto, o tímido, o envanecido con su saber. En otras, puede no estar pasando su mejor día, recibir decenas de peticiones de entrevistas o simplemente detestar a los periodistas porque ha tenido malas experiencias previas. Siempre un poco de amabilidad puede marcar la diferencia. Empiece desde el primer contacto, ya sea por una llamada o correo electrónico, sea lo más cortés posible pero sin exagerar.
Entonces, vaya al grano y deje claro lo que necesita desde el principio, pero con amabilidad. Como norma general no se sitúe en una lucha de egos. al fin y al cabo, el experto es quien tiene la información a la que necesitamos acceder para que nuestro público entienda determinado tema.
Como para un niño
Hay un truco que funciona con frecuencia: pedirle al científico o experto que explique el tema como lo haría para su hijo de cinco años. Por muy abstractos que sean los temas, la inmensa mayoría de expertos si le dedican tiempo a pensar en metáforas o ejemplos que les sirvan a ellos mismos a entender o simplificar un problema. Suele ocurrir que al sentir que estar hablando con un medio deben ser rigurosos y dar la teoría entera, cuando se trata de todo lo contrario.
Otro enfoque, similar, es hacer las preguntas simples, básicas, aquellas que ayudan a entender un proceso desde el principio. Pero hay que distinguir entre las preguntas simples y las “simplonas”, aquellas que recurren al cliché, a los miedos ya superados. Lo simple va a la esencia, lo simplón al estereotipo.
El esfuerzo o el gusto de entender
¿Cuántas veces hemos leído entrevistas y piezas en las que se nota que el reportero entendió bien poco o casi nada de lo que dijo el experto?
Si para ser periodista, en general, es importante ser curioso, este requisito en el campo de periodismo de salud y ciencia se duplica o triplica. Uno de los placeres de esta especialidad es poder entender cómo funcionan los asuntos biológicos, cómo actúa un medicamento o funciona una terapia. Aún así, en ocasiones hay que hacer un esfuerzo activo y permanente por comprender lo que dice el experto. La mejor fórmula para escribir un ladrillo es desentenderse de lo que dice el médico o científico, creyendo que con dejar rodar la grabadora ya estamos cumpliendo nuestra función.
Simplificar con rigor
Una tensión permanente entre periodista y fuente experta es la queja constante de esta última de que los periodistas simplificamos todo. Ante esa queja, y por la falta de comprensión mencionada en el punto anterior, la actitud más frecuente es simplemente publicar lo que dijo la fuente, así el lector entienda poco. Una buena actitud periodística es justamente la contraria: nuestro papel es hacerle llegar a un público muy amplio una información compleja, pero que puede ser muy útil para su vida. Eso hay que explicarlo siempre, con amabilidad, no plegarse simplemente al lenguaje académico o complejo de los técnicos.
Llegue preparado. Siempre
Hay que leer del tema antes de llegar con el experto. No es una buena práctica llegar en blanco, esperando que el científico explique todo, desde el ABC. Prepararse antes, sobre el tema que sea, permite eliminar los puntos de vista obvios, los clichés, las preguntas simplonas. No hay que pretender igualarse, porque hubo una preparación previa, con el experto que lleva años lidiando con un tema. Lo mejor es entablar un diálogo en el que el otro sienta que se está respetando su saber, intentando entender y llevar esa información a un gran público.
Organice sus ideas
Está claro que lo ideal es que la entrevista se convierta en una conversación que fluya naturalmente. Pero es importante saber qué quiere de la persona con la que va a hablar. En temas de ciencia sobre todo, hay que documentarse lo suficiente antes de llegar a una entrevista, solo así podrá sacarle el mayor fruto al tiempo con la fuente. Tenga un cuestionario armado, eso le dará una guía, y en el peor de los casos lo salvará si la conversación no fluye como se esperaba.
Déjese llevar
Si bien es importante tener estructurada una entrevista, lo mejor es dejarse llevar por lo que tenga el entrevistado para contar. Ceñirse a un cuestionario le restará naturalidad al diálogo y dificultará la tarea. Del mismo modo es importante llevar al entrevistado por donde usted necesita, que se vayan por las ramas puede traer datos interesantes, pero a veces habrá que volver a enfocar la conversación.
La grabadora y el papel
La libreta de anotaciones es parte de la vida de cualquier periodista, pero también lo es una grabadora. Antes de ir a su entrevista, asegúrese que tiene todo lo necesario para que quede registro de la conversación. Recuerde que usted puede grabar a la persona, siempre y cuando esta sepa que lo está haciendo, si le pide que no lo haga, respételo, por pura cuestión ética. Muchas veces el papel ayuda: lleve hojas en blanco, tipo carta o similar, y lápices o marcadores de colores para que el experto pueda explicar. La mayoría de ellos tiene en la cabeza diagramas o dibujos que pueden graficar un tema y ayudan a llevar la conversación. Suele ocurrir justamente que la entrevista sea el desarrollo de ese diagrama.
Una vez más, sea amable
Así como se esforzó por poner su mejor cara para conseguir la entrevista, hágalo durante la conversación. Alguna pregunta sutil para romper el hielo le ayudará para entrar en confianza. Si necesita contrapreguntar, hágalo, pero que el entrevistado no se sienta atacado. Al cierre de la entrevista, agradezca, pregunte si hay algo más que desee anotar y sobre todo, dé las gracias. Es importante dejar la puerta abierta.
La última pregunta
Pese a que sea un consejo de manual para todo periodista, la última pregunta siempre debe ayudar a abrir otras puertas: ¿Quién más sabe de este tema? ¿Dónde me puedo documentar si tengo alguna duda?
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