Relatoría del seminario 'La influencia social del periodismo'
1 de Abril de 2019

Relatoría del seminario 'La influencia social del periodismo'

La actividad fue dirigida por Javier Darío Restrepo, director del Consultorio Ético de la FNPI, y Hernán Restrepo, gestor de contenidos de la Red Ética de la FNPI. Abordó preguntas y brindó consejos sobre el rol que ocupan los periodistas, comunicadores y académicos en la realización de acciones encaminadas a un periodismo cada vez más consciente y preocupado por los ciudadanos.
Andrés Martínez Zalamea

Introducción

El seminario ‘La influencia social del periodismo’ fue dirigido por el maestro Javier Darío Restrepo, director del Consultorio Ético de la FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, y Hernán Restrepo, gestor de contenidos del Programa de Ética periodística de la FNPI. Se llevó a cabo el jueves, 21 de marzo en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, durante el Primer Congreso Colombiano de Comunicación que organizó la Asociación Colombiana de Facultades y programas universitarios de Comunicación (Afacom).

La actividad estuvo encaminada a reflexionar sobre la función social del periodismo, la influencia que este ejerce en la sociedad y las formas que el periodismo debe tomar para sobrevivir en contextos siempre cambiantes. Además brindó herramientas y consejos relacionados con el rol que ocupan los periodistas, comunicadores y académicos en la realización de acciones encaminadas a un periodismo cada vez más consciente y preocupado por los ciudadanos.

El seminario hizo parte del Programa de ética periodística que la FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano desarrolla en alianza con Sura y Bancolombia. Como parte de este proyecto funciona la Red Ética, un espacio de reflexión y debate acerca de los desafíos éticos que enfrentan los periodistas en un contexto de profundas transformaciones de la práctica, el negocio y la función social del periodismo, por causa de las nuevas formas de relacionamiento con las audiencias en la era digital.

El riesgo de convertir la información en mercancía

Las nuevas tecnologías de la comunicación han fortalecido y ampliado la libertad de expresión y la capacidad de difundir ideas, lo que ha derivado en la aparición y popularización de los llamados influenciadores.

Hernán Restrepo trajo a colación la historia de Rawvana, una influenciadora que amasó dos millones de suscriptores en Youtube contando los beneficios de su dieta ‘crudovegana’. La joven fue puesta en evidencia accidentalmente por una amiga, quien publicó en Instagram una historia en la que la youtuber se ve intentando ocultar su plato de pescado. Luego de seis años predicando el no consumo de proteína animal, tuvo que decir la verdad a sus seguidores: su alimentación la había llevado a enfermarse y los médicos la obligaron a incorporar a su dieta huevos y pescado.

Este ejemplo fue usado por Hernán como muestra de la importancia y la necesidad del periodismo, y el peligro que representó que ningún periodista o medio de comunicación investigara si lo que la youtuber llevaba seis años diciendo era cierto, o si era tan saludable lo que recomendaba, y tuvo que ser por una coincidencia que se supiera la verdad.

“Cuando no hay periodistas haciendo su trabajo en la búsqueda de la verdad y los medios de comunicación pierden su influencia, son otros personajes —los influenciadores— quienes terminan ejerciendo esa influencia con un riesgo muy peligroso: ellos no utilizan esa influencia para el servicio de la ciudadanía, sino para su lucro personal, para vender algún producto”, advirtió.

Javier Darío Restrepo ha descrito previamente a esta clase de personajes como “mercaderes de la información” y durante el seminario advirtió que en el periodismo no debería haber espacio para esa práctica. “Cuando uno consiente convertir la noticia en mercancía está desfigurando completamente su profesión. No somos unos vendedores de información”, dijo.

Para Javier Darío, la naturaleza del periodismo se desvirtúa desde el momento en que el periodista puede ser identificado como alguien que selecciona los temas de información buscando los que más lectores tendrán. “Eso que oye uno en las salas de redacción a veces: ‘esto sí es una noticia vendedora’, ‘aplíquese, mijito, porque esta sí es la noticia del día’ se dice a veces como chiste, pero acaba de convertirse en mentalidad”, manifestó.

