Humano, deudor del humus

Humano, deudor del humus

El médico, escritor y académico colombiano Hernán Urbina Joiro reflexiona sobre lo que significa ser humano, y su relación con el periodismo de salud.

Fotografía: Annca en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons
Hernán Urbina Joiro*

 

En los años noventa del siglo pasado, el académico colombiano Juan Mendoza Vega estableció que salud es un estado de adecuado funcionamiento interno en relación con un medio externo saludable, de lo que no sólo se desprende que ya no es de admitirse al hombre como centro de todas las cosas, por encima de cuestiones como su medioambiente, sino además que quienes escribimos sobre salud también estamos escribiendo sobre el mundo que nos rodea, que la defensa de lo medioambiental debe abordarse desde una postura ética que afiance, como valor común, nuestro vínculo primario con el medio ambiente que, valga recordarlo, no tiene ninguna conciencia que le avise que debería escapar cuanto antes del hombre.

Conciencia sobre salud y medioambiente

A quien difunda contenidos sobre salud y medioambiente siempre le saltará, una y otra vez,  la noción de humanidad como significante de lo responsable, entre nuevas razones porque el hombre es deudor de lo que se va haciendo en el mundo, de lo que se va dejando a la civilización, donde siempre ha habido quienes quisieran gastarse todo lo que le heredaron de una sola vez, pero hoy hay que reparar en que la actual civilización sí que cuenta con los medios para hacerlo, sin imaginarse a sí misma o a su descendencia cuando empiece a escasear lo animal y lo vegetal: tal vez se empiece la dieta con los enemigos ideológicos o con personas que resulten «inferiores». Las amenazas contra el planeta son, ante todo, amenazas para el hombre, el único que puede encontrarle soluciones oportunas.

Somos dignos del planeta y nos incumbe lo que en él se hace

Una vez más: la defensa de lo medioambiental debe hacerse desde una postura ética que apuntale valores comunes porque nuestra garantía de vivir —y que vivan las generaciones siguientes— sobre este humus es cuestión de dignidad, porque somos dignos de este planeta, lo merecemos, es enteramente nuestra polis y nos incumbe todo lo que se haga contra él. Hoy un ataque terrorista a un edificio genera una auténtica movilización de la sociedad. Un ataque ecológico al planeta, nuestra edificación común, debería llevar a canalizar los mejores esfuerzos por ser un peligro compartido entre todos, como también lo es el terrorismo, palabra que está emparentada inquietantemente con la palabra tierra. Y en verdad: ¿Qué más podría aterrarnos que un panorama terroso en donde poco antes hubo una campiña?

Falta arrojo, abandonar la comodidad, ir a la busca de lo mejor de lo humano

No siempre al escribir sobre salud —que implica escribir sobre medioambiente—, se señala que frente a  los grandes desafíos actuales, como el calentamiento global o el avance de la basura electrónica, entre muchos otros males, no hay todavía posturas de fondo porque a lo que estamos urgidos es a abandonar la actual comodidad y replantear la manera de consumir; urge caminar hacia otra sociedad, que además sea capaz de suprimir, por citar dos problemáticas,  los combustibles de carbono y la basura electrónica, que hasta ahora siempre genera residuos peligrosos. De no reinventarse la forma de engullir y de echar a andar las industrias, los automóviles, los hogares del mundo, sólo se cambiará el sitio de las emisiones de la vieja economía del carbono, de la basura electrónica y el resto de los males ecológicos.

Hace falta arrojo, que va de la mano con posturas que propendan por lo mejor de lo humano. Habrá diversas justificaciones por las que aún no arranca en firme un nuevo modelo de sociedad y de economía, pero una de las más fuertes podría ser el temor a sufrir, a cambiar, a suprimir el actual modelo, porque cualquier inicio necesariamente tiene que pasar por el sufrimiento de un final.

Humanus, deudor del humus

Escribir sobre salud y medioambiente siempre será un momento propio para recordar a los lectores —se olvida en otros afanes—que el hombre, que surgió de este humus, el humanus, deudor del humus, deberá asumir posturas que eviten su propia aniquilación por su actual relación con su ambiente. Le corresponde concretar las más cruciales acciones al humanus, al inventor y manipulador de la evolución cultural, que ha cambiado tal vez para siempre a los suelos, los ríos y los mares, ahora amenazantes por los metales pesados y miles de residuos peligrosos que allí se descargan; le corresponde actuar al humanus que en menos de dos siglos, perturbó y sigue perturbando lo que llevó millones de años para crearse.

Igual, podría ser propicio, al escribir sobre salud y medioambiente, señalar que todo lo inventado — para bien o para mal— es vida humana, por demás, porque se ha desarrollado sobre este humus, al cual tarde o temprano volveremos a incorporarnos justamente como humus, pero que mudarnos a otro planeta, si se quiere, cargando con un poco de arena de nuestra ciudad, no será posible en muchísimo tiempo. Todavía seremos humanus, hombres deudores de este humus, por una cantidad de tiempo que dependerá de cómo replanteamos las relaciones entre humus y humanus. Quienes escriben sobre salud, y por consiguiente sobre el medioambiente que nos rodea, deberían invitar a descubrir que siempre habrá esfuerzos prácticos, siempre mejores por realizarse, además porque ya lo dijo Octavio Paz, aquel sabio nacido en México: «Quien ha visto La Esperanza, no la olvida».

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*Hernán Urbina Joiro es escritor y académico colombiano. Su más reciente libro es Humanidad Ahora: diez ensayos para un nuevo partidario de lo humano (Siglo del hombre, 2018).

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