"Se ha naturalizado la vulneración de derechos de las personas con discapacidad": Constanza Portnoy

"Se ha naturalizado la vulneración de derechos de las personas con discapacidad": Constanza Portnoy

La ganadora de la segunda Beca Oxfam FNPI reflexiona acerca de su trabajo ganador y sobre la situación de las personas con discapacidad en Argentina.
Constanza Portnoy, ganadora de la Beca Oxfam FNPI 2018.

Constanza Portnoy, psicóloga y fotógrafa argentina, es la ganadora de la segunda edición de la Beca Oxfam FNPI de periodismo sobre temas de desigualdad, reconocimiento que la premia con financiación y apoyo editorial para elaborar un trabajo fotoperiodístico sobre desigualdad de género.  

Portnoy fue seleccionada por un jurado conformado por Adriana Zehbrauskas, fotógrafa documental y colaboradora de The New York Times, Unicef, BuzzFeed News, Bloomberg y The Washington Post; Claudia Daut, editora de fotografía de Reuters en América Latina y el Caribe; y Silvia Omedes, directora de la fundación Photographic Social Vision. El jurado recibió 51 postulaciones de 17 países.

Como parte de la Beca, Portnoy participará en la sexta edición del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo, que se celebrará del 3 al 5 de octubre en Medellín, Colombia. Hará parte de la charla El retrato de la desigualdad,  junto a Daut y Omedes, y Jineth Bedoya, jurado de la primera edición de la beca. La actividad tendrá lugar el jueves, 4 de octubre, en el Parque Explora, de 3:30 p.m. a 4:30 p.m., como parte de la programación de la sección La cocina del periodismo.

En esta entrevista, la ganadora habla sobre el proyecto que financiará con la beca y reflexiona sobre la discriminación que sufren las personas con discapacidad en Argentina de parte de la sociedad y el mismo Estado. También explica el proceso detrás de su trabajo ganador, Fuerza de vida, cuyo personaje central, Jorge, es un hombre marginado por su discapacidad física quien, tras cuatro años de amistad con Portnoy, accedió a ser fotografiado para un ensayo fotográfico.

¿Cómo una psicóloga con posgrado en discapacidad de primera infancia se interesa en la fotografía?

A los 23 años me recibí de licenciada en psicología en la Universidad de Buenos Aires y prácticamente un año y medio después ya estaba trabajando y especializándome en discapacidad. Trabajé con niñas, niños, adolescentes y adultos mayores, en hogares, centros de día, hospitales, privados y públicos.

Yo veía que los tratamientos estaban orientados a una cuestión más bien de carácter paliativa, o de rehabilitación neuropsiquiátrica, pero considerando muy poco la subjetividad del paciente.

Eso me empezó a generar un agotamiento bastante grave en mi práctica y es cuando yo empiezo a investigar distintos recursos de arte terapia para implementar dentro de los dispositivos terapéuticos en los que yo trabajaba como psicóloga.

A partir de ahí se abren dos caminos. Por un lado, todo lo que tiene que ver con el arte terapia dentro de mi rol como psicóloga y, por el otro lado, este camino en donde yo descubro la fotografía y la fotografía me descubre. Es como un encuentro mágico y fue un punto de inflexión muy grande para mí porque descubrí una herramienta muy potente que me enamoró por completo, por la posibilidad que me dio de narrar en imágenes, de comunicar todas las voces y las luchas populares.

En ese momento surge el deseo y la fuerte convicción de querer trabajar y formarme como fotógrafa documental.                             

¿En qué consiste su proyecto Fuerza de vida?

Fuerza de vida es un ensayo fotográfico documental que articula un desarrollo conceptual desde una mirada social y psicológica. Lo que yo relaté fue la vida en Argentina de algunas familias donde uno de sus integrantes tiene una discapacidad.

Con lo que yo me encontré en la medida que fui desarrollando este ensayo es con dos mundos paralelos: por un lado un mundo externo y social duro, frío, debido al incumpliento de las leyes sobre discapacidad; y, por el otro lado, un mundo interno y familiar que tiene que ver con la elección consciente y voluntaria de ciertos vínculos afectivos, de relaciones que potencian la vida, que le dan un sentido ante este contexto tan duro en el que deben vivir estas familias debido a su discapacidad.

¿Cómo conoció las historia de Jorge, y las de Mariana y Luján, que retrata en el trabajo Fuerza de vida?

La necesidad de contar en imágenes y de comunicar esto que tenía que ver con la dinámica de la discapacidad, la construcción de relaciones que se arman en torno a esto y la vulneración de derechos fueron las razones por las que yo me acerque a estas familias.

Claramente esto no sucedió de un día para el otro, sino que implicó una serie de pasos previos que tuvieron con una construcción de confianza, de paciencia y tolerancia. Solo cuando hubo una confluencia entre mi deseo de comunicar y las ganas de la otra parte de narrar sus circunstancias es que fue posible comenzar a fotografiar.

Esto es un proceso que demora meses, o incluso años, poder acercarse a la intimidad de estas familias. Si eso no está, es muy difícil contarlo desde la fotografía documental; pero, que eso suceda y realmente se pueda instalar ese tipo de vínculo es para mí una de las cosas más valiosas que tiene la fotografía documental.

¿Por qué decidió contar estas historias inicialmente a través de un medio fotográfico y no académico?

Es mediante la fotografía documental que a mí me interesa abordar estas historias porque lo que quiero es que sean las propias personas las protagonistas, que el testimonio esté dado en primera persona, que sean las portadoras de sus voces y de sus imágenes. Hacerlo desde un lugar más académico y de desarrollo conceptual a mí me llevaría a ocupar lugares quizás un poco más fríos y lejanos de los testimonios y quizás caer en esto de considerar a la persona una parte de un censo o de una estadística, y eso es lo que yo pretendo evitar en mi investigación.

