La etiqueta #FraudeElectoral se viralizó en redes sociales a pesar de la abundante evidencia en contra de un supuesto fraude. Análisis del #ElectionWatch del @DFRLab.
Tras los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, algunos usuarios de redes sociales en Colombia comenzaron a auditar los formularios conocidos como E-14, publicados por la Registraduría Nacional del Estado Civil, la institución encargada de organizar y supervisar el proceso electoral. Algunos de ellos compartieron imágenes denunciando alteraciones a los formularios.
Los E-14 son los documentos donde los jurados de votación documentan la cantidad de votos que obtuvo cada candidato en cada una de las mesas de votación en del país. El total de votos por candidato se escribe a mano en el E-14, en la primera etapa de un proceso complicado que toma varios días antes de que la Comisión Nacional Electoral publique los resultados oficiales.
Los E-14 son escaneados y publicados en la red, para que el público pueda obtenerlos gratuitamente y hacer su propio escrutinio.
El 29 de mayo, usuarios en redes sociales comenzaron a reportar lo que parecía un patrón de correcciones en algunos de los E-14. La mayoría de las correcciones reportadas favorecían al candidato Iván Duque.
Ya sacaron un comunicado y no tuvieron ni la delicadeza de comprobar la imagen que anexan como "prueba" yo misma la verifique y efectivamente si es alterada #FraudeElectoral pic.twitter.com/yaHTEWUNK7
— Lina Parga (@lina_parga) May 30, 2018
Luego, Petro se unió a la conversación:
la rayita famosa que se dio como instructivo de la registraduría a los jurados de mesa, sirvió para alterar los resultados, espero que @Registraduria, corrija este entuerto pic.twitter.com/qK4VZKwyJK
— Gustavo Petro (@petrogustavo) May 29, 2018
El 30 de mayo, el hashtag #fraudeelectoral rápidamente se volvió viral entre usuarios de Twitter en Colombia, y muchos medios tradicionales lanzaron artículos basados en las imágenes y comentarios compartidos por los usuarios. De acuerdo a un análisis con la herramienta digital Sysomos, entre el 29 de mayo y 5 de junio se publicaron más de 288.000 tuits con el hashtag #fraudeelectoral. Muchos de estos mostraban imágenes que parecían evidenciar alteraciones a los E-14.
Desde entonces, se han publicado un sinnúmero de memes ridiculizando la manera en que los números fueron cambiados y alterados en las E-14. Alguien incluso creó una fuente de computadora, “E-14 Duque”, basada en caracteres alterados que aparecen en algunos formularios.
El tono de la conversación fue belicoso. Algunas personas acusaron directamente a la Registraduría de complicidad con el supuesto fraude. La Registraduría respondió con un comunicado de prensa explicando la situación y señalado que el proceso electoral se ha encargado de mitigar las confusiones con los formatos de los E-14.
Luego, su director, Juan Carlos Galindo, respondió en una entrevista que “no todos los errores se pueden llamar fraude electoral,” y en un segundo comunicado de prensa, categorizando las denuncias de fraude como “fake news”, y colocaron un mensaje en su página web diciendo que “los tachones o enmendaduras en los formularios E-14 NO CONFIGURAN FRAUDE.”
¿Qué pasó?
La Registraduría explicó que el problema principal es que existen tres formularios E-14 distintos: uno se usa para transmitir resultados preliminares el día de las elecciones, otro se escanea y se publica en la página web de la Registraduría, y otro se usa para el conteo oficial de votos.
El hecho de que algunos tengan tachones, enmendaduras o borrones no significa que hayan sido alterados de manera fraudulenta, o que la integridad del proceso haya sido alterada. El proceso electoral prevé este tipo de errores humanos, y contempla varias maneras de asegurar que la cuenta oficial de los votos sea la correcta.
La Registraduría respondió a reclamos individuales con publicaciones de imágenes de pantalla de los formularios relevantes con diferentes formatos, señalando que los resultados correspondían con los formularios finales una vez sean corregidos.
La Misión de Observación Electoral, una organización de la sociedad civil que aboga por la integridad de las elecciones, publicó un estudio independiente el 31 de mayo, tomando una muestra representativita de los formularios E-14. Encontraron inconsistencias en 0,35% de los votos reportados en estos formularios, o un total de 70.000 votos.
La diferencia total entre Duque y Petro fue de más de 2,7 millones de votos.
Sin embargo, el 5 de junio hubo una pequeña protesta en contra del supuesto fraude promocionada por grupos asociados con el candidato de izquierda Gustavo Petro.
¿Cómo se volvieron virales las denuncias de fraude?
Un análisis construido en Sysomos por el @DFRLab muestra que el hashtag #fraudeelectoral empezó a crecer el 29 de mayo y alcanzó 238.000 tuits durante el 30 de mayo, antes que disminuyeran drásticamente el día siguiente.
Una proporción significativa del tráfico fue generado por “retweets”, en vez de mensajes escritos por autores individuales. El estudio de Sysomos mostró que el 81,2 por ciento de las menciones fueron “retweets”. Esto representa una cifra alta para tráfico orgánico, pero no lo suficiente para indicar que esto fue un intento de manipulación orquestado por bots.
