¿Un periodista sin conciencia social puede hacerles frente a las tentaciones de dinero? ¿Qué ayuda más en este caso: el grado académico, o la conciencia de persona humana?
Respuesta:
Una conciencia clara de la identidad profesional ayuda más que los títulos académicos para mantenerse íntegro entre mercenarios.
Esa identidad profesional, que define al periodista como un servidor público, patentiza que la independencia es condición necesaria para el periodista.
Si se entiende la independencia, como ruptura de las dependencias, es claro que una de las más fuertes de esas dependencias es la que crea el dinero. Se puede asegurar, por tanto, que un periodista ha logrado gran parte de su independencia cuando los ofrecimientos de dinero no logran que traicione sus principios. Aunque no es la única dependencia, es la más fuerte y frecuente.
De lo anterior resulta que los títulos académicos son poca cosa si no están sustentados por una identidad profesional sólida y por unas actitudes de independencia, consistentes.
También resulta que las empresas periodísticas se convierten en cómplices de actitudes mercenarias de los periodistas cuando no les pagan el salario justo y los obligan a buscar fuentes de ingresos distintas a su salario.
Por parte del propio periodista esa independencia es posible cuando el régimen de vida está marcado por la sobriedad. Sin esa sobriedad el periodista vivirá expuesto a presiones que le harán muy difícil mantener su independencia.
Documentación:
La independencia de los medios significa una independencia del poder político, sobre todo del poder estatal, y del poder económico externo al propio medio, a los recursos que el propio medio genera para sustentarse.
Si se toma en cuenta este enunciado y se lo cruza con la ley de maximización de ganancias y con el hecho de que los medios de comunicación se financian a través de la publicidad, puede observarse que la independencia económica de los medios es un tema delicado porque, en general, los medios tratan de no perjudicar los intereses de los anunciantes. Este es un tema muy delicado. Pero, de alguna manera son las reglas de juego. O sea, si un avisador anuncia en un medio determinado, espera no ser atacado en el medio en que pauta. Por otro lado, el medio por aceptar el anunciante no tiene por qué perder su independencia. Por eso, si en virtud de la pretendida búsqueda de la verdad se descubriera que una empresa que anuncia en el medio es corrupta, el medio tiene la obligación de hacerle eco a esa denuncia, de investigar y de intentar llegar a la verdad.
Obviamente tiene otra obligación, de carácter ético y moral, que es desligarse de esa empresa anunciante. Un negocio non sancto no puede financiar de ninguna manera una empresa periodística que, en definitiva, se encarga de formar e informar a la opinión pública y de generar el debate público.
Es fundamental que esté clara la premisa básica de que lo primero es informar, y que en ese informar está en juego el debate público. Es decir, que a la hora de informar los medios deben priorizar el hecho de que son formadores de opinión, lo que los carga con una responsabilidad enorme, la misma que tiene el periodista para con el lector, espectador u oyente.
María Seoane en Periodismo y negocio. En ¿Se puede saber qué pasa? Editorial Norma, Buenos Aires, 2005. P. 163, 164, 165