Keep making comics, please

Keep making comics, please

Bajo la dirección de Naranjo, un equipo conformado por un guionista, cuatro dibujantes, cuatro coloristas y diseñadores gráficos trabajó sin descanso diciembre y enero de 2013 para presentar el cómic en este Festival.
García Márquez “Gabo, memorias de una vida mágica” Hay Festival Cartagena. Joaquín Sarmiento/ Archivo FNPI
Catalina Holguín

“Ese miedo yo lo tuve. El sábado por la noche pensé: ¡Mierda! Nos van a destruir”, dice John Naranjo cuando le pregunto por la recepción en Colombia del cómic Gabo: memorias de una vida mágica. Es jueves y estamos sentados en el patio central del Hotel Santa Clara, un día antes de presentar oficialmente en el Hay Festival de Cartagena la biografía gráfica del Nobel colombiano. Los elogios de Juan Gustavo Cobo Borda, gabófilo de alto vuelo, y de Helena Gómez, directora general de Random Colombia, han disipado los miedos nocturnos de Naranjo. Sobre la mesa reposa el libro de portada estridente con cuatro mariposas amarillas al vuelo y el nombre del protagonista en negrillas y altas—GABO. Periodistas miran el libro de reojo al pasar por nuestro lado, y un editor mexicano se detiene y me hace discretas preguntas acerca del libro. Hoy Naranjo habla con la seguridad de quien se sabe dueño de un producto exitoso, y aunque repite una y otra vez que es fruto de un trabajo colectivo, el libro es de él. Gabo es un libro de editor.

Bajo la dirección de Naranjo, un equipo conformado por un guionista, cuatro dibujantes, cuatro coloristas y diseñadores gráficos trabajó sin descanso diciembre y enero de 2013 para presentar el cómic en este Festival. Aunque la primera edición está plagada de erratas, la editorial Rey+Naranjo cumplió con presentar a un público cercano a los 100 asistentes su calculado bestseller. Los sacrificios rindieron sus réditos. El cubrimiento en medios nacionales e internacionales ha sido extenso, y de las 500 copias impresas en tapa dura, se vendieron 120 durante el Festival. “Yo no me puedo dar el lujo de no vender mi primera novela gráfica”, dice Naranjo, mientras me mira a través de unos lentes cuadrados de pasta pesada que realzan su nariz ancha y las cejas japonesas. Lleva jeans oscuros, tenis y camiseta de rayas que afirman su estirpe bogotana y callejera.

Naranjo ha publicado dos enigmáticos libros de dibujo de la coreana Jung Yumi y una fantástica adaptación de Chico y Rita, la película animada de Fernando Trueba. Gabo, en cambio, es su primera producción de cómic, y ésta es su primera aparición en un festival que mezcla iguales partes de farándula, calibre intelectual y jetset. Lo acompañan el guionista Óscar Pantoja, y los dibujantes Felipe Camargo y Tatiana Córdoba. Mientras hablamos, una presentadora de City TV se roba por minutos a Córdoba, artista visual nacida en el 88. Lleva un capul negro bien peinado y los ojos un poco achinados de los indígenas del Caribe. Felipe Camargo, también contemporáneo de Tatiana, se abraza enérgicamente a su mochila oscura de fibra sintética. Su fanatismo por el historietista norteamericano Chris Ware se traduce en la postura introvertida y pálida que lo caracteriza. “Ser oficialmente historietistas”, dice emocionado a nombre suyo y de Tatiana, “que dibujar nos traiga al Hay y haber tenido un contrato… Es que eso no pasa en Colombia”.

Dibujado a cuatro manos, el cómic narra la vida del escritor desde su nacimiento en marzo de 1927 hasta la ceremonia de entrega del premio Nobel en 1982. La primera parte, dibujada por Miguel Bustos, abre con la epifanía de la creación de Cien años de soledad y la infancia de Gabo en Aracataca; la segunda parte fue dibujada por Tatiana Córdoba y se enfoca en los años de periodista del escritor y su vida en México; la parte rosada, dibujada por Felipe Camargo, inicia con el matrimonio de García Márquez y Barcha, el paso de García Márquez por La Habana, el inicio de su amistad con Fidel Castro y la publicación de Cien años de soledad en Argentina; las últimas catorce páginas verdes, dibujadas por Julián Naranjo, representan el final feliz a tantos trabajos y esfuerzos con la ceremonia en Estocolmo y un saludo de agradecimiento al fantasma del Coronel Márquez. Además de cronología, lista de referencias bibliográficas y recursos digitales acerca de García Márquez que refuerzan el propósito didáctico del cómic, el guionista Óscar Pantoja incluyó un artículo (demasiado desafortunado, por cierto) sobre el origen de Cien años de soledad y el realismo mágico.