“El periodismo no puede caer tan bajo, pero cae bajo vendiendo información”, agregó el maestro, señalando que a partir de esta práctica, el periodismo se hace centro de “un proceso de corrupción consistente en comprar tanto informaciones como silencios”.

“Todos los que hemos trabajado en una redacción sabemos que allá llegan ciertos personajes a decir: ‘mira, hoy pasó esto con fulano de tal. Por favor, ayúdame en esto’. El ‘ayúdame’ es que calles esa información o que la maquilles. Y junto con esa sugerencia va el chequecito o va el anuncio de una pauta jugosísima”, explicó.

Según el maestro, aquello no solo lo saben los periodistas, sino que también lo pueden detectar quienes leen el diario y sintonizan el programa de radio o televisión. “Eso ha acabado por minar completamente la fe de la gente en los medios de comunicación, porque se le ha creado a la gente la siguiente reacción cuando escuchan la noticia: ‘¿y esta quién la pagó?’, advirtió.

“A mí me parece de lo más insultante y grave que puede suceder con una información que la gente se pregunte quién la pagó, porque ya eso te está indicando que no te están creyendo”, se lamentó Restrepo. “Y hay una cosa que es fundamental para uno en periodismo: yo no trabajo solo para decir la verdad, sino para que me la crean”.

Y agregó el maestro: “si algo necesita el periodismo en este momento es la recuperación de su credibilidad. Ese es un punto que es básico porque a partir de ahí se empieza a poner en tela de juicio la función social que uno tiene que cumplir”.

La influencia del periodismo exige una responsabilidad

“¿En qué radica la dignidad de esta profesión?”, se preguntaba Javier Darío Restrepo en un momento del seminario.  “En que todos los días nos estamos dirigiendo a la consciencia de las personas a través del gran argumento: los hechos”, apuntó acto seguido.

A comienzos del siglo XX, el gran patriarca del periodismo estadounidense, Joseph Pulitzer, escribió un folleto sobre por qué había creado la facultad de periodismo en la Universidad de Columbia. Allí explicaba qué radica la importancia que tiene el periodismo: este llega la consciencia de las personas con mucho mayor poder que el cura cuando confiesa o que el predicador cuando habla desde el púlpito — con la ventaja adicional que no lo hace una vez al día o a la semana, sino continuamente.

Parafraseando a Pulitzer, Restrepo compartió esta reflexión: “mientras que los religiosos tienen que pedir permiso primero al pudor de la gente que cuenta sus secretos en el confesionario, y tienen que explorar si se está hablando el lenguaje para que las gentes decidan si oyen al predicador o no, el periodismo no tiene ninguno de esos obstáculos”.

El periodista, dijo Javier Darío, encuentra abiertas las puertas de la conciencia de la gente cuando informa. “Cuando llegue a mi casa a sintonizar el noticiero de las 7 este me dirá ‘hoy ha pasado esto y esto y esto’, directamente a mi consciencia que está ávida de conocer qué ha sucedido. No solo ávida: necesitada de conocer”. Esto entraña una responsabilidad gigantesca, explicó el maestro, puesto que está indicando al público lo que es bueno y malo, lo que es provechoso o no.

Por ello, para Restrepo es importante que el contenido que llega a las conciencias construya ciudadanía activa, participante y democrática, y no que sea un contenido sesgado, con triquiñuelas o incitaciones al odio

“Se ha descubierto que el odio es el gran promotor de las votaciones. Fíjense el absurdo que acabo de decir, pero es el absurdo que estamos consintiendo y con el que estamos viviendo. Y ese es el poder que tiene el periodista: dar una información que estimule el odio, o también una que estimule la convivencia, la tolerancia en la gente. Estamos ante ese dilema y parecemos no darnos cuenta”, reflexionó el maestro.

¿Cómo influir sin manipular?

Para ejemplificar la influencia del periodismo y la responsabilidad que esta conlleva, Javier Darío Restrepo se refirió en específico a dos géneros de periodismo: las columnas de opinión y la crónica, así como el objetivo que estos cumplen y los límites que tienen.

