¿Qué diferencia hay entre videos que se hacen en lugares públicos sobre actividades cotidianas, y el video, con cámara escondida, de una actividad privada en una clase, o un salón?
Respuesta: El derecho a informar con fotografías o videos, sobre hechos públicos debe armonizarse con el derecho de las personas sobre su imagen. Son dos derechos que no tienen por qué excluirse, sino complementarse. Hay que considerar, además, el tema de la información gráfica. Si se trata de un asunto relacionado con el interés de todos, la información es pertinente y está respaldada por el derecho a la información; en cambio, cuando se trata de informar asuntos privados, la información gráfica pierde su justificación. No se puede olvidar que la fotografía es una forma de invasión a la intimidad y de apoderamiento inconsulto de la imagen de alguien, salvo que haya habido acuerdo previo del fotógrafo y el fotografiado. Ante este hecho pasa a un lugar subordinado si la imagen se obtiene en un lugar público. En ese espacio la persona conserva el derecho a no ser molestada por el fotógrafo. Todas las anteriores consideraciones resaltan el abuso que representa el recurso a la cámara escondida en donde a la violación de unos derechos se agrega el engaño. Como se ve una actitud ética supone un equilibrio entre el interés público de la información y los derechos de las personas.
Referencia Bibliográfica
Casi siempre fotografiar a otro ser humano significa meterse en su intimidad. A menudo los fotógrafos se sienten desgarrados por un sentido de culpa cuando otros se enfadan con ellos por tomarles fotos. El fotógrafo Bill Welch escribió acerca de un sentido “de invadir la intimidad en un momento íntimo casi embarazoso, “cuando fotografió a un veterano de Vietnam que estaba llorando. Se dio cuenta de que la gente lo miraba indignada, como “si estuviera cometiendo un acto obsceno.” Susan Sontag asocia la toma de fotografías al voyeurismo y afirma que el acto de fotografiar a una persona “ se asemeja a una violación.” “Hay una aprensión implícita cada vez que se utiliza una cámara para fotografiar,” dice Sontag. Lo mismo que la cámara es una sublimación de la pistola, explica: “fotografiar a alguien es un asesinato sublimado…un asesinato suave.” En este aspecto predatorio, un fotógrafo abusa cruelmente del sujeto y se lleva su imagen como un botín. “Fotografiar es apoderarse de la cosa que se fotografía,” afirma Sontag. La invasión de la vida privada está siempre presente en la conciencia del fotógrafo. Su problema no es tanto legal como moral El problema de la vida privada está siempre presente ahí. Harry Marsh, jefe del departamento de comunicación en la universidad de Kansas escribió una carta al periódico The Quill sobre la imagen de una familia afligida: “No sé cómo podemos demostrar la realidad si no es invadiendo la intimidad de la gente.” Lo que los fotógrafos tratan de hacer es demostrar la realidad. El fotógrafo Welch comenta que el punto central de su fotografía del veterano llorando, era “dar a miles de los suscriptores del diario, uno forma de comprender e incluso de compartir lo que el acontecimiento significaba.” No hay placer en fotografiar la violencia, el crímen o la tragedia, explica Welch, pero las noticias acerca de estas tragedias dan una imagen de la sociedad tal como es. Todos los reporteros afrontan cuestiones éticas sobre cómo obtener la información. Un fotógrafo las encara con especial intensidad. William L. Rivers y Cleve Mathews. La ética de los medios de comunicación. Gernika, México, 1998 pp 222, 223.