Obtuve más de treinta fotografías comprometedoras de un diputado que aparece desnudo junto con diferentes mujeres. Las fotografías muestran el doble discurso del político, pero es una clara invasión de su vida privada. Estamos en tiempo electoral, por lo que la filtración busca perjudicar su trayectoria política. ¿Qué hacer?
Respuesta: Si el diputado utilizó como argumento frente a sus electores el discurso sobre la fidelidad conyugal, o sobre su integridad personal, se puede hablar de doble discurso. Pero lo normal en un político es que hable de otros asuntos relacionados con el interés público, que proponga proyectos y puntos de vista tomados de una ideología política sobre manejo del Estado. En este caso sus opiniones y prácticas sexuales son asuntos privados suyos, que solo a él le conciernen. Pertenecen a su fuero íntimo y tiene derecho a que se le respete el derecho a la intimidad. Hay que tener en cuenta, también, que la difusión de esta clase de documentos, hace parte del arsenal sucio que se despliega en las campañas y que convierte al periodista en idiota útil. Es atractiva, en efecto, la posibilidad de situarse en el centro de un escándalo, más artificial que real, y convence el argumento de que una información de esta naturaleza aumentará ventas o sintonía, pero a la vez, la campaña electoral ganará en sordidez y perderá altura y el periodista verá descender sus niveles de respetabilidad y de credibilidad. Más grave aún, el público que recibe esta clase de información pierde, una vez más, la oportunidad de decidir en libertad su opción política. Sólo una información política de calidad garantiza electores inteligentes y libres. Las armas sucias – la expresión es redundante,- nunca le sirven al periodista para prestar el servicio que se debe esperar de él. Referencia Bibliográfica La crítica de Platón y Aristóteles a los sofistas era que utilizaban la ciencia de la discusión persuasiva simplemente para ganar discusiones, sin importar si eso conduciría a una mejor sociedad. Así mismo, los fundadores de las ciencias contemporáneas de la comunicación sostienen que el propósito de la ciencia de la comunicación no es persuadir en una campaña de relaciones públicas dada, sino conducir a una sociedad más comunicativa. La comunicación es considerada como el centro de la existencia humana y social. La sociedad comunicativa suplanta a la sociedad autoritaria que impone opiniones por fuerza coercitiva. La sociedad comunicativa respeta la libertad y la dignidad de las personas al tomar decisiones a traves de la deliberación pública racional. La filosofía social contemporánea de Habermas también sostiene que la sociedad verdaderamente humanitaria es una sociedad comunicativa, de discursos basados en pruebas disponibles para todos, que permitan el acceso a todos a participar y que no ceje hasta que todos los lados de una pregunta hayan sido oidos, que busca un entendimiento empático de respeto hacia las intenciones de los demás. El profesional formado en las ciencias de la comunicación no debe solamente vender más periódicos o tener mayor audiencia sino que debe ayudar a crear una sociedad verdaderamente comunicativa en el sentido que Habermas propone. Robert White.Comunicar comunidad. La Crujía, ediciones. Buenos Aires, 2007. p. 201.