  1. Una columna no debe ser propaganda de nada ni de nadie: “Si uno lee una columna y piensa ‘este está escribiendo para defender a fulano’, o ‘para atacar a mengano’, que es lo más frecuente, ya ahí la columna cae en materia de credibilidad. Uno deja de creerle a la gente que está contratada o ubicada en una trinchera”.
  2. Opinar no es decir lo que a uno le venga en gana: “La opinión es un estado intermedio entre la certeza y la duda. Y si la vemos así, estamos ante un proceso de búsqueda de la verdad”.
  3. Una columna no debería intentar imponer una verdad: “Lo bello que tienen las columnas de opinión es que uno ve a una persona que está acumulando argumentos, razones y hechos que lo están llevando a encontrar una verdad, no que está imponiendo una verdad. Si tú impones tu verdad, sin atender a ninguna otra, entonces lo que estás haciendo en tu columna es un catecismo, y no le das una ayuda al lector para entender lo que está sucediendo”.
  4. Un periodista no debe creer verdades absolutas: “Todas las intolerancias que en el mundo son o han sido son hijas de un absoluto. Creer en absolutos significa que todo lo demás se vuelve relativo. Como periodista, más que nadie, tengo que ser alguien que nunca cree en verdades absolutas, y que cree que toda verdad es susceptible de un desarrollo. Y eso me lo enseña la materia prima que yo manejo como periodista: los hechos”.
  5. La columna, como todo el periodismo, es un servicio: “Hay que mirar la importancia que tiene para las personas entender lo que está sucediendo, más en un mundo como el nuestro en el que suceden tantas cosas al día que no tienen explicación. Uno agradece, como se debe agradecer todo servicio, que alguien se tome el trabajo de ordenar esos datos y los presente de una manera clara. Esa es la tarea del columnista”.
  6. Una crónica debe basarse en respuestas y no solo en sensaciones: “Básate en los hechos y míralos no solamente con los ojos y los oídos, sino con la inteligencia. Eso significa que, ante los hechos, multiplica las preguntas. El periodista por definición es alguien que siempre está preguntando y es alguien que siempre está dudando. Cuando eso se tiene en cuenta, tu crónica es totalmente distinta de lo que te están dictando los sentidos. Un enemigo del periodista es su sensibilidad. Entonces, obrar únicamente guiado por los sentimientos es la mejor fórmula para hacer una crónica mala”.
  7. Lo que escribes debe ser útil para todos: “Al guiarte por tu inteligencia estás en camino de hacer una crónica útil, solo si esta crónica que estás escribiendo la escribes bajo el imperativo de que tiene que servirle a todos. Si de pronto se te va tu sesgo liberal, conservador, uribista o comunista, eso le servirá solo a un pequeño grupo. Por ello el gran logro como periodista es si todos los lectores sienten que es útil lo que les has informado”.

Todo lo anterior, indicó a su vez Hernán Restrepo, tiene que estar sujeto a una brújula ética que guíe todas las decisiones del periodista, ante los distintos dilemas periodísticos que enfrentará en el desarrollo de su pieza periodística. Esta brújula consta de tres aspectos fundamentales.

  • La verdad: “Lo primero que me debo preguntar es so lo que estoy contando es verdad o es mentira. Si no es verdad, simplemente no es ético”.
  • La universalidad: “También uno debería preguntarse para el servicio de quién estoy publicando esto: ¿Para beneficio del lector, de la ciudadanía, de la sociedad, de la gente, o para mi beneficio propio, del dueño del medio donde trabajo, o de un partido político? Si la respuesta es que no es para servicio público sino para un interés particular, entonces no es una decisión ética”.
  • El respeto: “Si lo que estoy publicando sirve a la verdad, sirve al público, pero no lo estoy contando de una forma que respete al lector y a los personajes involucrados en la historia, crónica o columna, entonces eso está siendo poco ético”.

¿Influir o no influir?

