El trabajo de la investigadora danah boyd es clave para entender por qué hay redes en internet dedicadas a desestabilizar el sistema y cómo lo hacen.
Para comprender el impacto de internet en la sociedad es útil tener nociones sobre su infraestructura. Por eso danah boyd, quien desde los noventa ha hecho aportes fundamentales a la arquitectura de la red, es una de las voces más lúcidas y necesarias en un mundo que está transformándose rápidamente y que se esfuerza por entender hacia dónde está yendo.
El perfil de boyd es escaso: es experta en informática, antropóloga, investigadora de big data y académica. Actualmente es investigadora principal en Microsoft y es la presidenta de Data & Society, el instituto que fundó para estudiar la intersección entre la tecnología y la sociedad. Es una escritora prolífica y sus textos son siempre claros, afilados, reveladores.
Desafortunadamente, su trabajo ha sido poco traducido al español. Por eso decidimos traducir un video de siete minutos en el que se presenta a sí misma y resume magistralmente las raíces sociales de la desinformación y la manera en que internet ha permitido potenciar el fenómeno a través de redes descentralizadas que han ido sofisticándose en la última década. boyd lleva más de diez años estudiando esas redes, y aquí describe algunos de sus rasgos.
Traducción en español
Soy investigadora, experta en informática y antropóloga. He pasado un tiempo largo estudiando la intersección entre la información y la sociedad y ahora dirijo un instituto donde coordino investigadores/as de muchos tipos para tratar de entender dinámicas emergentes.
Quiero empezar mi respuesta con mi historia personal. Crecí en una zona rural de Pennsylvania, rodeada por el Ku Klux Klan (KKK). Yo hacía parte de una comunidad de geeks, nerds y outsiders, desesperados por salir de ahí. Pasaba el tiempo con hackers y lográbamos entrar a casi todos las grandes infraestructuras de seguridad nacionales que estuvieran a nuestro alcance. Y lo hacíamos solo por divertirnos, no entendíamos ninguna de las implicaciones legales pero les provocábamos un dolor de cabeza, como también nos gustaba provocárselo al KKK: era divertido.
Adelantémonos una década. Me dediqué a estudiar comunidades de personas jóvenes para tratar de entender qué estaban haciendo. En vez de hackear los ecosistemas de seguridad en línea, estaban hackeando la economía de la atención. El mundo de las redes sociales empezaba a surgir y esos/as jóvenes se dieron cuenta de que podían desafiar el sistema.
Si tienes quince años, es divertido hacer que Oprah Winfrey –quien [en 2008] hablaba obsesivamente sobre la predación sexual como el problema más grande del internet– diga cosas estúpidas. Por eso, redes enteras de individuos decidieron sabotearla e "informarla" diciéndole que la amenaza principal para los niños estadounidenses era un osito de peluche llamado Pedobear –el emblema de los pedófilos–, y que además había “más de nueve mil penes listos para violar a nuestros niños”. Y ella lo dijo en vivo en televisión nacional, con seriedad, mientras el internet sonreía.
Esta red de jóvenes solo estaba tratando de retar el sistema, el sistema en el que crecieron, y empezaron a jugar a desordenarlo de varias formas. Y a medida que avanzaron, se empezaron a poner serios.
Estoy hablando de las redes de Anonymous, las redes que nos trajeron algo llamado Gamergate. Gamergate es un término muy importante en todo esto, fue el momento cuando el debate que estaba surgiendo alrededor de las plataformas de videojuego se redefinió como “una conversación sobre la ética periodística, en particular sobre la ética en el periodismo de videojuegos” al mismo tiempo en que se convirtió en una línea de ataque para ir estratégicamente en contra de mujeres en ese ecosistema. Lo hicieron con las estructuras de acoso más abusivas que ustedes se imaginan y, en el proceso, innovaron y desarrollaron nuevas tácticas.
Además Gamergate es un punto de giro porque convirtieron la ambigüedad como el término lingüístico más importante. La estrategia de la ambigüedad consiste en no poder identificar qué es real y qué no, no poder reconocer los límites de la conversación, o en hablar deliberadamente sobre una misma cosa pero comunicando otras totalmente diferentes, y en coordinar los mecanismos por los cuales esa conversación empieza a ocurrir.
