La lógica indicaría que a la hora de hablar de ciencia y periodismo en salud lo primordial debería ser la evidencia científica. Pero algo está pasando. No es sorprendente encontrar, uno tras otro, artículos de prensa que se contradicen entre ellos y que citan diversos estudios.
La lógica indicaría que a la hora de hablar de ciencia y periodismo en salud lo primordial debería ser la evidencia científica. Pero algo está pasando. No es sorprendente encontrar, uno tras otro, artículos de prensa que se contradicen entre ellos y que citan diversos estudios.
Que el café causa cáncer: no, que no lo causa. Que la radiación de los celulares puede causar tumores cerebrales: que no es así. Que la dieta vegana es formidable para la salud: bueno, que no tanto. Que consumir moderadamente alcohol puede tener efectos benéficos, ¿o no? Y así una larga lista de etcéteras.
Cada uno de estos estudios cita fundaciones, institutos y científicos reputados que parecen ser en sí mismo argumento suficiente para llenar la página en blanco. Sin embargo, detrás de estas contradicciones está una preocupante verdad sobre el oficio. Para decirlo sin adornos: los periodistas fallamos con excesiva frecuencia en el uso de la evidencia científica.
Una simplificación basada en la realidad del oficio diría que el afán por atraer audiencia, el exceso de información y los cortos tiempos para el análisis y la investigación tienen la culpa de estas aparentes contradicciones. Pero, en vez de llorar sobre la leche derramada, hay que saber sacar ventaja de los nuevos medios y sus funcionalidades.
Atrás quedaron las limitaciones de tiempo y espacio de los medios tradicionales. Las plataformas de internet permiten ofrecerle a los usuarios cantidades inimaginables de información, manejadas de la manera más profesional, con links a las fuentes primarias de información. Además, ahora, los periodistas tienen la posibilidad de volver sobre las historias escritas tiempo atrás y agregarles ese nuevo dato relevante que acaba de ser publicado.
Pero sobre todo, los periodistas debemos aprender a leer qué es y qué no es información relevante, aprender a mirar los estudios más allá del titular del comunicado de prensa y escudriñar un poco en los datos. Hacernos preguntas que no requieren mayor audacia pero que darán respuesta a si ese estudio que da una super noticia, realmente es relevante entre el mar de información.
En una entrada nueva, más adelante, volveremos sobre este tema con algunos ejemplos prácticos.
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