¿Cómo se puede revelar verdades que ponen en riesgo a nuestras familias? ¿Cómo publicar informaciones que los dueños o los directivos quieren censurar? No existe fórmula eficaz para impedir que un periodista corra riesgos, ni para protegerlo contra la arbitrariedad de un director de medio, o de un editor. Un periodista está tan expuesto a esos riesgos como el soldado que va a la guerra, o el ciudadano que transita por una zona insegura. De lo que sí puede hablarse es de las actitudes para enfrentar esas eventualidades.
El que se cree incapaz de soportar esos riesgos, obra prudentemente abandonando la profesión y escogiendo otra en que los riesgos sean mínimos o controlables.
Quien, a pesar de todo, decide ser periodista, sabe que los riesgos se multiplican innecesariamente con informaciones inexactas, no verificadas, gratuitamente ofensivas y, por tanto, de nulo provecho social. Por el contrario, reduce esos riesgos una información responsable, sólida e inspirada por el ánimo de servir y no por el propósito de agredir.
De la misma manera, censurar desde el interior del medio una información de mala calidad es fácil y necesario cuando, en cambio, se trata de una información de calidad, solidamente confirmada, profesionalmente presentada, es más difícil que pueda ser censurada. Pero si aún así es censurada, queda la posibilidad de defenderla y, en casos particularmente graves, de ofrecerla a un medio de la competencia para que la sociedad acceda a una verdad a la que tiene derecho.
Documentación.
El periodismo es víctima de la guerra continua, de la violencia. Muchos han sido amedrentados, asesinados y, con ello, no se ha atacado sólo a los periodistas, sino al derecho de toda la sociedad de expresarse a través de los medios. Pero el periodismo también es víctima de otra manera: la guerra le tiende trampas para que este, sin saberlo, la reproduzca, la retroalimente y fortalezca a sus actores utilizando su mismo lenguaje cargado de prejuicios y propagador del miedo.
No es fácil informar sin descanso sobre una catarata de tragedias asumir los riesgos de ser periodista en donde más los matan y al tiempo, ser lo suficientemente crítico para no perderse en la desinformación propia de la guerra. Es difícil informar con transparencia en la guerra, que escoge los medios de comunicación como uno de sus principales campos de batalla. Ellos son el escenario que cada parte en el conflicto pretende moldear según sus intereses.
La presión de cada fuente para que el medio asuma su versión, sumada a las carencias que suelen tener muchos periodistas en su formación profesional, los lleva a caer en las trampas de la guerra, adoptando los términos de los bandos enfrentados, que no son otra cosa que representaciones de sus odios, miedos y prejuicios. Así mismo se suplanta la información rigurosa, exacta, por la opinión y la toma de partido, o se sacrifica la verdad en aras de una pretendida defensa de la paz.
Por eso, un desafío crucial para el periodista, es desarrollar un lenguaje propio, independiente, en medio del "tiroteo" verbal de los actores de la guerra.
Medios para la Paz.
Manual para cubrir la guerra y la paz. Bogotá, 1999. Páginas 6 y 7.