Considerando la situación violenta que actualmente se vive en Tijuana, la difusión de imágenes violentas ¿debería ser regulada?
Respuesta: La práctica demuestra que las regulaciones informativas impuestas por las autoridades son inconvenientes. También demuestra que la falta de autorregulación por parte de los medios conduce a lamentables abusos. Por tanto se impone en cualquiera situación, pero en especial cuando la violencia se ha generalizado, la autorregulación de los medios. En cuanto al manejo de imágenes de violencia, esa autorregulación se guía por estos criterios: Las informaciones, en texto o en imágenes, tienen un objetivo prioritario: servir al interés de los receptores, de entender y participar en la historia común. Desde este punto de vista, toda imagen tiene una utilidad posible, con tal que su manejo técnico contribuya a ese objetivo. La imagen, en consecuencia, debe hacer entender y estimular la participación en la defensa del bien público El manejo de tales imágenes en un medio de comunicación no ha de obedecer a un criterio comercial. Por tanto su publicación no estará motivada por el previsible aumento de la circulación o de la audiencia, ni por el impacto emocional que vaya a producir.Según estos criterios, las imágenes se publicarán teniendo en cuenta el bien del receptor: Respetarán su sensibilidad y se evitará la publicación de imágenes ofensivas para los receptores.Respetará la dignidad de las víctimas y los sentimientos de sus allegados.
Documentación
Al margen de posturas que se inclinan por la censura y el control, y los riesgos que implican para la libertad de expresión, hay otras líneas de pensamiento. Por un lado la posición individualista plantea que la mejor manera para que se vuelvan responsables los medios y quienes los manejan, consiste en atender a pautas de comportamiento personales, y que deben ser los públicos de cada medio quienes reconozcan o descalifiquen la conducta de éstos. Por otro lado la tendencia de quienes proponen que los medios cuenten con catálogos de principios profesionales que orienten sus criterios y decisiones en las distintas etapas del proceso comunicativo, desde la selección y contenido de los programas, hasta la manera en que se debe presentar cada tema, información o noticia.. Al respecto, una televisión socialmente responsable sería, según G. J. Pérez “aquella que no solo informe veraz e imparcialmente, sino que invite a la reflexión y a la posición crítica cuando difunde información noticiosa, la que contribuya a la formación del televidente acerca de los temas cuyo conocimiento es útil para vivir y convivir mejor, la que recree con un nivel de tratamiento los temas que estén a la altura de la dignidad de las personas y respete los valores de la comunidad, y la que promueva la participación activa de los usuarios en sus políticas de programación. Sarah García y Luciana Ramos. Medios de Comunicación y Violencia, Fondo de Cultura Económica, México 2000. Pp 353, 354, 356.