El periodista Jacobo García, de El País, entregó claves y ejemplos para alejarse de los extremos cuando los gobiernos atentan contra la censura y la libertad de prensa.
En momentos de tensión, es fácil rodar de un extremo a otro. Sucede con personajes de la vida pública de un país, con entidades y figuras de poder. Y sucede con el periodismo.
En el seminario web ‘Democracias bajo la lupa: ¿Cómo informar en contextos polarizados?’, que organizó la Fundación Gabo y apoyó Open Society Foundation, el periodista del diario El País, Jacobo García, abordó estos escenarios radicalizados, que suelen provenir de presiones políticas sobre los medios informativos.
“Los presidentes buscan hacer de los periódicos el enemigo a batir, y si los medios casan esa batalla con muchos adjetivos, con valoraciones frívolas, lo único que están haciendo al ser beligerantes es crear redacciones huérfanas”, anotó. Recordó la fragilidad de los periodistas y los medios frente al poder, y cómo podemos palpar eso en los ejemplos del expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y de la Venezuela, sometida a una dictadura y a la censura de la prensa, como altavoces mediáticos que pueden acabar con cualquier empresa. “No podemos caer en la trampa”, subraya, y de esa trampa solo se salva siguiendo la máxima del periodismo: investigando, dando datos, sometiendo la información al rigor de nuestro trabajo.
“Solamente tenemos que hacer nuestro trabajo lo mejor posible, y con el tiempo la gente puede ver si lo hacemos de forma adecuada o no”, destacó García, antes de citar tres ejemplos de coberturas recientes en Centroamérica, que ponen de manifiesto cómo los medios logran hacerle frente al poder, muchos plantándose firme al embate de mal llamadas democracias que buscan un único objetivo: silenciarlos.
1. Un país centroamericano llamado El Paisnal
Este reportaje cuenta la historia de un pueblo a menos de una hora de El Salvador. Es un intento de cómo tratar de contar algo sin tratar de ser especialmente polarizante recurriendo a la historia de este pueblo, ubicado a menos de una hora de San Salvador. En él se describe la realidad de un pueblo que de repente convive con un alcalde del Frente Farabundo Martí (FMLN) que “está completamente rebasado, que viene de la izquierda, que tiene el despacho decorado con fotos del Che Guevara, de Fidel Castro, de Hugo Chávez”, y que de repente convive con la llegada de Nayib Bukele, el actual presidente de El Salvador, y su partido Nuevas Ideas (NI).
Jacobo García, el autor, trataba en este reportaje, “sin calificar la realidad del país”, de contar cómo conviven estas dos realidades. “Este reportaje termina cuando la candidata de Nuevas Ideas llega con un camión cargado de ayudas para promover al partido de Bukele. Lo que se revela es la trama de corrupción y clientelismo que han provocado las ayudas sociales que están detrás del gran apoyo que tiene Bukele”. García revela, además, su esfuerzo por no adjetivar, y en lugar de esto, describir el “magma” que antecede la arrolladora victoria del partido del presidente.
2. Gobierno de Bukele lleva un año negociando con la MS-13 reducción de homicidios y apoyo electoral
El Faro es todo un referente del periodismo centroamericano, y publicó un “trabajo exquisito” sobre las pandillas en El Salvador, que demostraba que el gobierno de Bukele había mantenido conversaciones con miembros de la Mara Salvatrucha, la principal pandilla del país. Lo más relevante y revelador de esta investigación es que el gobierno siempre desmintió este hecho, e incluso lideró una campaña de desprestigio en contra del medio de comunicación.
Este reportaje es un claro ejemplo de que “con datos es posible desmontar las verdades oficiales sin necesidad de entrar en polarización ni adjetivos”, redondea García.
3. La magnitud de la epidemia en México
En el tema de la pandemia, señala García, es “curioso ver cómo se han desmentido las cifras continuamente”. Fue el caso del periódico El País en mayo del 2020, cuando mostraba el enorme desfase entre las cifras que estaba dando el gobierno mexicano y las cifras de los hospitales que contaban miles de muertos con síntomas parecidos al covid, con enfermos que tenían los mismos diagnósticos, que habían pasado por las mismas secuelas, y cómo esas cifras nunca entraban en los números oficiales. “Esto generó que desde el gobierno y la Secretaría de Salud se criticara a la prensa con mucha dureza, pero hoy esa información que nos generó tantas críticas es la que cuelga en su página web la Secretaría de Salud, forma parte de la información que los gobiernos que se dicen transparentes (…)”, y muestra, además cómo la prensa ha obligado al poder político a cambiar la forma de entregar los datos de la pandemia.