El periodismo tiene una crisis de credibilidad. Es una crisis seria, pero no es la última de las crisis. “Cuando se pierde credibilidad se pierde influencia”, señaló Javier Darío Restrepo. “Y periodismo que no influya es desechable”.

Restrepo define el hecho de influir como “estar presente en el momento que alguien decide”. Puso como ejemplo al hijo que se acuerda del consejo del padre antes de tomar una decisión, o del elector que antes de votar recuerda “leí esto sobre este político en esta columna”, creando así un mecanismo de defensa.

“Como periodista, uno escribe, uno habla, uno pregunta para influir, para sembrar allá adentro interrogantes y afirmaciones que sirvan para tomar decisiones. La influencia por tanto se ve en el momento que se toman decisiones”, indicó.

Y ese es el punto que, para el maestro, un periodista tiene que reflexionar aunque le duela: ¿estoy influyendo o no estoy influyendo? “Un medio de comunicación que no tiene influencia, es mejor que cierre las puertas. No tiene nada que hacer”, sentenció.

De acuerdo con Restrepo, el periodismo puede preservar su influencia, su dignidad y su papel en la sociedad si entiende que toda su información tiene que estar dirigida a la construcción de una sociedad de acuerdo a unas normas políticas de decencia y de justicia. “Pero eso es papel de los periodistas”, afirmó.

La subestimación del papel social y político del periodismo

En sus largos años de estar reflexionando sobre los problemas éticos del periodismo, Javier Darío Restrepo ha encontrado que además de una crisis de credibilidad, existe en el periodismo un problema de identidad profesional.

“Los periodistas no sabemos para qué estamos. Hace unos años la Universidad Javeriana hizo una encuesta que a mí me escandalizó. Le preguntaba a los periodistas ‘para qué usted es periodista’. Me han de creer que el 30% de los que respondieron la encuesta no supieron responder esa pregunta”, contó.

Sin embargo, Restrepo intuye que ese 30% no respondió no porque no supiera, sino porque le avergonzaba decir “lo hago para cobrar una quincena”.

Aquello es para el maestro el reflejo de que existe una subestimación en torno a lo que es el periodismo, de la que ni los mismos profesionales que lo ejercen son conscientes. A fin de cambiar esto, Restrepo considera se debe optar por una redefinición de lo que es ser periodista.

El significado de ‘periodista’ que Restrepo recogió de la Real Academia Española: “Persona que escribe informaciones y recibe pago por ellas”, es un concepto que para el maestro “es la más pobre idea que se pueda tener el periodismo”. “El periodismo es más que eso. Tiene que ser mucho más que eso porque la sociedad está exigiendo más”, dijo.

A juicio de Restrepo, el periodismo que se hace en Colombia es, en gran parte prescindible, lo que ha contribuido a que este oficio haya perdido un papel político, que ahora debe luchar por recobrar. “Si el periodismo ha de reinventarse tiene que seguir la línea de recuperar un rol social que lo lleve a tener una vocación política”.

Puede que a primer impresión “vocación política” suene como algo peligroso, pero Restrepo aclaró que eso no se debe confundir con una vocación partidista. “Lo partidista es lo bajito del asunto”, explicó el maestro. “Lo político es la dimensión alta de esa influencia social”.

Restrepo compartió dos ejemplos puntuales de cómo el periodismo puede influir políticamente:

  • Caso Watergate: “Todos ustedes conocen lo que representó que un par de periodistas que investigaron minuciosamente cada uno de los temas llegaran a producir una información tal que obligó a la renuncia del presidente Richard Nixon. Si eso no es periodismo con fuerza política, yo no sé qué será. La fuerza estuvo en la precisión de todas las investigaciones que se hicieron: cada palabra fue confirmada, porque ellos sabían que donde tuvieran una inexactitud se desmontaba la investigación ante lo que estaban enfrentando: el hombre a la cabeza del poder más grande del mundo, ante dos periodistas armados con su estilográfica”.
  • Caso Rojas Pinilla: “Uno puede preguntarse: ‘si lo hicieron ellos, ¿por qué no lo hacemos nosotros?'. Este es un ejemplo un tanto lejano para nosotros, pero muy conocido: un columnista colombiano que con sus columnas logró la caída de Gustavo Rojas Pinilla. Me refiero a Alberto Lleras, en El Espectador. No se necesitó  de una cosa extraordinaria sino hacer lo que uno debe hacer como periodista: poner un problema de la alta política y del alto gobierno en su escritorio, y de hacerle sentir a usted que también es testigo silencioso de todo esto. Allí es donde el periodismo alcanza toda su influencia de tipo político”.