Según el estudio de Sysomos, de todos los tuits que utilizaron #FraudeElectoral, el tuit de @FelipeCampoG, una cuenta que no está verificada y solo tiene 1.955 seguidores, y obtuvo la mayor cantidad de “retweets” con 7.309 “retweets”.
Sin embargo, un estudio del tráfico sobre el tuit mostró que un retuit de Petro, quien tiene más de 3,2 millones de seguidores, fue lo que realmente amplificó la audiencia. @FelipeCampoG etiquetó a Petro en su tuit, lo que significa que la discrepancia entre sus seguidores propios y el impacto de su tuit puede explicarse por interés orgánico, no por manipulación artificial.
El usuario @sebasorozco93 (su perfil no tiene avatar y suele tuitear poco) tuiteó o retuiteó el hashtag 389 veces entre 6:00 p.m. y medianoche del 29 de mayo, más de una vez por minuto. El 30 de mayo paró de tuitear.
Otros tuits sobresalientes provinieron de cuentas verificadas de periodistas como Daniel Samper Ospina (2,31 millones de seguidores), Félix de Bedout (1,91 millones de seguidores) y Vicky Dávila (2,69 millones de seguidores). Estos tuits pedían una explicación a las denuncias de fraude. Dada la alta cantidad de sus seguidores, no hay razón para sospechar que los tuits fueron artificialmente amplificados; estos reflejan una preocupación genuina de periodistas.
En general, no encontramos evidencia que sugiera una participación considerable de “bots” en el tráfico en Twitter. La mayoría de los tuits fueron escritos por cuentas de autoridad mediana (una medida de la interacción e influencia de un usuario sobre otros; los bots tienden a tener la calificación más baja de autoridad), y la gran mayoría de usuarios tuitearon una sola vez.
El usuario @sebasorozco93 (su perfil no tiene avatar y suele tuitear poco) tuiteó o retuiteó el hashtag 389 veces entre 6:00 p.m. y medianoche del 29 de mayo, más de una vez por minuto. El 30 de mayo paró de tuitear.
Este pico en una gráfica es inusual, especialmente cuando la cuenta solo publicó 68 tuits sin el hashtag. Sin embargo, esto no es una cuenta automatizada, ya que tiene varios tuits únicos.
Otro usuario, @Kevin73929829 (tampoco tiene avatar), fue creado en febrero de 2018, pero se mantuvo inactivo hasta el 30 de mayo de 2018. De los 190 “retweets” que compartió desde ese entonces, 174 fueron relacionados a las denuncias de fraude. Este tipo de actividad es parecida a la de los “bots”. Sin embargo, hasta el 7 de junio la cuenta no tenía seguidores, lo que hace que tenga muy poca relevancia e impacto.
Existen otras cuentas con patrones similares, pero solo el 10 por ciento de sus tuits que usaron el hashtag tuvieron una baja calificación de autoridad. Hasta el momento, no hemos obtenido evidencia de actividad significativa de bots, pues no encontramos esfuerzos coordinados entre distintas cuentas o mensajes repetidos.
En Facebook, sí hubo reportes de denuncias de fraude que fueron amplificadas por grupos y páginas que explícitamente apoyaban a Gustavo Petro en sus avatares o imágenes de promoción. Aun así, no es posible probar la participación directa de la campana oficial en estas publicaciones.
En los medios tradicionales, las noticias de las denuncias de fraude fueron compartidas mayormente por seguidores de Petro en Facebook, de acuerdo con Crowdtangle.
Conclusión
Las preocupaciones sobre las denuncias de fraude electoral parecen haber comenzado orgánicamente. Irónicamente, parecen haber sido alimentadas por la misma transparencia del proceso electoral, que llevó a la publicación de los formularios E-14 escaneados.
Gran parte del tráfico del hashtag #FraudeElectoral fue impulsado por periodistas, reconocidos y con muchos seguidores, quienes expresaron sus preocupaciones con las denuncias.
Una parte significativa del tráfico, como se esperaba, fue impulsada por los seguidores de Petro y por el mismo Petro.
Según la Misión de Observación Electoral, las denuncias de violación de la ley parecen haber sido de poco impacto, ya que no hubo ningún cambio oficial en los resultados de la primera ronda.
Además, de acuerdo con la Registraduría, los errores humanos en los formularios no comprometieron la integridad del conteo de votos.
No obstante, cientos de millones de usuarios vieron las denuncias de fraude (315,8 millones, según el estudio de Sysomos) y generaron cientos de millones de mensajes en las redes, especialmente entre los seguidores de Petro.
Así pues, la importancia de las denuncias ciudadanas no tiene que ver con que el supuesto fraude se hay realizado, sino con la escala del impacto de las conversaciones que éstas estimularon en redes sociales. Se acerca la segunda vuelta y será imperativo que las autoridades en Colombia monitoreen, expongan y expliquen todas las denuncias de fraude lo antes posible para evitar que se vuelvan a generar conversaciones y sentimientos basados en información incorrecta o malinterpretada.
Este artículo fue originalmente publicado en inglés por el Centro para América Latina Adrienne Arsht y el Digital Forensic Research Lab del Atlantic Council.