¿Qué busca despertar con su proyecto Discapacidad y género?

En primera instancia, la visibilidad y la difusión de las historias y, en segunda instancia aspiro y deseo que todo esto motorice la construcción de una causa hacia la reivindicación de los derechos vulnerados y la igualdad de oportunidades.

¿De dónde surge su interés por abordar temas de desigualdad, discapacidad y género?

Estos tres temas no se articulan de manera casual en mi investigación, sino que surgen como la consecuencia del recorrido de más de 12 años como psicóloga en los distintos dispositivos en los que yo me desempeñé.

Lo que pude ir observando es un factor común que los atraviesa, que tiene que ver con la naturalización de ciertas prácticas cotidianas que vulneran el ejercicio y la plenitud de los derechos humanos.  Estamos hablando, por ejemplo, del derecho a la información, salud sexual y reproductiva, educación, matrimonio igualitario, identidad de género... Un sinfín de derechos que en discapacidad por momentos quedan muy vulnerados tanto a nivel intrafamiliar como a nivel social e institucional. Eso que para el resto de la sociedad resulta inaceptable, intolerable, genera movimientos de lucha y resistencia social, en discapacidad queda cristalizado, aceptado, instituido y no se cuestiona.

Eso no solo es muy complejo a nivel de la desigualdad social que produce, sino también en el impacto que tiene en la persona con discapacidad porque termina construyendo su identidad, transformándose en su condición de existencia.

Esta interrelación que se produce desde lo social y desde lo subjetivo es muy grave para el colectivo de las personas con discapacidad. Por eso es tan difícil que alcen su voz y empiecen a pensarse desde otras categorías que no tengan que ver con la desigualdad.

Es una cuestión gravísima, y de ahí mi interés por investigar, y por abordar estos temas, visibilizarlos y darles una difusión. Y es justamente dentro de esta sociedad normativa discapacitante que a mí me interesa profundizar en la situación de las mujeres con discapacidad, qué sucede con estas mujeres; es decir, si esta condición de discapacidad, sumada a la condición de género estaría generando un binomio que pueda potenciar o no una doble desigualdad y vulneración de derechos.

¿En qué momento empezó a formarse como fotógrafa? ¿Qué fue lo más determinante en su formación?

En mi formación como fotógrafa documental fueron clave los talleres y los cursos de capacitación y de seguimiento de obra con los grandes maestros y maestras de la fotografía documental y periodística de la Argentina. Claramente, la transmisión de sus conocimientos y sus experiencias fue un plus que sumó muchísimo a mi formación porque yo venía más de un desarrollo autodidacta.

Pero, además de todo esto, lo que fue también muy importante fue como un camino que tiene que ver con el desarrollo de mi propia escritura, porque la fotografía tiene dos instancias: por un lado, una primera instancia que implica narrar en imágenes; pero, después, hay un segundo momento, una segunda instancia que es más solitaria o de introspección que es como hacer el camino inverso: decodificar todas esas imágenes y ponerlas en palabras.  Entonces ahí es muy importante ejercitar el desarrollo de la escritura. 

Después me apoyé en el cine, en el teatro, literatura, la pintura. Eso es sumamente importante para ir nutriendo la mirada. De todos modos, yo pienso es que este es inacabado el aprendizaje. Es una de las cosas que también me apasiona de este mundo: que es infinito. Todo el tiempo es estar aprendiendo y transformándose, y transformando la mirada. Así que creo que convertirse en fotógrafa profesional... no sé si se llega alguna vez. Es un transitar, un transcurrir.

Usted ha sido galardonada numerosas veces en el último año por su trabajo fotográfico. ¿Cuál ha sido la relevancia de estos reconocimientos en su carrera?

Los reconocimientos lo que permiten es llegar a la instancia de difusión y visibilidad de la obra o del proyecto y, con suerte, dar con un público o con una audiencia sensible en su mirada que se conmueve y que está dispuesta a colaborar con esa causa que intentamos enunciar o evidenciar a través de la fotografía documental.

Y los premios, en un sentido más estricto en lo económico, alivianan la carga que tiene cualquier profesional independiente o freelance en la búsqueda por financiamiento para poder continuar y sostener su proyecto a largo plazo, y poder seguir narrando en imágenes.

Esto realmente es muy difícil, es muy complejo para cualquier profesional, pero más aún para las mujeres, en este caso como yo, que vengo de un lugar que no es tan conocido, que es un país de Latinoamérica, hay una desigualdad muy notoria en la comunidad fotográfica. Esta es una deuda pendiente. Son muchas las posibilidades que tienen los hombres fotógrafos en comparación y en contraste con la de las mujeres fotógrafas.

Entonces, esto para mí resultó muy importante, pero no dejo de ver que es una posibilidad que no se da de manera habitual y natural.

¿Qué significa para usted haber sido galardonada con la Beca Oxfam-FNPI?

La Beca Oxfam FNPI es una oportunidad muy grande para mi desarrollo profesional. Implica muchas cosas al mismo tiempo: por un lado me siento profundamente honrada y agradecida por haber ganado esta beca y, por el otro lado, me da la posibilidad de iniciar un trabajo con mayor rigurosidad periodística y de investigación fotográfica que, sin el aval, la supervisión, el seguimiento y el financiamiento de esta beca, hubiese sido muy complejo poder realizarlo de manera individual. Así que es una oportunidad muy valiosa.

 

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