Según Restrepo, estos dos ejemplos sirven para hacer una comparación entre el periodismo que se está haciendo, y el que se debería hacer y no se hace, toda vez que gran parte del periodismo actual “renunció a su vocación natural de ser líder social y de asumir una función política y prefirió más bien estar todos los días en las canchas de fútbol o en los lugares donde están las reinas de belleza”.

“La tarea del periodismo no es esa. El periodismo no está para entretener a nadie. Ser periodista es tener el privilegio de cambiar algo todos los días, como dijo alguna vez García Márquez. Uno se podría preguntar en ese momento: ¿el periodismo colombiano está cambiando algo todos los días?”, reflexionó el maestro.

Y agregó Javier Darío que la idea que uno debe tener del periodismo “es una idea tan alta que no lo subordine a nada”. Esa misma idea es lo que lo lleva a hacer, tajantemente, la siguiente afirmación: “El único amo que yo como periodista reconozco es mi lector. Todo está al servicio de mi lector. A ese lector universal, que puede ser de una u otra mentalidad, raza, religión, afición deportiva, yo estoy haciéndole un servicio”.

Pero llegar a esa afirmación requiere consolidar un aprecio muy grande por la profesión, explicó el maestro, y el fundamento de la profesión es precisamente el rol social que tiene que cumplir. “Debemos estar convencidos de que cualquier periodista es un guía de la sociedad, es un líder social. Cuando está esa idea en la cabeza de uno, se está estimando la profesión como debe estimarse. Todo lo otro es subestimación del ejercicio periodístico”, concluyó.

El papel de la enseñanza en el periodismo

Recientemente a Javier Darío le hizo reflexionar una consulta que llegó al Consultorio Ético de la FNPI que dirige desde hace dos décadas y para el que ha contestado alrededor de 1900 preguntas. Contó que el padre de un joven que estudia la carrera de periodismo le manifestaba su preocupación sobre afirmaciones recurrentes que oía:  “El periodismo está de caída”, “a los periodistas nadie les cree”, “es una carrera sin futuro”, y similares. Se preguntaba si debía mantener a su hijo en la facultad.

El maestro compartió su contundente respuesta ante esta cuestión: “Si en la universidad donde está su hijo les están enseñando a ser periodistas de cargazón, que escriben una historia, la firman y se desentienden de eso, y que todos los días van preocupados por entregar al final del día su historia, no vale la pena que siga por ahí porque ese periodismo no tiene futuro”.

Afirmó que si, por el contrario, esa universidad se encuentra en plan de reinventar sus facultad de periodismo y está pensando que el periodismo “es mucho más que esa tarea vulgar de estar contando las historiecitas de cada día, sin importarles más, sino que es influir definitivamente en la historia del país”, entonces es un lugar idóneo para que su hijo estudie la carrera profesional. “Facultad de periodismo que no esté repensando su pénsum va hacia el fracaso”, puntualizó.

El pasado agosto, Hernán Restrepo suscitó una amplia conversación en redes sociales por una entrada de blog que publicó en la Red Ética, titulada “No voy a permitir que mis hijos estudien periodismo”. Basó tal afirmación en “la falla de las facultades de periodismo y comunicación social”, a las que “se les ha olvidado enseñar lo fundamental para un periodista, que es escribir bien”, y en las escasas oportunidades laborales, si bien hacia el final del texto explicó que “si llegado el tiempo de elegir carrera, [mis hijos] deciden [ser periodistas] (...) les sugeriría que obtuvieran primero una licenciatura en un una carrera de humanidades donde aprendieran a escribir estructuradamente”.