Gamergate también fue el momento cuando actores con una larga trayectoria orientada a promover odio empezaron a coordinarse activamente con adolescentes que en un principio estaban jugando con el sistema solo por reírse. Entre esos actores están los activistas por los derechos de los hombres o de supremacía blanca. Y, si vamos un poco más allá, llegamos al punto en el que dijeron: “Oh, podemos empezar a meternos con las elecciones. Porque, ¿no sería eso divertido?”. Esto sucedió hace mucho, porque es estupendo convertir el juego contra el sistema en un espectáculo, pero a medida que haces eso empiezas a desarrollar una serie de estrategias. De hecho, muchas de las redes que he estado siguiendo no están unidas por alguien que las defina, pero están uniendo esfuerzos para romper el sistema.
Una de sus estrategias es controlar la habilidad de abrir la Ventana Overton, una noción que hace referencia a las cosas sobre las que es socialmente aceptable discutir. Para esas redes no hay nada más entretenido que lograr que los medios tradicionales y masivos hagan preguntas que antes eran consideradas socialmente inaceptables. Joan Donovan, una de las investigadoras con las que trabajo, menciona con frecuencia cómo los medios tradicionales entendían que tenían que comprometerse activamente en un silencio estratégico: había temas sobre los que simplemente no hablábamos. No se cubrían, por ejemplo, las marchas del KKK, que nunca desaparecieron (el KKK ha estado activo por siempre en este país), pero por un tiempo dejamos de cubrirlas. Y ese silencio estratégico era un esfuerzo para no permitir la amplificación de esos mensajes; porque hay una diferencia grande entre la posibilidad de hablar y la de ser amplificado. Pero estas redes de las que estamos hablando saben cómo manipular y ser amplificados porque viven en un ecosistema completamente diferente.
Las redes que estudio y los diferentes tipos de personas que las coordinan –que incluyen actores en el extranjero, adolescentes, teoristas de la conspiración e individuos de intereses políticos extremistas–, están dispuestos a compartir tácticas así no compartan la estrategia: ellos iteran y se entrenan mutuamente. Estudiar estas redes y observar cómo se entrenan es la mejor clase de comunicaciones en la que ustedes podrían estar.
Les voy a contar una línea de ataque que estamos tratando de seguir y comprender. Probablemente, si ven Fox News u otros medios conservadores, han escuchado la falsa equivalencia entre la “alt right” [un concepto paraguas que hace referencia a varios grupos extremistas de derecha] y la “alt-left”, o lo que han llamado el movimiento “Antifa” (antifascista). Algunas de las redes que seguimos –compuestas en su mayoría por supremacistas blancos– se han coordinado por meses para producir títeres, o cuentas falsas, para aparentar realidad e interactuar con otros actores. Miles de cuentas del movimiento Antifa han sido creadas en Youtube, en Twitter, en Facebook, en todas partes, para hacerlas sentir como una verdadera presencia. ¿Por qué? Pues bien, la próxima semana empieza la semana de la Libertad de Expresión en la Universidad de Berkeley, California, donde supuestamente se originó ese movimiento, y el evento tendrá mucho cubrimiento de los medios. Sabiendo eso, las redes de las que hablo empiezan a crear esas cuentas y a preparar una falsa equivalencia que será narrada en todo el espectro mediático, porque les garantizo que [si hay enfrentamientos en las marchas] tanto los sectores políticos de izquierda como derecha dirán que ambos lados estaban siendo violentos. Eso es lo que sucederá la próxima semana.
Estamos presenciando un saboteo estratégico del sistema, y la ironía es que nosotros ayudamos a diseñarlo. [Sonríe y agarra la mano de Clay Shirky, quien está sentado a su lado]. Creíamos que estábamos construyendo una cultura participativa y que íbamos a elaborar los mecanismos mediante los cuales la gente podría comunicarse a gran escala, disfrutamos imaginar software de juegos sociales y ahora vemos qué se está haciendo con ellos.
Podría compartir mucho más con ustedes sobre las diferentes formas de saboteo, o las líneas de ataque que hemos identificado, pero una razón por la cual menciono todo esto es porque las raíces de la dinámica que está emergiendo tienen una larga historia. [Una de esas raíces es la tendencia a] desestabilizar identidades, o lo que han llamado “estar bajo la influencia de la pastilla roja”, la idea de que puedes abrir una nueva forma de ver el mundo. Y es ahí cuando vemos procesos de radicalización deliberada, comunes en personas que tienen problemas para entender el mundo.
Nada de esto me sorprende –llevo estudiando estas comunidades por mucho tiempo–, lo que más me sorprende es cuánto los sorprende a ustedes.
Pueden seguir a danah en Twitter, como @zephoria. Además, pueden seguirle la pista al Disinformation Action Lab, un proyecto de investigación que acaba de presentar y que va a estudiar el fenómeno de la desinformación desde diferentes ángulos.