En entrevista concedida por Naranjo a CNN, en el cómic “los jóvenes van a encontrar una forma de acercarse a su obra y los lectores de Gabo encontrarán una forma de acercarse a su biografía”.  La editora de la editorial de cómic española SinSentido concurre con Naranjo en el sentido divulgativo de Gabo. Es, además, “un libro que funcionará muy bien fuera de Colombia”, afirma Mejía. La edición de Gabo en España está a cargo de SinSentido y la representación de sus derechos en el mundo anglosajón y China correrá a cargo de la agencia literaria Peony. Según afirma Marta Rossich, representante de Peony, “sólo podemos confirmar que estamos recibiendo un gran interés por parte de los editores chinos. El mercado editorial chino no está viviendo, de momento, una explosión de la novela gráfica, como está ocurriendo en otros territorios. De modo que el caso de este libro es único porque novela la vida de Gabo, el autor en lengua española más vendido en China, quien además ha influido a los escritores chinos contemporáneos”. La apreciación del escritor y crítico de cine Ricardo Silva resume la intención de Gabo y su enfoque: “Yo en general disfruté el cómic de Gabo. Creo que consigue lo que se propone: celebrar a García Márquez como a un personaje insólito: un tipo común y corriente, que pasó por todas, que consiguió algo extraordinario. Está contado en clave de superación personal, como la historia de un deportista exitoso o de un hombre que se sobrepone a todas las dificultades, pero sin pendejadas ni cursilerías. […] Creo que [los editores] querían, como ellos mismos dicen, celebrar a un héroe nacional. Me parece inteligente y popular ese enfoque. Y, como a mí no me molesta ni un poquito lo popular, cuando lo popular es serio y se le nota no la ansiedad por el cliente sino el amor por el público. Me gustó, me divirtió, me sirvió. Yo no me he leído Vivir para contarla. No por nada, no por ninguna posición, sino porque no ha estado en mi biblioteca. Pero el cómic me dejó verdaderamente interesado en la vida de García Márquez”.

Llegada la hora del lanzamiento oficial de Gabo en el Hay Festival, los actores toman sus puestos. Naranjo sube a una tarima exageradamente alta del Salón del Rey del Centro de Cooperación Española. Lo acompañan el guionista Pantoja y los dibujantes Córdoba y Camargo. Modera Ricardo Silva, quien los anima a hablar del origen de la idea—Naranjo dice que quería un producto editorial local que tuviera transcendencia internacional–; indaga por las dificultades de su producción—Tatiana dice que fue dibujó sesenta páginas a razón de una diaria en lo que fue casi una misión suicida—; y pregunta finalmente por la estructura narrativa. ¿Por qué acabar la historia con la entrega del Nobel? La duda de Silva encuentra eco en la audiencia, cuando una mujer pregunta si aparecen las intercesiones políticas de García Márquez y su problemática amistad con Castro. Pantoja afirma que el cómic es la epopeya de la creación de Cien años de soledad, el paso de “la aldea al castillo”. El final, justamente, es la conclusión triunfal a tantos años de esfuerzo. “¡Por Dios!”, exclama Pantoja, “¡Terminar en ese clímax!”.

Por los bordes del Salón del Rey, junto a los fotógrafos de prensa, Daniel Jiménez ronda la charla. Jiménez es uno de los organizadores del festival de cómics Entreviñetas, editor de Robot—editorial especializada en cómic—y director de la revista de historietas Larva. Jiménez es un joven de 25 años prematuramente calvo que habla como en tipografía de ocho puntos. Cuando sus amigos historietistas lo retratan, resaltan su cuerpo delgado, la camiseta abotonada hasta la manzana de Adán y un anacrónico sombrero de paja que a veces lleva para marcar su distancia de la corbata. A diferencia de Naranjo, quien sostiene que “toca sacar al cómic del fanzine y de la contracultura”, Jiménez ve en la amplitud de formatos la riqueza del género y su renovación. Cuando se le pide que defina el carácter editorial de Robot, Jiménez afirma que su propósito es “publicar cómic y dibujo en distintos formatos, desde el fanzine a la novela gráfica, que den cuenta de la voz de cada autor”. Por voz del autor se refieren a cómics personales, que no obedecen necesariamente a corrientes comerciales como la manga americana o las aventuras de superhéroes. La editorial busca voces nuevas, con un estilo propio, y una apuesta por nuevos lenguajes visuales y narrativos. No es de extrañar que la ambición explícita de Robot, según Jiménez, sea el convertirse en “la editorial de cómic más sólida de Latinoamérica”.