Seis meses después, durante este seminario, Restrepo reconoció que había reconsiderado su posición. Apoyaría que sus hijos estudiaran una carrera de periodismo, siempre y cuando esta cumpla con una serie de condiciones:

  1. Enseñar programación: “Los periodistas del futuro cada vez nos vamos a ver en la necesidad de dialogar con ingenieros de sistemas para contar historias en plataformas digitales. Sin este conocimiento vamos a estar cojos y no vamos a poder nosotros mismos ‘meterle mano al código’”.
  2. Inculcar una capacidad de reinvención: “El periodismo es una cosa que cambia constantemente. Si en las facultades no nos enseñan a reinventarnos, tenemos gran posibilidad de ser desempleados. Yo elegí un énfasis de radio en la universidad, pero si me hubiera quedado en esa énfasis probablemente estaría desempleado, porque el campo de acción en Colombia es muy pequeño. Pero la formación que tuve me permitió evolucionar más hacia el periodismo digital, que es lo que tengo hoy en día”.
  3. Enseñar a emprender: “Ojalá la facultad donde estudien mis hijos, si deciden estudiar comunicación, les enseñe a hacer empresa a partir del periodismo. En el Premio Gabo la mayoría de los últimos premios no han sido para grandes medios, sino para periodistas que crearon su propia portal de noticias, y que crecieron hasta sobrepasar la calidad de grandes medios”.
  4. Brindar bases sólidas en conocimientos afines: “Definitivamente tiene que haber una columna vertebral de humanidades, de filosofía y de historia”.
  5. Enseñar a distribuir los contenidos: “En las facultades de comunicación nos enseñan a hacer los contenidos. Hoy en día gracias a las plataformas digitales comenzamos a recibir retroalimentación, testimonios adicionales y nuestra historia puede seguir evolucionando si la distribuimos por redes sociales, newsletters y cualquier tipo de plataforma digital”.
  6. Ética: “Me parece importante que graduemos comunicadores que entiendan la ética desde el punto de vista de la experiencia y no solo la teoría”.

¿Cómo manejar el poder que tiene la tecnología?

Alguien le preguntaba a Javier Darío Restrepo en el Consultorio Ético que si, al imponerse una forma de hacer periodismo distinta con la evolución de la tecnología y la redes sociales, la ética periodística también cambiaba. Ante esto respondió que la ética se mantiene igual, solo que más exigente que antes. “A mayor poder, mayor responsabilidad, y el periodismo en este momento con la tecnología digital, ha adquirido un gran poder”, explicó durante el seminario.

¿Cuál es entonces el uso correcto de una tecnología? Javier Darío compartió las siguientes claves:

  1. “La tecnología tiene un uso correcto cuando se afilia para servicio del otro”.
  2. “La explicación de muchos de los abusos que parten de la tecnología es cuando esta se utiliza solo para el provecho de una persona o de una institución”.
  3. “La tecnología que se hace para comunicar y conectar es de una eficacia enorme”.
  4. “Para hacer un uso valioso de la tecnología -o cualquier cosa- se necesita una actitud. Si esta es egoísta o yoísta, reduce de manera dramática el alcance de la tecnología”.
  5. “Si la tecnología se usa para abarcar ese enorme horizonte que son los otros, es lícita, lo mismo que el periodismo que se haga con esa tecnología”.

El verdadero efecto del periodismo

Un periodista puede con su pluma tumbar a un presidente, pero a veces eso simplemente no sucede. La cantidad de periodistas que ha escrito columna tras columna y ha hecho investigaciones sobre graves conflictos de interés de algún político o funcionario público, para que este termine su período impune, es innumerable. Entonces, ¿qué puede pensar un periodista cuando a pesar de las denuncias que hace, estas -aparentemente- no surten efecto?

Javier Darío Restrepo explicó que el efecto del trabajo de un periodista no es tumbar al funcionario, sino crear una consciencia distinta. “Nosotros tenemos la tendencia muy explicable de solo creer en las grandes cosas, y a subestimar las pequeñas cosas y su poder”, se reprochó.

