España y Colombia: dilemas éticos a los que se enfrentan los periodistas en salud

España y Colombia: dilemas éticos a los que se enfrentan los periodistas en salud

Dos periodistas especializadas en cubrir temas de salud comparten desde ambas orillas del Atlántico sus consejos y experiencias.

Fotografía: StockSnap en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons

 

A la hora de realizar reportajes y otras labores periodísticas en el campo de la salud, muchos periodistas tienden a encontrarse en situaciones en las que, aún sin esperarlo, pueden ver comprometida su ética.

Hablamos al respecto con dos referentes del periodismo en salud en sus países de origen: la española Ainhoa Iriberri y la colombiana Luz Elena Grisales.

Ainhoa es licenciada en periodismo por la Universidad de Navarra y especializada en información en salud y biomedicina. Ha ganado varios premios, incluidos el Boehringer Ingelheim al Periodismo en Medicina y el 2013 Best Cancer Reporter Award (Runners-up prize).

Sobre el ejercicio del periodismo en salud en España, Ainhoa nos cuenta:

“Hay varios dilemas éticos que he debido resolver como periodista en salud. El primero es cómo mantenerse independiente ante fuentes interesadas. Hay muchísimas: desde las empresas farmacéuticas, hasta los gobiernos, y, muy importante en estos tiempos del fin del periodismo de papel y auge del digital, cuyo modelo de negocio está lejos de haber sido establecido-  las presiones económicas de los anunciantes, colaboradores o patrocinadores.

El segundo, es no dejarse llevar por intereses propios, y en este caso no hablo de económicos. Por ejemplo, escribir sobre una enfermedad que has sufrido tú o un familiar, o sobre un hospital donde has recibido buen o mal tratamiento o lo han hecho familiares o amigos tuyos... Es muy difícil mantenerse imparcial si has tenido una mala o una buena experiencia.

Por último, el no dejarse llevar por aquello de lo que todo el mundo habla. Hay veces que ciertos temas se ponen de moda y desde la dirección de tu medio te hacen escribir sobre ello, aunque no sea relevante desde el punto de vista informativo.

¿Ejemplos? Todos los "días mundiales de...". Ya los hay de todas las patologías, enfermedades que no son tales, como "síndrome postvacacional" e informaciones atemporales en las que es muy difícil hacer un trabajo medianamente digno, porque se ha contado todo y no hay nada nuevo, sobre alergias, piojos, entre otros. Desgraciadamente creo que es casi imposible resolver con éxito todos estos dilemas. Yo, desde luego, no lo he conseguido.

Hay dos historias que me han sido especialmente difíciles de cubrir. Una es la historia de la oncóloga que denunció a los catedráticos de Mallorca por vender Minerval a enfermos terminales. La noticia que salió en todos los medios por teletipo, basándose sólo en la información difundida por la policía, decía que habían detenido a unos investigadores por vender un "falso medicamento" contra el cáncer.

La realidad, a la que llegué tras investigar un poco, era distinta. Sí habían vendido algo ilegal, pero no era un falso medicamento, era un compuesto cuya eficacia para el cáncer se estaba estudiando en ensayos clínicos relevantes. Es un matiz que puede parecer pequeño pero es importante, y contarlo, supone a mi juicio la diferencia entre hacer buen periodismo o sumarse al carro de un periodismo rápido y malo, como es el no comprobar las fuentes y no cuidar los términos.

Lo he puesto como ejemplo porque me costó mucho hacer entender a mis jefes que, aunque una noticia se replique en mil medios, no tiene porqué ser cierta y que nuestro trabajo sigue siendo necesario en tiempos de difusión inmediata de noticias.

Personalmente, la segunda historia, como te decía, es más sentimental. Hice un reportaje llamado “Madres Frente al Cáncer”, sobre mujeres a las que se les detectaba cáncer cuando estaban embarazadas.

Hablé con una de ellas y su historia personal me llegó mucho. Era una mujer encantadora con cuatro hijos, a quien le habían detectado un cáncer de mama estando embarazada del cuarto. La historia era de superación porque, teóricamente, había podido recibir tratamiento y el cáncer se había 'curado' (qué difícil término cuando hablamos de cáncer).

Alrededor de un año después, (perdón si suena falto de modestia) la Escuela Europea de Oncología me dio un premio por ese reportaje. Fue mi primer (y único) premio internacional y me hizo mucha ilusión, así que quise contactar con Adriana para compartir con ella la noticia. No había manera, no conseguí que me respondiera al teléfono ni al mail. Por casualidad encontré en Linkedin a su marido, del que había hablado en el reportaje, así que decidí escribirle y contarle lo que me había pasado. Me contestó muy amable dándome alguna excusa, que no habían visto los mensajes o no habían tenido tiempo de responder. Después me agregó en Twitter y, muy poco tiempo después, entré en su bio y v que Adriana había fallecido. Me dio mucha pena. Es una tontería, pero estas cosas también afectan.

Mis consejos a un egresado en periodismo los resumiría en uno: cuestionarse todo.

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La colombiana Luz Elena Grisales es egresada de la Escuela Superior Profesional Inpahu y especializada en competencias para la elaboración de textos académicos y científicos. Es fundadora y editora de elpacientecolombiano.com  y de la Fundación Periodismo en Salud.

Luz Elena reflexiona sobre el ejercicio del periodismo en salud en Colombia:

“Cada artículo es una historia sensible de contar, y el estigma juega aquí un papel clave. Las personas quieren contarte sobre las dificultades para acceder a un servicio de salud, pero no sobre su intento de suicidio. A veces es difícil exponer una temática tabú a profundidad sin irrumpir en elementos muy privados de la vida de una persona, tales como las razones que le llevaron a querer poner fin a su vida. A veces debemos elegir muy bien los detalles que contamos para informar al público sin agredir la confianza y sensibilidad de las fuentes ni caer en el amarillismo.

En la misma línea del tema del suicido, también es difícil decidir en algunos casos hasta dónde vamos con una noticia y si vale la pena publicarla. En algunas culturas y religiones, cuando una historia es publicada, las familias pueden ser amenazadas, estigmatizadas a largo plazo o tener más dificultades al elaborar los duelos.

Estas historias por otro lado pueden contribuir también a romper tabúes, poner en la mesa al “elefante blanco”, promover las discusiones sobre un tema, motivar a quienes lo necesitan a pedir ayuda y a entender que sus casos no son únicos. Nuestras decisiones deben ser meditadas profundamente según el contexto cultural, la seguridad física y emocional de los involucrados, el sentido que queremos dar a nuestro trabajo, entre otros.

En conclusión, los dilemas éticos que debemos resolver los periodistas en salud deberían regularse desde la filosofía, la ética, la academia y la profesión. Solo así lograremos ciudadanos bien informados, formados y un periodismo en salud que impacte positivamente la salud pública.  

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