Jiménez se pagó su tiquete para venir a Cartagena y lleva en la mochila varios números de Larva, tarjetas personales y copias de la última novela gráfica de su catálogo: Raquel y el fin del mundo, de una joven artista paisa nacida en 1988 llamada Mariana Gil Ríos. Tiene un ojo puesto en la mesa donde se presenta Gabo y el otro en la concurrencia. En un extremo del salón están sentadas Ángela Pérez, subgerente cultural del Banco de la República, y Nubia Macías, directora de la Feria del Libro de Guadalajara. Tan pronto ve que se retiran del lugar, Jiménez se escurre rápidamente hasta la puerta para atajarlas. En el intercambio de tarjetas alcanzo a oír unos murmullos que luego me confirma él mismo: están pensando hacer algo sobre el cómic en la siguiente Feria de Guadalajara. Guarda la tarjeta de la mexicana en un estuche rectangular plateado con tapa azul chillón. Es minucioso Jiménez y también, como Naranjo, sabe sacarle provecho a las buenas ideas y los golpes de suerte.

Raquel y el fin del mundo llegó al catálogo de Robot por coincidencia. Mariana Gil había recibido en agosto de 2012 un estímulo a la creación de la gobernación de Antioquia con el cual se comprometía a publicar en diciembre de 2012 el libro. En medio del agobio por el compromiso adquirido, Mariana llamó a su amigo Daniel Jiménez para que le ayudara con el trámite del ISBN. Fue entonces que él supo de Raquel y acordaron que, en calidad de editor de Robot, le ayudaría a insertar todos los diálogos, revisar fallas en la continuidad gráfica, corregir estilos,  cortar páginas donde sobraran y añadir otras para mantener el tempo de la narración. “Vos sabés que Daniel es muy meticuloso”, me dice, “y yo le dije ‘te voy a hacer el mínimo de caso en las correcciones de los dibujos’”. Desde que recibió el estímulo hasta la fecha de publicación, Gil tuvo únicamente cuatro meses para entintar, escanear, limpiar, rotular e imprimir una historieta de 216 páginas. “Nunca he trabajado tanto en mi vida”, afirma.

Raquel cuenta la historia de un grupo de amigos que viven en una ciudad muy parecida a Medellín en la que ocurren misteriosos episodios violentos y donde se anuncia constantemente el fin del mundo. La historia se cuenta desde el punto de vista de Raquel, una joven introvertida, nostálgica y un tanto egoísta, que no quiere que sus amigos se vayan en busca de mejores paisajes. La historia es supremamente sencilla y se desarrolla a un ritmo pausado. Los dibujos en tinta negra toman color solo en los momentos en que Raquel recuerda su infancia. Esta decisión estética revela la principal característica de la protagonista: Raquel idealiza el pasado, Raquel no quiere crecer. En un principio, todos los dibujos serían a color. Pero “había demasiados colores”, dice Mariana, “y como Raquel es un libro de detalles, sentía que con el color se perdían y que el blanco y negro me daba más posibilidades. Fue una decisión muy dolorosa y difícil porque me gasté como seis meses haciendo las cincuenta páginas a color”. El lenguaje principal de Raquel es el dibujo—no las palabras—y es quizás por este motivo que lo más memorable del libro sean las secuencias silenciosas que pueden durar hasta cuatro páginas. Al respecto Mariana explica: “siempre escribo para llegar a las imágenes. Yo prefiero que las cosas las digan las acciones de los personajes, y trato de que no haya muchos diálogos, porque me gusta que uno pueda interpretar de las imágenes. No me gusta que el dialogo o la narración diga todo”.