“Esto lo hablaba una vez con periodistas que cubrían el tema ambiental. En esos días apenas estaba iniciando la campaña para acabar con las bolsas de plástico y demás. Todos se preguntaban lo mismo: ¿qué podemos hacer para cambiar una cosa monstruosamente grande que nos está poniendo en peligro a todos? Pero hoy hay toda una mentalidad en ese sentido, y toda esa mentalidad empezó por el periodismo”, recordó el maestro.

Y agregó: “Hay que tener en cuenta que los grandes cambios del mundo no se hacen con grandes edificios, puentes y puertos, sino en la mente de las personas”.

Para Restrepo, todo lo que se haga para cambiar el pensamiento de las personas no es tiempo perdido, incluso cuando no se tiene la satisfacción de ver, tocar o cuantificar los resultados. Es un trabajo que hay que mantener, porque se trata de cambiar una cultura de pensamiento.

“Una cultura no se forma de un día para otro, sino poco a poco, con la actividad de unas personas -nosotros- que buscan crear un pensamiento distinto. Y sería igual de dañino actuar con el pensamiento de ‘aquí no hay nada que hacer’. Esa es la peor forma de corrupción que hay hoy: la indiferencia frente al mal”.

Sobre Javier Darío Restrepo

Director del Consultorio Ético del Programa de Ética periodística de la FNPI. Es maestro de la FNPI desde 1995. Experto en ética periodística, catedrático de la Universidad de los Andes y conferencista en temas de comunicación social. Ha sido columnista en El Tiempo, El Espectador, El Colombiano y El Heraldo.

Recibió el premio nacional de Círculo de Periodistas de Bogotá en la categoría de prensa en 1993, así como el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1985 y 1986. Además recibió los premios San Gabriel del Episcopado Colombiano en 1994, Germán Arciniegas de la Editorial Planeta en 1995 y el premio latinoamericano a la ética periodística otorgado por el Centro Latinoamericano de Periodismo -CELAP-, auspiciado por la Universidad Internacional de la Florida en 1997. Fue exaltado con el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo 2014. Es autor de 22 libros. Sus respuestas en el Consultorio Ético de la FNPI han sido compiladas en dos libros El Zumbido y el Moscardón Vol I y El Zumbido y el Moscardón Vol II

Sobre Hernán Restrepo

Comunicador social de la Pontificia Universidad Javeriana con especialización en Comunicación Multimedia de la Universidad Sergio Arboleda. Desde 2011 se desempeña también como gestor de contenidos de la Red Ética Segura, un proyecto digital de la FNPI -  Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) que busca promover el periodismo ético en la región.

Ha trabajado como productor de radio y periodista en medios como Javeriana Estéreo, emisora Nuevo Continente y Radio Nacional de Colombia, y RCN Radio, donde fue director del Departamento de Internet. Adicionalmente es profesor de los programas de educación continua de la Universidad Javeriana, donde dicta distintos talleres sobre redes sociales, periodismo digital y producción de radio.

A lo largo de su carrera ha sido condecorado con el Premio de Periodismo Álvaro Gómez Hurtado del Concejo de Bogotá, el Premio Colombia en Línea de la Cámara Colombiana de Internet y fue finalista del Premio Cemex+FNPI en la categoría de crónica radiofónica.

Sobre el Programa de Ética Periodística

El seminario 'La influencia social del periodismo' hace parte del Programa de Ética Periodística desarrollado por la FNPI - Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, en alianza con Bancolombia y SURA. El programa busca abrir espacios de reflexión y debate, así como proponer referentes sobre los cambiantes desafíos éticos que enfrentan los periodistas en un contexto de profundas transformaciones de la práctica, el negocio y la función social del periodismo. Bancolombia y SURA creen en el periodismo ético, responsable e independiente, que contribuye a construir una sociedad mejor informada, más incluyente y democrática. Por eso son aliados de la FNPI en el reconocimiento y la promoción de buenas prácticas que permitan, desde la ética, fortalecer un oficio vital para el desarrollo sostenible de América Latina

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