¿Qué tan ético es grabar o fotografiar a una persona sin que esté enterada? ¿Qué pasa si son imágenes tomadas sin permiso para su publicación?
Respuesta: Hay un derecho a la imagen cuando esta se asocia a la intimidad de una persona. El derecho italiano y el francés miran como una violación de ese derecho que a alguien se le fotografíe o grabe en un lugar privado. En España se ve como una violación la imagen que se obtiene en lugares públicos cuando el fotografiado actúa de modo íntimo, por ejemplo, la pareja que se besa. Aunque el lugar es público, las acciones son parte de la vida íntima de las personas. Estas jurisprudencias dejan en claro unos principios aplicables al ejercicio del derecho a la imagen: 1. Las imágenes de acontecimientos públicos – un partido de futbol, una manifestación política, una función de teatro, etc. convierten la imagen de las personas presentes en un elemento accesorio y no hay lugar a reclamo sobre el deber de pedir consentimiento para la fotografía. También se presume que es un evento púbico la fotografía de un grupo de graduados o de excursionistas que posan para la cámara. 2. Algo distinto es la imagen, en un lugar público “con características que indiquen desmerecimiento o menosprecio del afectado.” ( Vasquez, 83) 3. Atenta contra ese derecho la imagen de una persona que se capta en circunstancias de su vida privada. 4. Cuando se trata de personas de proyección pública no se violan su intimidad ni su derecho a la imagen cuando se le capta en actividades y lugares públicos. 5. Es de buen estilo advertir a las personas que van a ser mostradas en primeros planos, que su presencia en lugares y eventos públicos será registrada y publicada. El fotógrafo, aunque cazador de imágenes, no es un asaltante que se apodera de las imágenes de las personas contra su voluntad o sus derechos.
Documentación
Aunque en un sentido la cámara captura la realidad y no solo la interpreta, las fotografías son una interpretación del mundo tanto como las pinturas y los dibujos. Las ocasiones en que el acto de fotografiar es relativamente indiscriminado, promiscuo o modesto, no merman el didactismo de todo el empeño. Esta misma pasividad y ubicuidad del registro fotográfico es el mensaje de la fotografía, su agresión. Las imágenes que idealizan, como casi todas las fotografías de modas y animales, no son menos agresivas que la obra que hace de la llaneza una virtud, como las fotografías clasistas, las naturalezas muertas del tipo más desolado y los retratos de criminales. Todo uso de la cámara implica una agresión. … Hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como jamás pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden poseerse simbólicamente. Así como la cámara es una sublimación del arma, fotografiar a alguien es cometer un asesinato sublimado, un asesinato blando, digno de una época triste, atemorizada. Quizás con el tiempo la gente aprenda a descargar más agresiones con cámaras y no con armas, y el precio será un mundo más atragantado con imágenes. Una situación en donde la gente está sustituyendo balas por película, es el safari fotográfico que está reemplazando los safaris armados en África oriental. Susan Sontag: Sobre la Fotografía. Random House, Barcelona, 2008. Pp 17 y 24