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Así John Naranjo se proclame adalid del cómic y presente Gabo como un producto excepcional en un lugar donde, según sus palabras, el cómic “estaba proscrito por casi cuarenta años”, el creciente interés por el cómic en Colombia está ligado a una marcada tendencia internacional y a la consolidación de una escena nacional. Además de la continuidad histórica del cómic en el mundo de habla francesa (el Festival de Angulema celebró este año su edición número cuarenta), hay una tendencia creciente por su producción y consumo en Norteamérica y España. Editoriales como Fantagraphics, Drawn & Quarterly, Vertigo, Astiberri, Sexto Piso y SinSentido llevan ya años publicando novelas gráficas que han dado cuerpo al género (conocido por el problemático rótulo de “novela gráfica”) y le han abierto un campo en el mundo literario. Más recientemente, la obra completa del historietista Chris Ware ameritó un doble página en diciembre de 2012 en New York Book Review of Books y su última obra, Building Stories, apareció en el Top 10 de los libros del año de 2012 de Publisher’s Weekly. En un artículo sobre cómics publicado recientemente en El país, Catalina Mejía de SinSentido, afirma: “Igual que hace unos años existió el boom de la autobiografía, ahora hay un auge de la biografía en la novela gráfica”.

En cuanto a la escena nacional, es importante destacar el trabajo sostenido de los clubes de lectura privados y los de las bibliotecas del Banco de la República, al festival de cómics Entreviñetas, la solidez de la escena del cómic en Medellín, la circulación de cómics en blogs nacionales y latinoamericanos, y la creciente atención de los medios. La misma movilización que se generó en torno a la Ley del Libro a favor del cómic refleja que, si bien éste sigue siendo un género marginal, no es desconocido. A finales de diciembre de 2012 la Corte Constitucional declaró inexequible el artículo de la Ley del Libro que excluía al cómic y la historieta de los beneficios tributarios que disfrutan el resto de libros e impresos de interés cultural.

En el campo de la creación, las limitaciones impuestas por la Ley del Libro realmente no han afectado la producción de historietas. A fin de cuentas, en Colombia las leyes jamás han coartado las voluntades individuales. El ejemplo más contundente es la trilogía Virus tropical de Power Paola, publicada por La Silueta entre los años 2009 y 2011. El primer volumen registra el ISBN  978-958-8568-02-7 y está clasificado bajo la materia “Literatura y retórica”. Los otros dos volúmenes aparecen bajo otro curioso rótulo: “Las artes bellas artes y artes decorativas”. La Ley tampoco impidió la publicación de la revista Larva desde octubre de 2006, cuatro veces al año, bajo el ISSN 1909-9894; la creación de la Beca de Creación de Novela Gráfica de la Secretaría de Cultura del Distrito de Bogotá en 2011 y la publicación de la obra ganadora, Calidez aislada de Camilo Aguirre, en la colección Libro al viento bajo ISBN 978-958-57317-3-8; o la publicación en 2010 del libro instructivo El cómic, invitado a la Biblioteca Pública, editado por el CERLALC con apoyo de AECID, dirigido al uso de la historieta en el fomento lector. El cambio en el artículo de la Ley del Libro, en cambio, sí beneficiará a los distribuidores, quienes podrán traer abiertamente títulos de novela gráfica y cómic, y a los libreros que podrán venderlas sin el incremento del IVA. La modificación con seguridad también producirá cambios en las compras públicas para bibliotecas y, posiblemente, en la inclusión del cómic en estímulos de creación específicos.

Sólo una cosa es cierta con este asunto del cómic en Colombia: el agite de un género que en España factura anualmente alrededor de 80 millones de euros, ha estado exclusivamente en manos de los llamados “independientes”, mientras que los pulpos empresariales como Prisa, Planeta o Carvajal siguen desentendidos. Según un artículo que celebra la movida independiente en las artes, la gestión cultural, la edición y la música publicado en la revista Arcadia, los independientes “no se parecen entre sí mucho más de lo que cualquiera se parece a sus compañeros de oficina o a la gente que nació en la misma década. Los independientes no son un movimiento como lo son, por ejemplo, los raperos. No se visten igual ni escuchan la misma música, ni votan por el mismo candidato, ni tienen gustos idénticos, aunque comparten una característica fundamental: todos tienen un proyecto artístico propio, autogestionado y alternativo a los modelos tradicionales”.

Si bien Robot y Rey+Naranjo entran dentro de la categoría “independientes” es necesario entender las diferencias entre ambos. Sin desmenuzarse, el rótulo que describe una condición económica se convierte en un adjetivo de connotación necesariamente positiva que no dejará avanzar en la mirada crítica que requiere toda manifestación cultural. Por un lado está Rey+Naranjo, una editorial fundada en 2010, con intereses abiertamente comerciales y énfasis en el libro como objeto. En sus propias palabras: “Todo lo que hacemos sigue nuestros valores: honestidad, trabajo duro y pasión. Usamos nuestra mezcla única de conocimientos y experiencia convirtiendo las historias en vivencias memorables. Escribimos, diseñamos, editamos y distribuimos piezas que los lectores deseen conservar para siempre, sin discriminar lo digital”. Cuenta con once títulos en un catálogo que todavía se siente ecléctico: tres novelas, un libro de crónicas, tres volúmenes de un diccionario ilustrado, dos libro-álbum y dos novelas gráficas, entre las que se ubica Gabo.

