¿Por qué es importante que los dueños de medios no manipulen las conciencias de los periodistas? ¿Cuál es la importancia de la cláusula de conciencia?

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Respuesta:

Ese derecho a que se le respeten al periodista sus convicciones, tiene un sólido fundamento: garantiza la posibilidad de obrar según la propia conciencia, que en eso consiste la libertad.

La cláusula de conciencia es, pues, una defensa de la libertad.

La libertad puede ser limitada o aniquilada por la violencia, también la destruye el miedo, y son agentes destructores las drogas, el alcohol y todo lo que arrebate a los humanos el control de sí mismos. A estos elementos hay que agregar el abuso de autoridad por parte de los empleadores, situación que es particularmente grave cuando se trata de periodistas cuya libertad para informar puede ser coartada por ese abuso o se pretende transformarlos en propagandistas de una institución: empresa, partido, gobierno, iglesia y se les impide obrar de acuerdo con su propia conciencia.

Los objetores de conciencia a menudo llegan a ser la conciencia profética de la sociedad cuando, al activar su razón y su libertad, dejan al descubierto los abusos del poder y de las autoridades.

Así, pues, la defensa de este derecho a la autonomía de la conciencia, preserva la dignidad y la libertad de los periodistas.

Documentación

La conciencia es el juez de las acciones personales de todo hombre, que cada uno lleva en su más íntimo reducto como patrimonio de su condición de ser racional, libre y responsable. Con frecuencia ha sido descrita como la luz interior que permite a la criatura humana dirigir su vida moral, como la voz que en lo más profundo del alma le dicta la regla del obrar, como el testigo insobornable de sus verdaderas intenciones, como el intérprete por cuyo medio se le manifiestan las leyes universales de la perfecta corrección de la conducta, o como el instrumento a través del cual puede captar el sonido propio de cada uno de los valores. “El juicio d dela conciencia, se lee en la encíclica Veritatis Splendor (B. XVI)es un juicio práctico, o sea, un juicio que ordena lo que el hombre debe hacer o no hacer, o bien, que valora un acto ya realizado. Es un juicio que aplica a una situación concreta la convicción racional de que se debe amar, hacer el bien y evitar el mal”.

El derecho a la libertad de conciencia es el que toda persona tiene para acatar ese juicio práctico, haciendo lo que él permita, cumpliendo lo que él ordene u omitiendo lo que él prohíba en el campo de los actos particulares y concretos relacionados con la dimensión moral de la vida humana. Esta dimensión abarca todos aquellos casos en los cuales el hombre debe examinar, a la luz de la razón, la conformidad de sus actos con el bien.

Mario Madrid-Malo en Estudio sobre el derecho a la objeción de conciencia. Defensoría del Pueblo. Bogotá. P. 22, 23