En una movida editorial audaz, John Naranjo orquestó la producción de Gabo para encajarlo en el boom que inició hace unos años Logicómix, una maravillosa biografía del filósofo Bertrand Russell originalmente publicada en Grecia en 2008. Aunque Gabo no alcanzó a estar listo para la Feria de Frankfurt ni para la celebración del aniversario número treinta del premio Nobel, su producción sigue siendo oportuna. García Márquez es una figura taquillera que está por encima de cualquier efemérides. Tampoco es un secreto que los rumores sobre su estado de salud avivarán el fuego del que se alimenta el libro producido por Naranjo. Con un tiraje total de 7.500 libros (5.000 para distribución en Colombia a cargo de Rey+Naranjo y 2.500 por cuenta de SinSentido), Gabo promete un buen performance comercial. Como dice la editora de SinSentido, “García Márquez es García Márquez”, léase esa vaina vende porque vende. Bajo la dirección de Naranjo, Pantoja se encuentra trabajando en otro cómic que, al parecer, será igual de atractivo para el mercado. El tema del libro aún permanece en obstinada reserva, aunque Naranjo se siente confiado en que lo tendrá listo para la Feria del Libro de Guadalajara de 2013.

Por el otro lado tenemos a Robot, una editorial especializada en cómic y otras narrativas gráficas fundada en 2003. Desde 2006 produce la revista Larva y la gacetilla Robot, pero sólo hasta 2011 empezó a producir seriamente sus primeros libros de cómic y dibujo. En sus propias palabras: “Robot ha sido el punto de encuentro para las propuestas más originales, personales y atrevidas para el cómic en Colombia. […] su robótica editorial se ha convertido en protagonista y referente para el cómic que se edita en el país y uno de los proyectos editoriales independientes más reconocidos en Colombia, a la vez que un nombre clave en la movida del nuevo cómic latinoamericano”. Su catálogo tiene seis títulos, entre los que se cuentan dos novelas gráficas, un libro álbum infantil, un cómic de aventuras, un cómic inclasificable y un cuaderno de dibujo. Para la siguiente Feria del Libro de Bogotá la editorial Robot anda cocinando cuatro novedades: una colección de cinco fanzines de cinco artistas latinoamericanos, dos cuadernos de dibujo, y un cómic extenso de un artista colombiano. Es posible que estos títulos den más cuerpo a un catálogo que todavía se siente un poco desperdigado, aun cuando su énfasis es el lenguaje gráfico. Sin duda, Raquel es de los títulos más sólidos y ambiciosos del catálogo.

El 12 de agosto de 2010, en respuesta a una solicitud para una residencia artística en el Atlantic Center for the Arts, Mariana Gil recibió una carta por correo postal. La enviaba Craig Thomson, historietista norteamericano que se hizo famoso con su monumental autobiografía Blankets (600 páginas de una historia compleja y hermosa sobre sus exploraciones religiosas de juventud y su primer amor) y más recientemente con Habibi, una historia incrustada en el Medio Oriente aclamada por la crítica anglosajona. En su carta, Thomson se lamentaba de no haberla escogido para la residencia—había sido una elección muy dura entre ocho finalistas—pero su trabajo le había inspirado la necesidad de mandarle una nota escrita a mano. “PLEASE, KEEP MAKING COMICS!”, le dijo, quizás recordando la carta de admiración que él mismo recibió de Art Spiegelman cuando publicó Blankets.

“Por favor, ¡sigue haciendo cómics!”, y Mariana siguió. Como sigue Tatiana Córdoba, quien además de hacer ilustraciones para revistas, está ilustrando un guión extenso y extraño de Jessa Crispin, editora y directora del blog de literatura BookSlut; como sigue Felipe Camargo, quien está dedicado a producir historietas para Larva y otros fanzines de Robot; como sigue Naranjo; y como sigue Jiménez, quien dice: “soy editor sólo hace dos años y a veces no del todo seguro si me queda el rótulo. Es un oficio de mucho respeto y me da pena abusar de la palabra. No es algo que uno se vuelve de la noche a la mañana. Los independientes aún tenemos mucho que aprender, y eso de ser editor tampoco lo enseñan. Y no sé si se deba enseñar”.

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